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Cuando se habla de política en estos días, es frecuente cruzarse con la palabra desconcierto. La política está desorientada, extraviada por la irrupción de un outsider sin experiencia en gestionar la cosa pública, sin equipo, sin gobernadores, sin estructura territorial ni mayoría parlamentaria, que avanza con transformaciones políticas e institucionales sorprendentes en más de un sentido.
No es un ejercicio libre de dificultades tratar de interpretar al presidente y su ascendencia en grandes sectores de la sociedad sin caer en análisis lineales que recortan la comprensión del fenómeno. Muchos coinciden en ver en Milei el fracaso de la política, como hasta aquí la conocemos.
A un año de gestión, la bruma del desconcierto no termina de dispersarse en los partidos políticos. No emergen con nitidez los adversarios políticos, más allá de los que el mismo presidente elige instituir.
La Unión Cívica Radical no es la excepción: sufre el impacto de la "nueva política" que se suma a una larga crisis de identidad que arrastra desde los complejos no resueltos de la debacle delarruista.
Momento crítico
Es probable que el radicalismo enfrente uno de los momentos más críticos de su extensa historia. Fundado en 1891, ha sido testigo y protagonista de múltiples transformaciones en el país. Sin embargo, hoy se encuentra en una encrucijada que pone a prueba su capacidad de adaptación, supervivencia y relevancia en un contexto dominado por la figura disruptiva de Milei.
La llegada de Milei al poder desestabilizó los cimientos de la política argentina y también los propios de la UCR.
La implementación de medidas de ajuste fiscal y desguace del Estado por parte del nuevo presidente generó divisiones dentro del partido. Por un lado, sectores más conservadores de la UCR mostraron su apoyo a las políticas de LLA, argumentando que son necesarias para sacar al país de la crisis económica. Por otro lado, los sectores más progresistas y alineados con las raíces socialdemócratas del partido se oponen, convencidos de que estas medidas son una amenaza para los derechos sociales. En las facciones se cruzan intereses distintos, ventajas personales, miradas cortoplacistas que, sumadas a la erosionante cultura internista -una tradición radical-, profundizan las divisiones en las que estalló el partido.
Esta fractura interna queda en evidencia en el Congreso, donde la UCR se ha dividido en dos bloques principales: uno de estos bloques, llamado "Democracia para Siempre" busca mantener una postura crítica sin acercamientos electorales; en el otro se posicionan quienes entienden que debe mantenerse un diálogo más fluido con el gobierno de Milei, remarcando el cambio decidido por el electorado en 2023.
La fragmentación de la UCR no solo debilita su capacidad de oposición, sino que también pone en riesgo su relevancia en el escenario político. La falta de una postura unificada y coherente frente a las políticas de Milei ha permitido al gobierno avanzar con su programa sin enfrentar una resistencia significativa.
Además, la crisis de liderazgo dentro del partido dificulta la articulación de una estrategia clara y efectiva para recuperar la confianza de los votantes.
Visión común
En este contexto, la UCR enfrenta varios desafíos. Debe resolver sus disputas internas y ser capaz de encontrar una visión común. No es menos importante redefinir su identidad y su rol en la política argentina, adaptándose a las nuevas realidades sin perder de vista sus principios fundacionales. Finalmente, es crucial reconectar con su base electoral, demostrando que es una alternativa sólida y viable frente a las políticas de ajuste de La Libertad Avanza.
La estrategia de la Libertad Avanza de inducir divisiones sociales y despreciar los consensos puede resultar eficaz en estos tiempos de renovación política pero no pueden sostenerse en el tiempo. Lo grave de la maniobra es que diagrama una democracia endeble. Allí los radicales tienen mucho que decir, además de la autoridad que la historia les reconoce.
Con color local y algunas particularidades, fragmentaciones profundas se reflejan en la UCR salteña. Las antidemocráticas maniobras del oficialismo de la provincia disolviendo cualquier intento de crítica u oposición -política, periodística, partidaria- golpean en el núcleo del espacio político radical que no encuentra manera de revitalizarse y de poder pensar y poner en marcha una alternativa política tan necesaria en toda sociedad que se precie de democrática.
La historia de la UCR muestra ejemplos de momentos de crisis y resurgimiento. Encontrar la fuerza política y social para reinventarse es el reto de este tiempo. Solo así podrá enfrentar los desafíos del presente y asegurar su lugar y relevancia en el futuro de la política argentina.