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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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China va ganando terreno en la guerra tecnológica

Sabado, 04 de enero de 2025 00:00

Una preocupación inédita recorre Silicon Valley, hasta hoy el epicentro indiscutido de la innovación global: las empresas chinas buscan contratar a los ingenieros de las compañías de alta tecnología, en particular a aquéllos especializados en semiconductores e inteligencia artificial, con una oferta de salarios que triplican a los que se pagan en Estados Unidos.

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Una preocupación inédita recorre Silicon Valley, hasta hoy el epicentro indiscutido de la innovación global: las empresas chinas buscan contratar a los ingenieros de las compañías de alta tecnología, en particular a aquéllos especializados en semiconductores e inteligencia artificial, con una oferta de salarios que triplican a los que se pagan en Estados Unidos.

En respuesta a las restricciones impuestas por Washington para limitar su acceso a las tecnologías más avanzadas, los chinos contratacaron con un mecanismo simple y directo: atraer a quienes poseen el conocimiento necesario para desarrollar esas herramientas. Silicon Valley, históricamente caracterizado por ofrecer condiciones laborales prácticamente insuperables, enfrenta una competencia inesperada, respaldada por el músculo financiero del estado chino.

Entre las medidas de protección dispuestas por la administración estadounidense, que incluyen una acción judicial para limitar la expansión de Tik Tok, se destacan las disposiciones tendientes a combatir el ciber-espionaje chino, que tuvo un salto cualitativo a partir de la pandemia del COVID. Una consecuencia de esas precauciones fue, paradójicamente, la contratación de especialistas chinos que, por conocer la cultura oriental, parecen estar mejor preparados para esa tarea.

El FBI inició una investigación contra Hone Capital, una firma de inversión con sede en California, valuada en 10. 000 millones de dólares, por la posible transferencia de propiedad intelectual a China. La empresa es controlada por Shan Xiangshuang, un exfuncionario chino y miembro del Partido Comunista, invirtió en cerca de 400 "starts ups" estadounidenses que desarrollan investigaciones desde inteligencia artificial hasta ciber-seguridad y aviones supersónicos.

Por supuesto China rechazó enérgicamente esas acusaciones de Washington, aunque, más allá de la retórica diplomática, resolvió retribuir con la misma moneda: si Estados Unidos contrata especialistas chinos para combatir el ciber-espionaje Beijing atrae talentos estadounidenses para que desarrollen en territorio chino aquellos descubrimientos tecnológicos que su servicio de espionaje industrial no logre capturar.

La principal obsesión de la inteligencia estadounidense es Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones que está a la vanguardia en la tecnología 5-G y busca expandirse a escala mundial. Huawei, situada detrás de Samsung como la segunda fábrica de teléfonos inteligentes del mundo, con diseños muchas veces imitados de otras marcas rivales, fue fundada en 1987 por Ren Zhengfei, un ex ingeniero del Ejército chino volcado a la actividad empresarial. El almacenamiento de datos en los aparatos telefónicos de Huawei a lo largo del mundo constituye un gigantesco capital de información al servicio de Beijing.

El interés de Huawei trasciende el campo de las comunicaciones. La creciente automatización de los automóviles, que tienden a convertirse en una suerte de "computadora con ruedas", despertó el interés de la compañía. Un revelador informe de "Financial Times" consigna que "sus aspiraciones van desde proveer a las compañías automotrices con hardware que incluya equipos de telecomunicaciones, pantallas y sistemas de información y entretenimiento, hasta desarrollar software para sistemas alcanzados de automóviles sin conductor y chips de computadora, pero no tiene planes de construir automóviles por si misma".

Avances en todas direcciones

Nada indica que esa pretensión de convertirse en los mayores proveedores de la industria automotriz mundial inhiba a los chinos de erigirse también en el primer fabricante global de automóviles, en especial de propulsión eléctrica. Por el tamaño de su población, China es el principal mercado automotriz del mundo y sus problemas de contaminación ambiental tornan imprescindible una drástica reducción del empleo de combustibles fósiles. Esa exigencia impulsa el desarrollo de BYD, una compañía china que compite con Tesla, la empresa de Musk, que es la mayor productora mundial de vehículos eléctricos. En 2023 los chinos desplazaron a Estados Unidos como primeros exportadores de autos en América Latina.

La agencia oficial de noticias Xinhua informó que China se había anotado una espectacular victoria en la competencia de plataformas de compras con la expansión internacional de sus servicios de "delivery" con drones, un rubro hasta ahora liderado por Amazon. Meituan, un gigante chino en la materia, firmó un acuerdo en Dubai, el primero de ese tipo suscripto en el exterior. Para Beijing el acontecimiento significó "una medida histórica para aprovechar las tecnologías digitales chinas avanzadas y ecológicas en la economía de baja altitud de todo el mundo".

Ese concepto de "economía de baja altitud", que según los chinos será un sector clave para el futuro del desarrollo urbano, involucra una revolución de la movilidad que comprende a aeronaves que operan, con o sin tripulación, a una altura de hasta 1.000 metros para entrega de mercaderías o transporte de pasajeros. El servicio contratado en Dubai incluye el transporte de alimentos, medicamentos y otros productos esenciales. En China, Meituan ya está operando en 53 rutas comerciales. La estimación de la Administración de Aviación Civil China señaló que en 2024 el tamaño de mercado ascendió a 69.000 millones de dólares.

Mucho mayor impacto económico en el corto plazo puede alcanzar la noticia, adelantada por la prensa especializada de Hong Kong, de que China estaría en vísperas de protagonizar una innovación revolucionaria en el sector del acero que consistiría en una novedosa forma de producción que reduciría drásticamente los tiempos de fabricación de este insumo vital para la industria manufacturera. China también podría extraer hierro de materiales de bajo contenido de ese compuesto químico, lo que le permitiría prescindir de su importación de varios países. Esta tecnología de producción de acero rápido y barato agita las tendencias proteccionistas en las grandes compañías siderúrgicas de Estados Unidos, la Unión Europea y América Latina.

En función de las previsiones acerca de que el vertiginoso avance de la Cuarta Revolución Industrial, signado por la explosión de la inteligencia artificial, provocará un aumento exponencial del consumo mundial de energía, China lanzó también un vigoroso programa de desarrollo de la industria nuclear, que cuenta con la ventaja adicional de la menor contaminación ambiental. Ya tiene 55 plantas en funcionamiento y 26 en construcción, todas con las tecnologías más avanzadas, que serán inauguradas en los próximos cinco años, con la inequívoca intención de asumir el liderazgo en este rubro decisivo para la economía del futuro.

Los expertos chinos en prospectiva captaron las enormes implicancias de las iniciativas de Elon Musk en relación con la industria espacial y la relevancia estratégica de la proliferación de satélites puesta de manifiesto por el desarrollo de Starlink. Las autoridades de Shanghai apuestan a la expansión de Qianfan, una constelación de satélites cuyos responsables ya han empezado a poner en órbita los primeros de esa serie y aspiran a tener 700 a fines de 2025.

Si bien estos logros de Qianfan representan una cantidad ínfima en comparación con los 17.000 artefactos que tiene actualmente activos Starlink, la compañía pretende llegar en pocos años a la cifra de 14.000, mientras Musk solicitó autorización para gestionar en el mediano plazo hasta 42.000 satélites. Pero este proyecto de satélites chinos forma parte de un amplio espectro de iniciativas vinculadas con la exploración espacial, que incluyen llevar astronautas a la Luna en seis años. Los chinos coinciden con Musk en que el futuro de la Humanidad reside en la conquista del espacio.

Beijing tiene en claro que la victoria de Estados Unidos en la guerra fría fue resultado de la "guerra de las galaxias", aquel escudo misilístico desplegado en la década del 80 por iniciativa de Ronald Reagan que al asegurar la invulnerabilidad de su territorio tornó estéril la amenaza nuclear de la Unión Soviética y reveló que la superioridad tecnológica norteamericana había modificado de un modo irreversible la relación de fuerzas entre ambas superpotencias. Xi Jinping conoce su flanco débil y no quiere que esa historia se repita.

*Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

 

 

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