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China fue la sede del cónclave diplomático más relevante del año. El 25° encuentro de los jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) congregó a las máximas jerarquías gubernamentales de veinte países, entre ellos el mandatario anfitrión, Xi Jinping, y sus colegas de India, Narendra Modi; Rusia, Vladimir Putin; Irán, Ebrahim Raisi; Turquía, Recep Tayyip Erdogan; y Corea del Norte, Kim Jong-un; los primeros ministros de Pakistán, Malasia, Camboya y Vietnam y representantes de todas las naciones de Asia Central, así como el titular de las Naciones Unidas, António Guterres, cuya presencia consagró la trascendencia mundial del acontecimiento.
Nacida en 2001 por una iniciativa conjunta de China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán para resolver los múltiples conflictos fronterizos derivados de la desaparición de la Unión Soviética, el bloque cuenta actualmente con diez miembros plenos, por la inclusión de India, Pakistán, Irán y Bielorrusia, dos miembros observadores (Mongolia y Afganistán) y otros catorce países denominados "socios del diálogo" como Arabia Saudita, Turquía y Egipto. Desde su fundación, la participación de la organización en el producto bruto global aumentó del 5% al 23,1% y, muy especialmente a partir del salto que significó la incorporación de la India, pasó a representar el 42% de la población mundial.
Una característica original de la OCS es la notable heterogeneidad de sus integrantes. China es la superpotencia en ascenso. Por su poderío militar, Rusia pretende posicionarse como un tercero en la competencia entre Beijing y Washington. Por su población y tamaño económico, India aspira a ingresar como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y su política de autonomía estratégica basada en el "alineamiento múltiple" compatibiliza su "buena vecindad" con China con su participación en el Quad, un foro de seguridad colectiva integrado también por Australia, Japón y Estados Unidos, al que Beijing estigmatiza como "la OTAN del Pacífico".
Turquía, que incrementó su influencia en Medio Oriente a partir de la instalación del nuevo régimen en Siria, es el único país islámico que, a la vez, es miembro de la OTAN. Arabia Saudita comparte su carácter de principal aliada militar de Estados Unidos en el Golfo Pérsico con la de flamante socia de los BRICS, el bloque económico impulsado por China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, al que pertenece Irán, su rival en la disputa entre sunitas y chiitas por el liderazgo religioso de la comunidad musulmana.
Más que el contenido específico de las deliberaciones, lo más relevante de este encuentro fue la multitud de contactos bilaterales que visibilizaron la existencia de un intrincado tejido de negociaciones entre países que en algunos casos mantienen diferencias sustanciales, como India y Pakistán, y en otros están castigados por sanciones occidentales, como Rusia e Irán, o hasta considerados virtualmente "parias" en el orden internacional, como Corea del Norte o Afganistán.
Anecdotario geopolítico
Uno de los hechos sobresalientes fue el cordial diálogo entre Xi Jinping y Putin, que ratificó el respaldo de China a Rusia en el conflicto de Ucrania y la vocación de ambos países de trabajar en conjunto por la construcción de "un orden multipolar justo", un eufemismo diplomático orientado a contrapesar la idea de "America first" desempolvada en Estados Unidos por Donald Trump. Las sanciones económicas aplicadas a Rusia por la guerra de Ucrania incrementaron el comercio bilateral y convirtieron a China en el principal mercado para las exportaciones de gas y petróleo rusos. La emisora estatal china CCTV señaló que las relaciones bilaterales son "las mejores de la historia" al tiempo que calificó a esos lazos como "los más estables, maduros y estratégicamente significativos entre países principales".
Otro acontecimiento importante fue la conversación entre Xi Jinping y su colega Modi, urgida por las medidas arancelarias de Trump, que castigan duramente a la economía india. "Si al abusador le das la mano, toma hasta el codo", declaró el embajador chino en la India, Xu Faihong, quien calificó a sus vecinos indios como "nobles motores del crecimiento económico de Asia". Beijing y Nueva Delhi dejaron de lado sus antiguas controversias fronterizas para intensificar su cooperación económica, bajo la definición de que "somos socios, no rivales".
Una muestra cabal del clásico pragmatismo diplomático chino fueron los sucesivos encuentros de Xi Jinping con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y con el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, protagonistas de un prolongado conflicto militar que culminó en 2023 cuando Azerbaiyán tomó el control del enclave étnicamente armenio de Nagorno -Karabaj, incrustado dentro de su territorio, y provocó el éxodo de decenas de miles de sus habitantes. En el pasado ambos países fueron teatro de la tradicional disputa entre China y Rusia por la hegemonía en Asia Central.
Xi Jinping dialogó también con Erdogan, con quien acordó "aumentar la coordinación de las inversiones de empresas chinas en Turquía" y analizó la situación en la franja de Gaza y la implementación de "posibles acciones conjuntas para el desarrollo de Siria", en alusión al impulso de inversiones mixtas en la economía siria que implicarían un inédito acercamiento de China al conflictivo escenario de Medio Oriente.
La nueva bipolaridad
Un acontecimiento novedoso dentro de este encuentro fue la reaparición pública de Kim Jong-un, acompañado por su hija, Jim Ju Ae, de apenas 12 años, visualizada como heredera de la dinastía inaugurada en 1948 por su abuelo Kim Il- Sung, fallecido en 1994, y continuada por su padre Kim Jong-il, muerto en 2011. El líder coreano fue efusivamente elogiado por Putin, quien agradeció su colaboración en la "lucha contra el neonazismo contemporáneo", en referencia a la participación de efectivos militares coreanos junto a las tropas rusas en la guerra de Ucrania.
Putin y Kim acompañaron a Xi Jinping en el impresionante desfile militar realzado en Beijing en celebración del 80° aniversario de la finalización de la segunda guerra mundial, que para los chinos no terminó con la caída de Berlín de mayo de 1945 sino recién tres meses después con la rendición de Japón tras las bombas atómicas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. Sugestivamente, la prensa occidental recogió un fragmento de una conversación entre los tres líderes, en el que se oyó al traductor de Putin puntualizar que "la biotecnología está en continuo desarrollo" y a Xi Jinping responder que "algunos creen que en este siglo los humanos podrán vivir hasta los 150 años", al tiempo que Kim escuchaba sonriente el alentador vaticinio mientras seguramente recordaba la denominación de "presidente eterno" que le adjudica la constitución coreana.
La aparición conjunta de este inquietante trío originó un comentario sarcástico de Trump: "por favor den mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y a Kim Jong mientras conspiran contra Estados Unidos". Putin contestó que "el presidente de Estados Unidos no carece de sentido del humor", pero aclaró que "en estos cuatro días de negociaciones de todo tipo, tanto formales como informales, nadie ha expresado juicios negativos sobre la actual administración estadounidense". Trump, quien unos días pasados se encontró con Putin en Alaska con el fin de avanzar en las negociaciones sobre la guerra de Ucrania, tampoco descartó volver a reunirse con Kim Jon-un, con quien ya se entrevistó durante su primer mandato. En la misma línea, no se privó de un intercambio de cortesías con Modi, a quien definió como "un gran primer ministro".
Lo cierto es que esta audaz movida de Xi Jinping patentiza las inéditas particularidades de un escenario mundial signado por dos superpotencias cuyo predominio no anula el protagonismo de otros actores relevantes como la Unión Europea, India o Rusia. En este contexto, China aparece como la abanderada de Oriente y de la irrupción del emergente "Sur global" para contrapesar el poderío norteamericano. En esta nueva bipolaridad ninguna de las dos partes pretende la destrucción de la contraria, con la que están unidas por fuertes lazos de interdependencia económica. Ambas buscan fortalecer su capacidad de negociación en la inevitable disputa por el liderazgo global.