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Periodismo, creencia y dogmas

Martes, 21 de octubre de 2025 01:13
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Soy suscriptor y admirador del periodismo de El País de España y de lo que producen sus redacciones en los países americanos. En estos días leí mucho de lo que expresó su director sobre el criterio editorial y sobre lo que dijeron sus periodistas en el Congreso de la Lengua en Arequipa. Sin embargo, me permito hacer la siguiente reflexión para evitar que se caiga en la arrogancia periodística. Hablaron mucho sobre el lenguaje, pero quiero referirme al sesgo moral del lenguaje periodístico.

El periodismo, incluso el más prestigioso, no escapa a ese sesgo moral que se esconde en las palabras o dentro del criterio editorial que se usa a conveniencia.

Basta revisar cómo El País, por ejemplo, clasifica a algunos presidentes.

Donald Trump y Javier Milei son "ultraderecha"; Nayib Bukele, "autoritario". Pero a Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz-Canel rara vez se los describe como "ultraizquierda". A Petro y Lula se los llama "izquierda progresista", y a Pedro Sánchez, "socialista".

El lenguaje define el marco moral de la noticia. "Ultraderecha" no sólo ubica, sino que condena. "Progresista" no sólo describe, sino que absuelve. Así se construye una narrativa donde la derecha se asocia con el peligro y la izquierda con el matiz.

No se trata de mala fe. Es un reflejo estructural de la cultura del medio y de su público.

El periodismo progresista, al igual que el conservador, suele juzgar desde su propia fe secular. Pero cuando el periodista sustituye el testimonio por el juicio, deja de informar para comenzar a educar moralmente al lector.

En tiempos donde la propaganda se disfraza de análisis y la opinión se maquilla de información, el deber del periodista es resistir el impulso de calificar. Nombrar con precisión, sí; pero sin repartir absoluciones y condenas. Que el lector lo haga, no el periodismo.

El periodismo necesita menos dogma y más humildad.

 

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