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Perú: cuando el eje del poder se desplaza

Como Fujimori, Vizcarra y Castillo, Dina Boularte fue destituida en estos días. Desde hace tres décadas, la asombrosa inestabilidad de los presidentes peruanos obliga a preguntarse, como Vargas Llosa, ¿cuándo se jodió Perú?
Viernes, 24 de octubre de 2025 01:37
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La novela de Mario Vargas Llosa, "Conversación en la catedral" (1969) recién empieza. El protagonista, que se llama Santiago Zavala, está parado al lado de la Avenida Tacna, en el centro de la ciudad de Lima. Mientras la ve, se hace esta pregunta: ¿cuándo se jodió el Perú? (*)

Cuando esa novela fue publicada, no había República en el Perú. Un gobierno constitucional había sido derrocado por un golpe militar, cuyo líder, el general Juan Velasco Alvarado, tomó el poder y se mantuvo en él hasta el año 1975. No debiéramos descartar que esa sea la respuesta a la pregunta de Santiago. Pasa que no fue el último, pues lo sucedió otro hombre de armas, Francisco Morales-Bermúdez, hasta el año 1980. Recién entonces el pueblo peruano pudo elegir a un presidente, Fernando Belaunde Terry, quien gobernó hasta 1985.

En estos días en que una presidenta fue destituida por el Congreso, es posible que demos con una segunda respuesta a la misma pregunta. En particular, porque no fue la primera vez. Dina Boluarte es la cuarta máxima autoridad del país destituido por el cuerpo legislativo, en apenas veinticinco años. La precedieron en el desenlace Alberto Fujimori, Martín Vizcarra y Pedro Castillo -de quien Boluarte era la vice-.

Esta respuesta tiene datos complementarios. El presidente Pedro Kuczynski, en el año 2018, renunció cuando era inminente su destitución por el Congreso. Otros tres presidentes fueron investigados y juzgados por actos de corrupción: Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala. En el año 2019, estando en su casa, García se suicidó cuando la policía ingresaba para detenerlo.

Rápidamente, asoma una tercera respuesta. El 5 de abril del año 1992, mientras Fujimori era presidente, había girado al Congreso una iniciativa propiciando facultades excepcionales para el Poder Ejecutivo. El Congreso la rechazó y el presidente tomó la drástica decisión de disolverlo, intervenir el Poder Judicial y tomar medios de comunicación. Nadie puede ni siquiera dudar sobre el efecto devastador que tuvo hacer algo como eso, que sigue sin tener comparación posible, por lo menos hasta nuestros días.

Paralelamente, una cuarta respuesta pide paso. Durante la presidencia de Fujimori, las fuerzas armadas peruanas y sus grupos especiales consiguen capturar y enviar a prisión al temible líder del grupo terrorista autodenominado "Sendero Luminoso", que llevaba años empoderado en el departamento de Ayacucho, imponiendo su mesianismo violento a todos. Lo cierto es que fue punto para el presidente y para lo que vino después, porque Guzmán murió en la cárcel.

Como era previsible, Perú no da respiro. En reemplazo de Boluarte, el Congreso designó a uno de sus integrantes, José Jeri. Hasta poco antes de ser designado, tenía abierta una causa penal por abuso sexual. Se publicó en un medio peruano que, también antes de su ascenso a la presidencia, había cerrado unas mil cuentas de contenido sexual, con perfiles de mujeres y modelos.

Busquemos entre todos el acuerdo para dejar un poco más tranquilo a Santiago.

Por ejemplo, pongámonos de acuerdo en cuál es la forma de gobierno de la Constitución Política del Perú. Está vigente el texto de 1993. Desde su emancipación, el país tuvo otras diez versiones y reformas parciales a la original.

La forma de gobierno es la democracia representativa, que se ejerce entre tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. La idea es que cada uno ejerza las atribuciones que les da la Constitución; sigue que entre ellos se controlen, para que no haya predominio de uno sobre otro u otros. Pesos y contrapesos; check and balance.

La historia reciente del país muestra que la tendencia autoritaria que tuvo a Fujimori como su máxima expresión, cuyo punto de quiebre fueron las medidas a las ya nos refiriéramos, ha dado paso a otra. El poder lo tiene el Congreso, con todo lo que ello implica. Los partidos políticos desaparecieron o carecen de toda influencia. En el Congreso, predominan los acuerdos entre bloques y coaliciones, que son inestables y frágiles. Es una versión latinoamericana de los sistemas parlamentarios europeos, con primer ministro incluido. En esos países, ese cargo se obtiene por el acuerdo político entre coaliciones y se pierde por el mismo motivo. En los hechos, no muy lejos de estas tierras, se ha producido una mutación constitucional, una rara avis que sobreviene a la crisis entre la realidad y la vigencia de las leyes, incluida la Constitución.

El texto sigue dando al ejecutivo la conducción general del país. La realidad dicta que quien conduce el país es el Congreso y que, apenas el presidente se aparte de sus compromisos, lo remueve y nombra otro en su reemplazo. Lo mismo pasaría si se produjeran cambios en la composición de las bancadas.

En una primera mirada del tema elegido para esta nota, este columnista creyó que detrás de todo lo que le pasa al Perú, había un problema de crisis de la representación política. Con mayor detenimiento, cree que el problema es el desplazamiento del poder y un eje que se desplazó desde uno de ellos hacia otro. La inestabilidad política que sobreviene no es buena y los resultados que ha venido dando tampoco lo fueron.

No será fácil. Pero nuestro editor, que casi todo lo puede, intentará hacerle llegar estas respuestas a Santiago.

* Conversación en la Catedral transcurre durante la dictadura del General Odría de 1948 a 1956. A través de la conversación entre dos de los protagonistas (Zavala y Ambrosio) años después en un bar de Lima, La Catedral, se desarrolla una historia apasionante y atroz sobre los mecanismos de una dictadura y el sufrimiento de los peruanos. Una trama variada y amena, al tiempo que trágica, que muestra a un pueblo entero conducido, inexorablemente, a la frustración.

 

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