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El acoso escolar, la violencia que hiere a la víctima, a los atacantes y a los que los miran

El bullying es un drama social de nuestro tiempo y destruye la convivencia escolar. Lo mejor es prevenirlo y evitarlo. Porque la violencia perdura si no se aplica la mediación como práctica restaurativa.
Sabado, 20 de diciembre de 2025 00:59
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El acoso escolar es definido como el hostigamiento reiterado de uno o más estudiantes hacia otro(s), mediante acciones negativas.

La prevalencia del acoso escolar ha aumentado en las últimas décadas, ya que, si bien se han realizado diversos programas de intervención para abordar este fenómeno, no se han priorizado herramientas preventivas que, más que proponer una intervención, proponen un cambio en la cultura de la escuela.

El acoso escolar o bullying es el maltrato entre iguales, es decir, entre compañeros. Sus características son:

  • Comportamiento agresivo e intencionado
  • Repetición en el tiempo
  • Desequilibrio de poder o fuerza entre los protagonistas
  • Suele producirse sin que exista provocación alguna de parte de la víctima

La investigación del fenómeno, que preocupa a muchos países, ha dejado en evidencia que la violencia escolar puede afectar al agresor, al agredido y a los espectadores.

Se han elaborado diversos modelos de intervención para abordar el acoso escolar, con el objetivo de generar tanto un clima escolar de cooperación, construir una mirada negativa hacia la agresión en sí misma, Y desarrollar conciencia en los alumnos y profesores de los efectos negativos del acoso escolar.

Sin embargo, y aunque estas intervenciones han demostrado ser efectivas, el problema debiera abordarse de raíz y trabajarse desde los primeros años con una educación para la tolerancia, para la paz y la sana convivencia, procurando que el aula sea un lugar con un clima que prevenga las conductas agresivas y violentas, en lugar de actuar después de que el problema se encuentre presente y haya permeado negativamente en los involucrados.

Mediación educativa

La herramienta que se propone como la adecuada para resolver el acoso escolar es la mediación educativa. Un proceso para la gestión alternativa de conflicto, que proporciona a los involucrados sensación de pertenencia, reconocimiento y aceptación. Frente a la violencia y el conflicto, como los ocasionados por el acoso escolar, se han previsto esfuerzos educativos a favor de la paz, pues si se quiere llegar a ésta, habrá que prepararse para superar las dificultades y aprender a vivir serenamente; incluso cuando la lucha y los problemas forman parte de la vida.

Los adolescentes necesitan aprender a luchar sin odio y sin violencia. Esto, si realmente se quiere acabar con los innumerables conflictos, la violencia y las consecuencias.

Características del agresor

El agresor suele ser una persona que genera estrés psicológico en sus víctimas por medio del abuso y la intimidación, una personalidad agresiva, no solo con sus iguales, sino también con adultos, padres y/o profesores. Actúa por impulsividad y por una necesidad de dominar a otro, muestra escasa empatía hacia las víctimas y, finalmente, es posible que sea físicamente más fuerte en comparación con sus compañeros.

El psicólogo escandinavo Dan Olweus afirma que los agresores suelen tener deficientes habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos; no suelen ser muy populares, están frecuentemente rodeados de un grupo de dos o tres compañeros que lo siguen; también denotan una falta de control de la ira y un alto nivel de sesgos de hostilidad lo que hace que tienda a interpretar sus relaciones con los otros como una fuente de conflicto y los actos de los demás como una agresión hacia su propia persona.

El pediatra chileno Alberto Trautmann afirma que los agresores no siguen reglas, con baja tolerancia a la frustración y desafiantes ante la autoridad, cuentan con una buena autoestima, tienen una actitud positiva hacia la violencia, esperan crear conflictos en donde no los hay y no son capaces de empatizar con el dolor de la víctima, ni tampoco se arrepienten de sus actos. Asimismo, el agresor con frecuencia realiza comportamientos antisociales como abusar del consumo de alcohol, robar y puede tener una deficiente adaptación a las demandas de la escuela.

Características de la víctima

Para que un adolescente sea considerado víctima de acoso escolar el daño tiene que ser intencionado, repetido en el tiempo y darse dentro de una relación de desequilibrio de poder.

La duración del daño infligido diferencia el acoso escolar de otras formas de agresión, ya que es persistente en el tiempo. Es durante la educación secundaria cuando las víctimas del acoso toman mayor conciencia del daño que se les ha producido. En esta etapa, ese daño suele generarles reacciones negativas, irritabilidad, pánico, memoria repetida del episodio y falta de concentración. Si el acoso continúa es probable que se produzcan también sentimientos de soledad, depresión, ansiedad y pérdida de seguridad personal.

Fuensanta Cerezo Ramírez es una reconocida psicóloga y académica española experta en bullying. Según su descripción, entre las características que presentan las víctimas de acoso escolar, se ha encontrado que la edad suele ser menor que la de los agresores, suelen presentar complexión débil u obesidad, su rendimiento académico es mayor al de los agresores y aun así es medio-bajo. En general muestran alto nivel de timidez y ansiedad, lo que se traduce en retraimiento social. Muestran tendencia al disimulo, tratan de aparentar ser mejores de lo que son. Sus relaciones familiares son algo mejores que la de los agresores, aunque no llegan a ser "buenas". La víctima suele ser ansiosa e insegura; usualmente son jóvenes cautelosos, sensibles y silenciosos que cuando son atacados tienden a reaccionar a través del llanto. Asimismo, tienen una actitud negativa hacia la violencia en sí misma.

Características del observador

El papel de observador ha sido estudiado en menor medida que el del agresor o víctima. Los estudios más recientes se interesan por este papel, suponiendo que aun sin una activa implicación, se produce un efecto de insensibilización ante la violencia, inhibición y disminución de altruismo, características opuestas a los objetivos que se plantean las instituciones educativas, e indeseables para la prevención y afrontamiento de la violencia escolar.

Olweus define a los observadores como aquellos alumnos que, aunque no participan directamente en las peleas y la violencia hacia una víctima, más son testigos de los hechos.

Se han tipificado hasta cuatro roles diferentes, según el grado y el tipo de implicación:

  1. Activos: Ayudan o apoyan al agresor.
  2. Pasivos: Refuerzan indirectamente al agresor, por ejemplo: sonriendo, dando muestras de atención.
  3. Prosociales: Ayudan a la víctima.
  4. Espectadores: No hacen nada, pero observan la situación.

Observaciones realizadas durante los recreos de alumnos de entre 6 y 12 años registraron que los compañeros están presentes y observan el 85% de los episodios de violencia que se producen.

En muchos de estos casos refuerzan al agresor, y se muestran más respetuosos y amistosos hacia el agresor que hacia las víctimas. En otros estudios con alumnos de secundaria, se encontró también que casi la mitad del grupo de espectadores no pensaba hacer nada por ayudar si veía algún episodio de violencia entre iguales. Se ha demostrado que, en muchos de esos casos, es el temor para convertirse en blanco de venganza del agresor o su grupo lo que restringe al alumno de ayudar e impide que haga algo para detener la violencia.

El rol de la escuela

Las pautas generales para las instituciones educativas para construir la cultura de la mediación y la educación de la paz son:

1. Construir relaciones: La sana convivencia no es algo que se da por sí sólo, sino que es algo que se construye. Sin restañar heridas, los conflictos vuelven y vuelven porque no se han resuelto. Las relaciones tienen una variabilidad infinita, ya que dependen de las personas que las protagonizan, el momento, el entorno, las circunstancias, etcétera, y además por su carácter dinámico se encuentran en constante cambio

2. Fomentar comunicación: relacionarse es comunicarse. La forma es tan importante como el contenido; el mensaje que se recibe viene determinado por las palabras, pero también por la intencionalidad, por el lenguaje no verbal, por las actitudes y las creencias tanto del emisor como del receptor. La comunicación no es una secuencia lineal sino un círculo. La comunicación debe ser orientada hacia comportamientos ganar/ganar; primero se debe comprender y después ser comprendido, como hábito comunicacional; hay que sinergizar y generalizar la comunicación al conjunto de la organización.

3. Dinámicas y progresión del conflicto: Una de las aportaciones fundamentales de la cultura de la mediación y de la resolución de conflictos es la comprensión de que la parte más agresiva de los conflictos es una fase de un proceso que puede haberse iniciado mucho antes y que evolucionará posteriormente. Por lo tanto, la resolución del conflicto implica no sólo una actuación puntual, sino una actuación para la mejora de las condiciones a fin de que el conflicto no se repita y para encontrar soluciones específicas para el aprendizaje de hábitos y conductas que sean de convivencia. La Unesco tiene una definición sumamente inspiradora para todas las convivencias humanas, y que convoca al ámbito escolar : "Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres, donde deben erigirse los baluartes de la paz".

 

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