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¿Es posible asociar, imaginar y evocar, en el desarrollo de ciertas escenas chavistas que en estos días relata The New York Times, los últimos días de quien fuera, décadas atrás, el capo más buscado del mundo, Pablo Escobar?
La proyección del narco colombiano, de guarida en guarida, hasta que abatido durante su enésimo y último intento de fuga, no parece excesiva y luce en consonancia con las medidas tomadas por Maduro. La imagen, incluso, tiene razón de ser considerando que el presidente Trump acusa al dictador Maduro de dirigir un cártel "narcoterrorista" que inunda Estados Unidos de drogas. Nicolás Maduro está huyendo en una carrera hacia ningún lugar.
Donald Trump ha estado lanzando "bombas verbales" y "bombas retóricas" contra el 'Stalin bananero', afirmaba el escritor peruano Jaime Bayly en las últimas horas para indicar que, según los anuncios ruidosos y soeces provenientes de Washington, el tiempo de Nicolás Maduro y los suyos se ha agotado y en breve habrá una acción militar en territorio venezolano. Nicolás Maduro ha tomado medidas para tratar de salvaguardar su vida según el reportaje más reciente de The New York Times publicado este martes.
The New York Times filtró en días pasados que el presidente Donald Trump había sostenido una llamada con Nicolás Maduro. El gobierno americano tuvo que admitirlo. Días más tarde se supo que la llamada habría tenido lugar el 21 de noviembre y durante esa tensa comunicación, Maduro habría recibido un ultimátum para abandonar Venezuela, disponiendo de algunas prerrogativas, como buscar protección y asilo en algún país aliado del régimen de Caracas (Turquía, Rusia, etc.,), garantías para su seguridad y no persecución por parte del gobierno estadounidense durante el escape a su exilio. El plazo establecido por Washington fue de una semana y expiraba el viernes pasado. Maduro sigue en Venezuela y si Trump no actúa , la credibilidad americana quedará en tela de juicio y el chavismo sabrá que la de Trump fue una amenaza más, una amenaza vacía como tantas otras que ha recibido el régimen en estas décadas.
Los fantasmas de un dictador
El reportaje de The New York Times publicado este martes, deja constancia de que Nicolás Maduro realmente sí teme por su vida y ha reforzado su esquema de seguridad personal, apoyándose en Cuba, no confía en absoluto en sus coterráneos, y también debe cambiar de cama constantemente. "El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha reforzado su seguridad personal, incluido un cambio de camas, y se ha apoyado en Cuba, un aliado clave, en medio de la creciente amenaza de una intervención militar estadounidense en el país, según múltiples personas cercanas al gobierno venezolano", sostiene el medio estadounidense.
Las fuentes cercanas al régimen de Caracas han indicado al diario americano que, pese a la atmósfera de tensión y preocupación en el círculo cercano al mandatario, el presidente cree tener el control y tener la capacidad de superar la mayor amenaza que ha recibido en 12 años, desde que asumió el mando. Maduro ha intensificado sus medidas de protección desde septiembre. "Las siete personas cercanas al gobierno venezolano entrevistadas para este artículo hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias o porque no estaban autorizadas a hablar públicamente. El Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información de Venezuela, que gestiona las consultas de prensa para el gobierno, no respondió a una solicitud de comentarios para el artículo", precisa el Times.
Para protegerse de un eventual ataque de precisión o de una incursión de las fuerzas especiales, Maduro cambia constantemente de cama y de teléfono, es decir, duerme en lugares diferentes y usa diferentes teléfonos móviles. Y también ha querido reducir el riesgo de traición, por tanto, ahora tiene más guardaespaldas cubanos en su equipo de seguridad personal, además de incorporar más agentes de contraespionaje cubanos al ejército venezolano, según dicen las fuentes del chavismo al Times.
Apariencia de seguridad
De activista comunista, conductor de autobús, organizador sindical a ministro de Relaciones Exteriores y dictador de Venezuela, Maduro, de 63 años, hoy trata de mantener y proyectar su imagen descontracturada en público, restando importancia a las amenazas de Trump. Baila, publica vídeos, luce relajado y asiste a eventos públicos sin previo aviso. Si bien el bombardeo de "relaciones públicas" ha caracterizado su gestión de los últimos años, el presidente venezolano, en esta coyuntura, "ha reducido su participación en actos programados y transmisiones en directo, y los ha sustituido por apariciones públicas espontáneas y mensajes pregrabados". "Y más rumba. ¡Hasta que el cuerpo aguante!", ha dicho este lunes, para luego bailar al ritmo de una rápida melodía electrónica. "No a la guerra, sí a la paz", resonaba su voz. Mientras tanto, "Un francotirador custodiaba el escenario", precisa el medio.
Washington ha combinado amenazas de una intervención militar con sugerencias de una eventual solución diplomática. Trump y Maduro hablaron por teléfono en noviembre para discutir una posible reunión. Previamente, a principios de este año, Maduro mantuvo reuniones con enviados de Trump para discutir su salida del poder, pero las conversaciones no dieron lugar a un acuerdo y Trump intensificó la presión militar, contextualiza The New York Times.
El recuento rápido de errores e imbecilidades, hechas y dichas por Maduro, a través de los años, ha llevado a subestimar su voracidad de poder y "un despiadado instinto político" que le ha permitido sobrevivir, a un precio muy alto para los venezolanos y que ha incluido el terrorismo de Estado y el obsceno fraude electoral de 2024, en una elección que perdió por casi 40 puntos porcentuales.
Maduro ha sobrevivido al desplome del 70 % del producto interno bruto per cápita de Venezuela, a varias oleadas de protestas nacionales masivas y a diversos complots, intentos de golpe de Estado, derrotas electorales y hasta un intento previo de Trump para derrocarlo. "Para mantenerse en el poder, Maduro ha recurrido a una represión letal, a la política clientelista, al desprecio de las leyes y a una comprensión innata de la cruda esencia del poder, una cualidad que incluso sus adversarios han llegado a reconocer a regañadientes. Tras la muerte de Chávez en 2013, Maduro utilizó tácticas estalinistas para afianzar su control sobre el conflictivo movimiento socialista de Chávez, conocido como chavismo (…) La supervivencia política de Maduro se ha producido a costa de la democracia de Venezuela", puntualiza el diario americano. Todas estas, realidades y hechos consumados que no hay que perder de vista cuando el jefe de ese clan, de esa mafia, de ese narcoestado, encuentre su final, ya sea por la vía diplomática o por cuenta de la intervención militar de la que se presume no saldrá ileso.
* Clara Riveros es politóloga y analista. Es autora de Sexo, pudor y poder. Debates del siglo XXI en el norte de África (Alhulia, 2021) y Autocracia, democracia y constantes vitales en el reino magrebí (Alhulia, 2023)