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Dos niños, víctimas de la inhumanidad terrorista

Domingo, 23 de febrero de 2025 00:44
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El mundo está siendo testigode una macabra celebración del terror provocada porel fanatismo extremo. El sadismo puesto de manifiesto por los enmascarados de Hamás al entregar los cadáveres masacrados de los niños argentinos Ariel y Kfir Ribas, y enviando los restos de una anciana palestina en lugar de los de su madre, Shiri, remite directamente a la maldad absoluta del nazismo y a las prácticas más atávicas de las guerras bárbaras.

El exhibicionismo de los crímenes más sangrientos, difundidos intencionadamente por los asesinos es, en las últimas décadas, una práctica sistemática de los terroristas sunitasde Al Qaeda y el Estado Islámico, autores de videos truculentos difundidossimplemente para mostrar el daño y la impiedad absoluta que son capaces de ejercer.

¿Qué otra intención podía impulsar a los terroristas de Hamas, con el apoyo del gobierno chiita de Irán y de su brazo político militar en el Líbano, Hezbollah, cuando perpetraron la orgía de 1200 muertes, violaciones y secuestrosde la noche del 7 de octubre de 2023, cuando miles de milicianos invadieron quibutzcercanos a la frontera con Gaza?

Esto es mucho más que una guerra. Es erróneo y disparatado atribuirlo al Corán y a los mandatos de Alá. El fundamentalismo religioso no es un matiz de la fe sino, simplemente, un instrumento político de dominación que utilizan autócratasy farsantes. Ocurre en todas las religiones, y no solo en el Islam.

El espectáculo obscenode terroristas enmascarados que celebran la entrega de cadáveres de niños y adultos con salvas de victoria se potenció esta vez a llevar a menores de diez años a festejar con cantos, risas y aplausos el asesinato de Ariel y Kfir.

No es la religión, y ni siquiera la guerra. Es lo que el psicólogo y pensador judío Erich Fromm describió como "la anatomía dela destructividad humana", una obra donde analiza las conductas necrófilas de Adolph Hitler y sus consecuencias, los campos de exterminio. Desde la omnipotencia, el dictador de uno de los países más cultos de Europa ordenó la creación de campos de concentración donde judíos, gitanos y personas ajenas a la "raza aria" fueron utilizados como ratas de laboratorio, sometidos al hambre, la enfermedad y la locura antes de ser incinerados en los hornos macabros del nazismo.

El antisemitismo hitleriano sedujoa muchos occidentales de su tiempo y se puso de manifiesto en la Argentina, donde la organización ultraderechista Tacuara hizo del asesinato de judíos un método de campaña.

En estos días, en una sorprendente confusión ideológica y, también, con una dosis de necrofilia, un docente del colegio Carlos Pellegrini, festejó la tragedia. "Ahora más que nunca, muchos Bibas", fue el mensajedel profesor Guido Saá.

Pero sondemasiados los que encuentran en estas exhibiciones de odio una reivindicación del pueblo palestino. Con la destrucción de las ideologías producida en la Argentina posmoderna, la ultraizquierda trotskista, el progresismo frívolo y los resabios de la derecha pronaziconfluyen para justificar el uso criminal de la violencia. El ataque de Hamas, el 7 de octubre, fue una declaración de guerra que utilizó como escudo al pueblo palestino

El gobierno iraní fue absolutamente claro: Israel -y EE. UU.- para ellos es Occidente, el eje del mal; el feminismo y el orgullo gay son la obra de Satán. Por eso es "el enemigo". No obstante, los organismos internacionales cierran los ojos y acusan a Israel de genocidio por las consecuencias de la guerra que inició Hamas. Prefieren ignorar la conducta terrorista. Toda guerra es un crimen de lesa humanidad, pero la ONU debería reaccionar con lucidez frente auna amenaza a la paz mundial que hace renacer el odio racista en el planeta.

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