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Así es imposible ponerse en carrera

Jueves, 10 de julio de 2025 01:54
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Al país le falta demasiado para tomar un rumbo de crecimiento y desarrollo equilibrado como el que espera la gente. Y un punto central consiste en generar confianza entre los ciudadanos, en los inversores y en los otros países. Hace tiempo que esa confianza ni se insinúa.

El desmadre fiscal que se gestó desde 2001 tras la salida de la Convertibilidad es la matriz de la incertidumbre. La prometida epopeya del socialismo del siglo XXI dejó al país divorciado de la política. Los 19 meses de Javier Milei, con inflación desacelerada, superávit fiscal y una exaltación de la motosierra brindaron al presidente un crédito para su gestión.

Pero no hay que engolosinarse: los milagros no existen. El líder evangélico de Chaco, amigo de Milei, Jorge Ledesma, aseguró que por una decisión sobrenatural $100 mil se convirtieron en US$ 100 mil, y que un anillo de plástico se transformó en diamante. La Justicia de su provincia, escéptica, lo investiga por evasión y lavado de dinero. Es cierto que, sin una política de austeridad que elimine el gasto innecesario, que financie servicios genuinos y sostenga al personal imprescindible es una necesidad ineludible. Seguir prometiendo maná del cielo y financiándolo con emisión de moneda y títulos espurios sería recaer en el ciclo del eterno retorno que en diciembre de 2023 nos dejó en una crisis de estanflación.

Pero estamos muy lejos de sentirnos encaminados hacia un futuro de equilibrio social, desarrollo educativo y trabajo decente. El Gobierno pide confianza ciega. Invoca a teóricos del liberalismo extremo, como Milton Friedman, Murray Rothbard y Robert Lucas, pero con eso no termina de dar respuesta sobre cómo encaminará el desarrollo energético del país, con severo retraso en materia de inversión en infraestructura y con algunas fuentes de generación eléctrica que ingresaron en la obsolescencia. Lo mismo pasa con el desarrollo tecnológico, la investigación científica y la exportación de alimentos y productos industriales. Son deudas pendientes que lo pueden dejar a mitad de camino.

Nadie olvida que los experimentos financieros y las crisis endógenas son periódicas en la Argentina.

La furia presidencial de estos días que lo llevó a pelearse con todos los gobernadores, acusándolos que querer destruir al país, es la menos recomendable de las estrategias. Los gobernadores tienen sus razones para negociar soluciones con el presidente. Es probable que ellos tengan el ajuste pendiente. Pero también es cierto que en casi veinte meses de gestión hubo tiempo de sobra para comenzar a esbozar una reforma tributaria en serio, que abarate el costo impositivo a la producción y a los servicios, y modifique el régimen de coparticipación de tal modo que estimule un cambio sustancial en el sistema de reparto: que el IVA absorba a impuestos y tasas locales y que sean los gobernadores quienes recauden. Así, serán ellos los que estén preocupados por aumentar el PBI de cada provincia.

Con el nivel de enfrentamiento registrado ayer, lo más probable es que el oficialismo pierda en el Congreso una doble batalla: los aumentos a los jubilados y la prórroga a la ley de discapacidad, además de sancionar la coparticipación de los ATN y del impuesto a los combustibles.

Es probable que Milei logre una elección exitosa en octubre, y que el kirchnerismo sufra un cimbronazo. Pero nada le garantiza a Milei que pueda gobernar sin aliados hasta 2027.

La conmemoración de la Independencia encontró al país más dividido que en los últimos 42 años. Dividir para reinar es una estrategia palaciega, pero no sirve para la democracia.

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