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La Suprema Corte de Mendoza dispuso la realización de un estudio sobre el estrés y el descanso de los jueces penales. La información fue publicada en Clarín el 28 de junio por la periodista Roxana Badaloni. Un tema original y polémico. Original porque parecía que no existen antecedentes nacionales sobre el motivo del estudio. También lo fue porque el título de la nota ya lo anticipaba: "Polémica por un estudio para medir el sueño de jueces penales". La bajada decía: "Lo impulsa la Suprema Corte de Justicia de Mendoza para analizar de qué manera ese factor incide en sus decisiones. Quejas del gobernador Cornejo".
La Suprema Corte de Mendoza decidió elegir a un científico de la Universidad de San Andrés, Diego Golombek, para que desde el 7 de julio comience a hacer un estudio sobre la calidad de sueño de los jueces penales, sus niveles de estrés y de ansiedad. Con ello se intentará establecer si ello influye en sus decisiones. Antes de esa fecha, hubo dos reuniones informativas.
Golombek es investigador y divulgador. Dirige el Laboratorio Disciplinario del Tiempo y la Experiencia de la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires. Fue consultado por la periodista sobre algunos aspectos del estudio. Le dijo que la primera parte sería gratuita, porque era un ensayo piloto que se acordó con la Suprema Corte de Mendoza. Si continuara, habría que buscar financiación.
La práctica consistiría en que, durante dos semanas, los doce jueces penales, voluntariamente, utilizarán una pulsera electrónica en una de sus muñecas, que se llama "actímetro" y es un dispositivo del tamaño de un reloj que se lleva en la muñeca y se utiliza para medir la actividad física y los patrones de sueño de una persona. Además, todos ellos completarán una encuesta sobre sus hábitos de descanso.
La pulsera monitorea al ritmo circadiano -n.d.r: perteneciente a un período de aproximadamente veinticuatro horas- de cada persona y el sueño durante ese tiempo. Así se intentará relacionar el descanso de los jueces con las decisiones que toman en casos penales. El responsable del estudio aclaró que no se valoraría el desempeño del juez sino el tipo de decisiones que toma.
Ya con la decisión tomada y en curso de ejecución, hubo opiniones a favor y opiniones en contra. Opinaron a favor dos jueces de la Suprema Corte, doctores Mario Adaro y José Valerio. Explicaron que en toda organización humana es prioritaria la salud mental, la seguridad emocional, el clima laboral y el bienestar, todo lo cual pasa a ser parte de la agenda. De su parte, el juez Adaro destacó que el estado anímico es clave si lo que se debe decidir es sobre la libertad y los bienes de la ciudadanía. Valerio prefirió justificar que fueran esos jueces penales y no otros, diciendo que son como médicos de guardia, que están en la trinchera.
La oposición del gobernador
El gobernador de la Provincia, Alfredo Cornejo, se manifestó frontalmente en contra del estudio y del proyecto. Considera que los jueces deben trabajar más horas y empatizar con las víctimas. Criticó que los jueces penales no hagan audiencias por la tarde, lo que considera esencial porque en la Provincia de Mendoza hay un sistema acusatorio para el proceso penal y rige una ley de flagrancia, que exige más dedicación de jueces y fiscales.
En línea con el pensamiento crítico de Cornejo, opinó su ministra de Seguridad, Mercedes Rus, para quien y sin perjuicio de que haya una base científica para decir que el sueño influye en el rendimiento (de los jueces penales), más que el descanso le preocupan las horas de realidad de algunos jueces.
Estamos ante un tema que admite leerse y pensarse desde varias miradas. El sueño de los jueces penales de Mendoza será valorado de acuerdo al resultado del aparato que les coloquen y también, de acuerdo con otros datos que llenarán en planillas cada uno de ellos. En verdad, el problema es más profundo, porque forma parte del estado general de la salud física y mental del juez, de todo juez, porque cuando se presenta alguna enfermedad, los dos aspectos anteriores se resienten. Lo mismo pasará con el sueño. Nadie mejor que el juez para saber si conserva la aptitud física y mental para hacer lo que hace, todos los días, desde enero a diciembre de cada año. Por eso, será él quien mejor vele por su salud, quien sea consciente de la importancia de su descanso para hacer justicia bien y legalmente, todos esos días, y en todos los casos. Cuando llegue el momento en que la salud da señales de cansancio, hay licencias para pedir. Cuando sea algo más, hará un examen de conciencia de fin de ciclo y se retirará de la función, que no da treguas ni descansos por sí sola.
Otras perspectivas
Este cronista tiene en su poder archivos de toda clase referidos al Poder Judicial, de sus instituciones y a los jueces en particular. Le ha costado encontrar antecedentes de un estudio como el que es tema de esta nota. Lo más parecido fue en un viejo curso que el doctor Ricardo Li Rosi dictara a pedido de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional.
En la quinta parte de la exposición, se refiere al Stress Judicial y a sus causas: 1) La transición hacia el rol; 2) La soledad en la función; 3) la carencia de apropiada evolución laboral; 4) exceso de información; 5) crisis de la edad media; 6) carencia de controles adecuados; 7) incidencia espiritual de los casos; 8) críticas sociales injustas; 9) carga de las decisiones, 10) demanda emocional de las partes; 11) carencia de recompensa suficiente; 12) disciplina judicial y reglas éticas estrictas.
El stress judicial es poco menos que inevitable si el lector retrocede al mismo curso de Li Rosi y encuentra ciertas exigencias que él menciona como presupuestos para ser un buen juez: 1) saber cómo encontrar y aplicar la ley; 2) adquirir hábitos y disciplinas de trabajo: 3) templanza de carácter para adoptar decisiones impopulares; 4) entender el sistema de relaciones en el tribunal y con el foro; 5) aceptar el dilema de obligaciones en conflicto.
A más exigencias, el estrés aumentará. Suponga que el juez, frente al espejo más próximo, encuentra este listado de las cualidades que se espera que tenga: 1) magnanimidad, que es grandeza y elevación de ánimo; 2) coraje moral; 3) honorabilidad; 4) piedad; 5) paciencia; 6) habilidad para comunicarse; 7) decisión; 8) innovación; 9) mentalidad abierta; 10) concisión (brevedad y economía de medios en el modo de exponer un concepto con exactitud); 11) dignidad; 12) honestidad e integridad.
Todo esto se explica asumiendo que es muy difícil ser un buen juez. Así y todo, deberá seguirse formando y buscando nuevos jueces. Incluso, en días como los que hoy vivimos en nuestro querido y castigado país. Tan cierto como eso que a la luz le sucede la oscuridad, y viceversa, son estas palabras que encontré entre viejas notas, escritas hace años por un viejo abogado a la carta de lectores del otrora diario "La Prensa", de Buenos Aires, y a la que tituló "Un juez". Este colega, Jorge Silvio Colotto, dijo sobre los jueces que en tiempos de libertad, cuando distintas corrientes políticas soplan de todos lados, el juez se encuentra expuesto como el árbol en la cumbre de la montaña. Si el tallo no es sólido, corre el riesgo de inclinarse al soplo de cada uno de los vientos.
Pero necesito decir algo más, ahora citando a otro colega, Ernesto Sanmartino, quien en pocas y elocuentes palabras reseñó lo que debiera ser un juez, que juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes – un debiera ser que excede en mucho sus horas de sueño y las de descanso-. Dijo: "…se necesita un juez con un inconmovible sentido ético; se necesita un juez con una notoria vocación por el derecho, que es la prevalencia de la razón fundada en principios morales; se necesita un juez que tenga, más que la ciencia, la conciencia del derecho; se necesita de un juez como aquel buen juez Magnaud, del que nos habla Anatole France, a quien el espectáculo de una injusticia le nublaba el sol y la tierra y lo arrancaba de los pies del crucifijo que presidía sus audiencias para hundirlo en un mundo sin música y sin astros…"