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28 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Filosofía de entrecasa

Lunes, 28 de julio de 2025 01:47
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Estamos viviendo en un mundo convulsionado, donde cada día surgen más situaciones de conflicto. En ese mundo existe buena gente (los menos) y existe mala gente.

Los argentinos somos probadamente cíclicos y por eso no avanzamos. Volvemos a repetir una y mil veces lo mismo, adentrándonos en círculos viciosos de nunca acabar. Basta con escuchar los monólogos de Tato o al gran Discepolín con su Cambalache, ya sea interpretado por Julio Sosa o en la versión de un Serrat al que la música no ha podido imponerle fronteras.

La expectativa le da un marco de esperanza a los cambios, pero al final la realidad vuelve a repetirse y los cambios son para no cambiar; nada cambian, son meros gatopardismos.

Tomando palabras de Baby hemos alcanzado una degradación genética, que no cubre ni los procederes ni las formas. Antes había una retórica, un compromiso, una mentira más cubierta que hacía caer en el disimulo situaciones que se iban registrando.

Ahora los insultos, las agresiones, y un vocabulario soez están a la orden del día, desnudando una sociedad calamitosa desde lo más alto y ni aun así la reflexión llega a apoderarse de nosotros.

Nos siguen llevando como rebaño. Sino ¿cómo se explica que quienes fueron causantes comprobados de haber destruido la economía, la educación, la cultura y todo lo que estuvo a su alcance, se presenten hoy como salvadores del desastre que provocaron?

¿Por qué resulta tan difícil que la gente no vuelva a caer en el engaño?

Qué nos quedó de la lectura de un buen libo, de un Antonio Machado, de Miguel Hernández o de tantos otros iluminados de espíritu que nos podrían guiar por el camino de la lectura, la cultura, y el entendimiento racional.

¿Cuándo dejamos de buscar la libertad auténtica y nos enredamos con la mística de unas denominadas fuerzas del cielo y su declamada libertad que no es tal?

¿Cómo puede concebirse que nuestro presidente avale y hasta promocione a un pastor que dice haber convertido pesos en dólares? Y haya gente que pague para verlo y escuchar tamañas sandeces.

Ese mismo presidente es el que dice que la Fe nos va a salvar, cuando se le han terminado todos los argumentos y recursos dotados de credibilidad terrenal.

¿Somos acaso Quijotes de una lucha equivocada? o ¿hemos amanecido de un insomnio que nos ha hecho perder la razón y peor aún, el sentido común, algo tan elemental y necesario en estos tiempos de crisis?

Tiempos aciagos se avecinan, una vez más, porque una incipiente aunque no menos meritoria mejora en la economía no puede calificarse como "milagro económico". El saco le queda demasiado grande y además ese término, mantengámoslo en el orden bíblico.

Hay realidades que duelen a todos los argentinos, más allá de los jubilados, bandera de todos los oportunistas, entre los cuales vemos a los que ayer negaron el 82% móvil y hoy, dueños de una notable hipocresía, se desgarran vestiduras, y miran para otro lado.

Debemos reconocer que fracasamos. Perdimos cuando dejamos de creer en Dios para darle crédito a los chamanes, videntes y charlatanes de todo tipo y pensar, permítaseme la expresión, que por cambiar de monta ganaríamos la carrera.

No encontraremos la solución con un "Argentina levántate y anda" que suena bien pero que no alcanza; necesitamos algo más.

Necesitamos una persona proba, de mano dura, sin ambiciones de poder y que rememore a argentinos como Belgrano, Güemes o San Martín, Elpidio González o Arturo Illia, por citar solo algunos, ya que también ha habido otros que desde el anonimato hicieron la Argentina grande del ayer, que añoramos y necesitamos hoy.

 

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