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27 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Bolivia, un cambio histórico tras el declive de Evo Morales

El gobierno de izquierda que hegemonizó los últimos veinte años de la historia del país termina abatido por el naufragio económico, la fractura interna y al borde de la guerra civil.
Miércoles, 27 de agosto de 2025 01:35
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La primera vuelta de la elección presidencial boliviana marcó un hito histórico que trasciende las fronteras del país del Altiplano y abre un nuevo ciclo cuyas características definitivas, todavía inciertas, recién empezarán a divisarse con claridad con el resultado del balotaje, a realizarse el 19 de octubre. El viraje implica, ante todo, una rotunda derrota para el declinante "eje bolivariano" y marca el triste final del mandato del presidente Luis Arce y el agotamiento definitivo de un ciclo de veinte años, iniciado con la victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales de 2005 y que encuentra hoy al fundador del Movimiento al Socialismo (MAS) refugiado en su bastión cocalero del Chapare para eludir una orden de detención por una acusación judicial de abuso de menores y trata de personas.

Este verdadero giro copernicano coincide con una crisis económica de enormes proporciones cuyas consecuencias repercuten en el nivel de vida de una población afectada por los frecuentes cortes de electricidad y el desabastecimiento de combustibles y otros productos esenciales. El déficit fiscal asciende al 10% del producto bruto interno, la deuda pública trepó al 95% del PBI y las reservas del Banco Central apenas alcanzan 165 millones de dólares frente a los 15.000 millones de dólares del 2014.

La crisis económica fue acompañada por la descomposición del sistema gobernante, expresada en la brutal confrontación entre Morales y Arce, su ex Ministro de Economía y ex ahijado político, que pujaban por la candidatura presidencial del oficialismo. El resultado fue un clima de violencia lindante con el caos social promovido por los acólitos de Morales en reclamo contra la declamada "proscripción" de su candidato que generó una situación de virtual ingobernabilidad. Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Morales y el intelectual más lúcido de la izquierda marx-indigenista, describió lapidariamente el conflicto y sus consecuencias: "Un mediocre economista que está por casualidad como presidente y que creyó que podía desplazar al líder carismático indígena proscribiéndolo electoralmente. Por el otro, el líder que, en su ocaso, ya no puede ganar elecciones, pero sin cuyo concurso tampoco se gana y que se venga ayudando a destruir la economía sin comprender que en esta hecatombe está destruyendo su propia obra".

En este contexto, la izquierda quedó marginada de la competencia. El balotaje enfrentará al ex presidente Jorge Quiroga, que en la primera vuelta obtuvo el 27% de los sufragios, con Rodrigo Paz Pereira, un "tapado" que sin haber figurado en una posición destacada en ninguna de las encuestas preelectorales protagonizó en los días previos a la elección un meteórico ascenso que le permitió ocupar el primer lugar con el 32% de los votos y sorprender a los más calificados observadores, que ahora coinciden en considerarlo el amplio favorito para la compulsa de octubre.

En un escenario de enorme fragmentación política, el tercer lugar en la primera vuelta correspondió al empresario derechista Samuel Doria Medina, con el 19,5%, recién el cuarto puesto a Andrónico Rodríguez, el postulante más votado de la izquierda, que alcanzó el 8,2 %, seguido por el conservador Manfred Reyes Vilas con el 7% y por Eduardo Del Castillo, candidato del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), con apenas el 3,2%. El voto nulo, propiciado por Morales en protesta por la inhabilitación judicial de su candidatura, trepó al 19%.

Paz Pereira, nacido en Tarija y enrolado hoy en el Partido Demócrata Cristiano, es hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, también tarijeño, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) en la década del 70 y vicepresidente del mandatario izquierdista Hernán Siles Suazo entre 1982 y 1984. Paz Zamora accedió a la primera magistratura en 1989, ungido por el Congreso y a pesar de haber salido tercero en las urnas, gracias a un salto acrobático que le valió el inesperado respaldo del general Hugo Banzer, que había sido presidente del régimen militar instaurado en 1971 y al que luego retribuyó con su apoyo en las elecciones que llevaron a éste a la presidencia constitucional en 1997.

Pero Paz Zamora es, a su vez, miembro de una dinastía iniciada por su tío segundo, Víctor Paz Estenssoro, jefe de la Revolución Boliviana de 1951, cuya trayectoria también experimentó un tránsito poco común que lo llevó desde la nacionalización de los yacimientos minerales, principal fuente de ingresos de Bolivia, ejecutada en su primera presidencia (1952-60), a su privatización, implementada en su tercer mandato (1985-1989), cuando aplicó un plan de estabilización elaborado por un equipo asesor integrado por el economista estadounidense Jeffrey Sachs, el chileno Felipe Larraín, quien años después fue Ministro de Economía en el gobierno conservador de Sebastián Piñera, y el argentino Martín Redrado. Su hijo Rodrigo hace honor a esa historia de pasaje desde la izquierda hacia el realismo económico. Nacido en 1968 en España, donde su padre había partido exiliado durante el régimen militar encabezado por el general René Barrientos, vivió en diferentes países, estudió en colegios jesuitas y volvió a Bolivia en 1982. Ingreso a la política activa en 2002. Fue intendente de la ciudad de Tarija en el período 2015-2020 y actualmente es senador por ese departamento. En 2016, pese a estar en la oposición al MAS, tuvo una activa intervención en favor del "sí" en el referéndum para reelección de Morales.

Pero cuando Morales desoyó el mandato negativo de aquella consulta popular e insistió en postularse para la presidencia, Paz Pereira volvió a alejarse del líder cocalero y, siempre con un perfil propio, engrosó las filas de la cada vez más nutrida oposición boliviana. Su plan de gobierno, sintetizado en la consigna de "capitalismo para todos, no para unos cuantos", confronta con el estatismo de los gobiernos del MAS pero se diferencia también de la derecha tradicional, encarnada por su rival Quiroga, que fue vicepresidente de Banzer.

El plan de gobierno de Paz Pereira, apodado "platita para todos", incluye el otorgamiento de créditos accesibles para las familias de

menores ingresos, facilidades tributarias para el blanqueo de la actividad informal (columna vertebral de la economía popular boliviana), la eliminación de los aranceles para los productos no fabricados en Bolivia, la privatización o el cierre de las empresas públicas deficitarias y una redistribución de los ingresos públicos a favor de los gobiernos regionales y en detrimento del poder central.

Hacia una nueva época

Un valor agregado para la victoria de Paz es su compañero de fórmula: el capitán Edman Lara, nacido en Cochabamba, retirado de la policía, que hizo furor en las redes sociales con sus denuncias contra la corrupción en las fuerzas de seguridad: "las clases subalternas están con el capitán Lara y los altos mandos están temblando", proclamó el candidato, conocido popularmente como "El Capitán".

En 2023, tras el triunfo en la Argentina de Javier MIlei, la consultora de opinión Coolosa hizo una encuesta acerca de quién podría ser el "Milei boliviano". Lara ganó esa votación con el 21,6% de los votos, muy por encima de otros dirigentes de la oposición. El acompañamiento de Lara fue decisivo para volcar el apoyo a Paz en una franja de antiguos votantes de Morales.

Pero para el balotaje Paz cuenta también con el significativo respaldo del multimillonario boliviano Marcelo Claure, residente en Miami y dueño del popular club de fútbol Bolívar, que fue el financista de la campaña de Doria Medina y ahora avala la decisión de su protegido de apoyar a Paz en la segunda vuelta.

Claure, con cuantiosas inversiones en Bolivia, convocó meses atrás en Miami a una reunión de figuras de la oposición para presentar un ambicioso programa de gobierno destinado a servir como base para un acuerdo de gobernabilidad para la etapa post-Morales, basado en el aliento a la inversión privada y la liberación de las fuerzas productivas para permitir el desarrollo de un pujante "capitalismo andino". Un conjunto de factores confluye para abrir la oportunidad propicia para el comienzo de una nueva era en la política boliviana. La Bolivia previa a Morales quedó definitivamente atrás y todo ensayo por resucitarla está condenado a tropezar con el serio peligro de una guerra civil. Paz Pereira protagoniza una nueva alternativa.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

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