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8 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Travesía paisajística por el icónico "Sendero Gaucho"

Desde La Viña a El Tala, pasando por Guachipas, la emblemática ruta 6 o "Sendero Gaucho" muestra uno de los circuitos turísticos más completos e imponentes de la provincia de Salta.
Lunes, 08 de septiembre de 2025 01:48
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Entre los extraordinarios circuitos geológicos, paisajísticos y turísticos que tiene la provincia de Salta se encuentra la ruta provincial N° 6, esto es la vieja ruta 9 que unía Tucumán y Salta desde Trancas a Guachipas y La Viña. Dicha ruta es considerada un paraíso de los motoqueros que disfrutan de un viaje y una travesía únicos por la variedad y calidad de sus paisajes. Forma parte del icónico "Sendero Gaucho" con toda la semántica y semiótica que conllevan esas dos palabras desde lo histórico y desde lo turístico. Sendero donde se entrelazan y dan cita naturaleza, cultura y tradición.

El viaje desde la ciudad de Salta se realiza cómodamente por la ruta provincial 68 hasta La Viña. Desde allí se debe doblar a la izquierda por la ruta N° 6 que se dirige al hermoso pueblo de Guachipas, dueño de una bellísima arquitectura rural de la vieja Salta.

El pueblo de Guachipas descansa sobre las capas geológicas de un viejo lago de la época glaciar del Cuaternario. Son las capas lacustres de la Formación Tajamar que se remontan a unos 200 mil años atrás. La rica arqueología de la región ha sido motivo de numerosos estudios y en el pueblo se recomienda visitar su centro de interpretación con la reproducción de aleros y cuevas pintadas. Nombres emblemáticos como Juan B. Ambrosetti, Eduardo Cigliano, Amadeo R. Sirolli, Ercilia Navamuel, Mirta Santoni y don "Pájaro" Aguirre, entre muchos otros, han dejado pruebas de un esfuerzo genuino en rescatar una historia milenaria de culturas superpuestas.

Por el monte chaqueño

Saliendo del pueblo de Guachipas se termina el asfalto y se comienza a recorrer una larga subida suave a través de un extenso abanico aluvial que baja de una quebrada y forma parte de la cuesta del Cebilar. Toma el nombre de la cantidad de árboles de cebil, pero toda esa región representa un monte chaqueño con abundantes plantas espinosas y cactáceas. Un discreto cartel de madera, colgado de un árbol a orillas del camino firme y consolidado, indica que ya se está en el "Sendero Gaucho".

Al llegar al pie de la sierra el camino remonta por formaciones lajosas grises que dan su nombre a la Cuesta del Lajar. Son las capas de la vieja formación Puncoviscana, rocas precámbricas que forman el basamento geológico de Salta y que se formaron en un antiguo océano unos 550 millones de años atrás. Y cuyas lajas albergan marcas de gusanos y otros cuerpos blandos del límite entre los eones Proterozoico y Fanerozoico.

Luego de sortear curvas y contracurvas y sucesivos cambios en el paisaje se alcanza un alto o abra compuesto de espesos paquetes de capas rojo ladrillo desde donde se tiene una vista privilegiada del Valle de Lerma abajo y de la Pampa Grande atrás. Son capas de areniscas rojas del Subgrupo Pirgua formadas en el periodo Cretácico en plena época de los dinosaurios. Precisamente en esa región se encuentra el cerro Pirgua que da el nombre a la formación geológica de gran distribución en el norte argentino y que en Bolivia recibe el nombre de Puca, que significa rojo en la lengua del Inca.

La memoria

Esas capas rojas son las que en la zona de Guachipas desarrollan aleros y otras estructuras formadas por la meteorización donde los antiguos indígenas dejaron plasmada su cosmovisión en figuras zoomorfas y antropomorfas de una increíble variedad.

No alcanzan las horas del día para visitar el universo de figuras policromáticas de los diferentes aleros y que llevan allí siglos de permanencia. A pesar de los turistas desaprensivos que muchas veces las han sometido a un vandalismo ignorante. Por suerte están ahora protegidas por ley y no se pueden visitar sino es con la asistencia de guías especializados.

El camino continúa hacia el sur por una planicie afectada por el carcavamiento propio del sobrepastoreo del ganado. Ese carcavamiento desnuda formaciones arcillosas y deja profundos zanjones y huaycos. Una segunda cuesta se debe sortear antes de llegar a la extensa llanura de Pampa Grande. La vegetación varía de acuerdo con la altura y la humedad con lo cual se pasa desde un ambiente chaqueño a pastizales de altura para bajar por caras intensamente vegetadas. Llama la atención la cantidad de durazneros, por las semillas diseminadas por el ganado, que en ciertas épocas del año se encuentran florecidos y marcan un paisaje casi surrealista por su intenso color rosado. El camino continúa luego por la llanura de Pampa Grande donde aparece un extraordinario conjunto de formaciones geológicas rojas y verdes que corresponden al llamado Subgrupo Santa Bárbara o "Margas Multicolores" que se depositaron luego de la extinción de los dinosaurios entre los periodos Paleoceno hasta Eoceno inferior.

En la década de 1970 visitamos el lugar con los hoy famosos y reconocidos paleontólogos José F. Bonaparte (1928-2020), Rosendo Pascual (1925-2012) y Galileo

Scaglia (1915-1989), junto al Dr. José Salfity de la Universidad Nacional de Salta. Viajaba entonces en calidad de alumno de geología y fue la oportunidad para ayudar a recolectar importantes marsupiales fósiles.

Dos estudiantes de geología de la UNSa, Remberto Pinedo y Eduardo Carbajal, encontraron originalmente allí los restos de un mamífero fósil que resultó el disparador de nuevos hallazgos. Entre ellos aparecieron notoungulados, dasipódidos (armadillos) y un cráneo de marsupial carnívoro depredador, conservando gran parte del esqueleto, que resultó revelador y fue bautizado como Callistoe vincei.

Asimismo, en las capas verdes, formadas en viejos lagos y pantanos, se encontraron abundantes restos de peces, insectos y plantas fósiles. Todos esos magníficos fósiles se preservaron en rocas con una edad entre 45 y 55 millones de años atrás. Pampa Grande es famosa en el mundo científico no solo por los hallazgos arqueológicos que realizara allí Juan B. Ambrosetti a fines del siglo XIX, sino por los mamíferos fósiles del Paleógeno que estudiaron científicos de Tucumán y La Plata a partir de la década de 1970.

Serranías de Carahuasi

Todo el conjunto orográfico que debe cruzarse corresponde a las serranías de Carahuasi en sentido amplio. Una vez sorteada la divisoria de las aguas, el camino comienza a bajar de forma pronunciada y corre en su mayor parte muy estrecho entre paredones de roca viva y profundos precipicios a lo largo del río Grande de los Sauces. Esos paredones muestran uno de los espectáculos geológicos más imponentes de Salta. Ello gracias a la naturaleza de los estratos que están casi horizontales, sus grandes espesores y su color mayormente rojo ladrillo.

Los Sauces, Peñas Blancas y Cinco Duraznos son algunos de los pocos lugares habitados. A lo largo del camino aparecen terrenos en donde se desarrollan variadas geoformas que alcanzan el valor de geositios como es el caso de "La Galería". Esta es una forma de gran alero sobre el camino. Chorreaduras de agua, eflorescencias de salitre y un piso húmedo tapizado de menta aumentan la postal natural. El paisaje recuerda a "Las Goteras" en la Quebrada de Escoipe.

El río de la Hondura acompaña en ese tramo el recorrido y en muchos lugares aparece a gran profundidad formando cajones, bateas y otras formas de erosión hídrica que son dignas de admiración. No deja de ser llamativa la presencia de grandes bloques de areniscas rojas arrancados a las montañas y que yacen a lo largo del río, algunos de los cuales pesan cientos de toneladas. Uno de esos bloques, de calizas amarillas de la Formación Yacoraite, muestra la huella de un dinosaurio carnívoro.

Toda la ruta debe hacerse con precaución, especialmente con vehículos grandes tipo camionetas, preferentemente con doble tracción y en meses no lluviosos. Hay que sortear pendientes, vados, cruces de ríos, bajadas, sectores estrechos y la presencia constante de animales vacunos y equinos. Sin embargo, esos inconvenientes no son óbice para poder disfrutar de una ruta escénica única y dueña de una geología excepcional. Y, además, uno de los más grandes tesoros geográficos que tiene la provincia de Salta.

La ruta continúa por Cedro Azul y Paso Zarate hasta alcanzar Potrerillos. A orillas del camino se encuentra un manto de una ceniza blanca nívea, con más de un metro de espesor, llamada por la gente de campo "Puloil" y que proviene de una erupción catastrófica en la Puna que cubrió todo el norte argentino unos 5.000 años atrás. Al salir a la llanura se alcanza el río de Anta que conforma el límite de Salta con Tucumán. Allí se pueden ver fincas para tabaco, cebada, alfalfares y otros cultivos.

El alojamiento rural "Don Valucho" representa un verdadero oasis para los viajeros que necesitan descansar luego del largo recorrido por la asombrosa ruta 6. El próximo punto es El Jardín con su iglesia del siglo XIX y sus artesanías en cuero, habanos, miel, quesos y una variedad de encurtidos. Luego sigue El Brete donde en la década de 1970 se realizó un extraordinario hallazgo de huesos de dinosaurios (Saltasaurus, Noasaurus) y de aves enantiornites que fue el primer registro mundial de esas aves que convivieron y se extinguieron con los dinosaurios. Imposible dejar de visitar la Finca El Dátil, casa natal de la artista salteña y universal Lola Mora. Y finalmente El Tala, donde hay un centro de interpretación dedicado a Lola Mora y a la cultura arqueológica de La Candelaria. En el cementerio se encuentra una tumba cuya lápida es obra artística de Lola Mora. Desde La Viña a El Tala, pasando por Guachipas, la emblemática ruta 6 o "Sendero Gaucho" muestra uno de los circuitos turísticos y paisajísticos más completos e imponentes de la provincia de Salta.

 

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