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Un hecho de valentía y humanidad tuvo lugar en la Base Operativa El Huaico, donde la agente Rosario Oiene demostró que el uniforme azul puede ser sinónimo de vocación y compromiso. Durante una guardia habitual, Oiene escuchó gritos de auxilio provenientes de la vía pública y no dudó en salir corriendo. Al llegar, se encontró con una escena desesperante: un bebé de apenas 3 meses, identificado como Romeo, se estaba asfixiando tras una broncoaspiración.
Con precisión y serenidad, la agente aplicó maniobras de primeros auxilios que lograron reanimar y estabilizar al pequeño antes de la llegada del SAMEC, cuyos profesionales continuaron la asistencia y trasladaron al niño al hospital Materno Infantil, acompañado por sus padres.
Gracias a la rápida reacción y los conocimientos de la uniformada, Romeo sobrevivió. Horas después, ya fuera de peligro, la familia del bebé regresó para agradecerle personalmente. “Es un ángel azul, no tenemos palabras para agradecerle”, expresaron la madre y la abuela del niño, profundamente emocionadas.
Desde la Policía destacaron la actuación de la agente Oiene como un ejemplo del lema institucional abnegación por la vida de los demás. Su accionar no solo evitó una tragedia, sino que también reflejó el espíritu solidario que muchas veces late detrás del uniforme.
La historia de Rosario Oiene y del pequeño Romeo es una muestra de que la vocación de servicio puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, y que aún hay quienes hacen del deber una muestra de humanidad en su forma más pura.