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Durante los últimos meses, una secuencia de robos con el mismo sello venía inquietando a vecinos de distintos barrios de Orán. Eran golpes tipo entradera, ejecutados por encapuchados armados, siempre con violencia, siempre con botines modestos: montos menores al millón de pesos, pocos objetos de valor y una retirada rápida. Solo un robo en el mercado había dejado un botín importante, un dato que ahora adquiere un nuevo sentido.
El método era siempre el mismo: irrumpían, reducían, atemorizaban, se llevaban dinero rápido y desaparecían. Poco ruido, pero mucha brutalidad.
El jueves, pasadas las 12, la banda decidió repetir la fórmula. Esta vez, en el barrio 20 de Febrero, contra un comerciante dedicado a la venta de celulares. Cuatro hombres encapuchados, con armas cortas, irrumpieron en el local, redujeron al dueño y ejecutaron el asalto con la misma velocidad que los anteriores. El botín: Diez teléfonos y $ 300.000 en efectivo.
Luego huyeron en un Chevrolet Corsa gris. Esa decisión -o ese auto- terminó sellando su suerte.
La Brigada ya los venía siguiendo
Horas después del asalto, personal de Investigaciones detectó el Corsa circulando por barrio Mitre. La vigilada rutina del vehículo encendió todas las alarmas: en Belisario Roldán e Islas Malvinas, cuatro hombres comenzaron a descargar objetos.
La Brigada no dudó. Con apoyo de Infantería, irrumpió en la zona y redujo a los sospechosos. Eran los mismos del asalto. Y no eran improvisados.
El líder del grupo era Hugo Manuel “Paisanito” Bejarano (50), un viejo conocido de las fuerzas de seguridad del norte. Fue integrante de la banda jujeña de la Chiva Loca, una organización que tuvo un historial pesado en San Pedro, Orán y otras zonas fronterizas, ligada a robos violentos y hechos vinculados al tráfico de drogas.
Mientras Chiva Loca Miranda cumple una condena extensa, sus antiguos vínculos siguieron activos. Bejarano, lejos de retirarse, había montado su propio operativo criminal: la banda Paisanito, que en su momento tuvo en vilo a toda la región.
Un oranense clave en la banda
En el operativo también fueron detenidos:
* Bruno Gerardo Ortega (22), jujeño, con antecedentes y vínculos con bandas regionales.
* Sergio Francisco Hernández (52), tucumano, señalado como uno de los ejecutores de los golpes.
* Celso Daniel Vizcarra (45), oranense, empleado municipal y presunto marcador: sería quien elegía a las víctimas, conocía rutinas, movimientos y puntos débiles.
El rol de Vizcarra resulta clave: su trabajo como cobrador en el Mercado de Abasto le daba acceso a datos sensibles y movimientos de comerciantes. Una pieza que, ahora, “cierra” la lógica detrás de los ataques.
La detención del grupo permitió entender por qué los robos seguían un patrón tan preciso. Había inteligencia local, un jefe con experiencia, ejecutores disciplinados y un modo de operar que buscaba evitar botines grandes para pasar desapercibidos.
Esta vez no funcionó. La caída del Paisanito y su banda marca el cierre de una serie de entraderas que tenían a vecinos en alerta y a investigadores trabajando bajo perfil. Ahora, con la estructura expuesta, el caso queda en manos de la Justicia.
Fuente Fuera de la Ley