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La confianza fue el arma más peligrosa de este delincuente. No necesitó forzar una cerradura ni esperar el descuido de alguien; le bastó con fingir ser un cliente interesado para que su víctima le abriera las puertas de su entorno. Lo que debía ser un acuerdo comercial legítimo terminó convirtiéndose en una pesadilla cuando el supuesto comprador mostró su verdadera cara, dejando al descubierto una maniobra criminal planificada con frialdad.
El hecho se remonta a noviembre. En aquel encuentro, el acusado esperó el momento de mayor vulnerabilidad -cuando el dinero estaba sobre la mesa- para extraer un arma de fuego. Bajo amenazas, transformó una oficina en el escenario de un robo calificado, huyendo con un botín que representaba meses de ahorros y esfuerzo del damnificado.
A pesar del tiempo transcurrido, la investigación no se detuvo. Durante un mes completo, los rastros dejados por el delincuente fueron analizados por de la Unidad Fiscal contra Robos y Hurtos. Lejos de los tecnicismos, el trabajo se enfocó en reconstruir el camino del automóvil utilizado en la fuga y en identificar el perfil del sospechoso, quien creía que el paso de las semanas borraría sus huellas.
La paciencia y el seguimiento de los movimientos del acusado permitieron que el Juzgado de Garantías 2 autorizara una serie de golpes quirúrgicos en distintos puntos de la ciudad. El despliegue no fue al azar: el objetivo era cercar al sospechoso antes de que pudiera deshacerse de las pruebas o abandonar la provincia.
En las últimas horas, la capital salteña fue testigo de la caída del falso cliente. Tres inmuebles ubicados en el macrocentro fueron abordados de manera simultánea, cortando cualquier posibilidad de escape. Al verse acorralado, el hombre fue puesto bajo custodia, pero las sorpresas más importantes llegaron al revisar las viviendas.
A medida que se recababan más pruebas, las sospechas se confirmaron, y el hombre fue identificado como Carlos M., quien, según las investigaciones, ya había utilizado el mismo modus operandi en otros casos.
En el interior de los domicilios, los investigadores hallaron elementos que cierran el círculo sobre el detenido:
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Divisas: Se secuestraron más de 6.000 dólares y una cantidad significativa de pesos argentinos, que coincidirían con el monto denunciado en noviembre.
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El vehículo del golpe: El auto detectado en la escena del crimen fue localizado y quedó a disposición de la justicia para pericias más profundas.
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Tecnología: Un teléfono celular que podría contener comunicaciones clave sobre cómo se captó a la víctima y si existió una inteligencia previa para concretar el robo.
Con el principal sospechoso detenido, la causa avanza ahora hacia su etapa de definiciones. El caso no solo resalta por la recuperación del dinero, sino por el mensaje de alerta sobre los encuentros con desconocidos para concretar operaciones económicas, una modalidad donde la simulación es una herramienta más a la que acude el hampa local.