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El 25 de julio, Osvaldo "Agua" Cardozo cumplió 60 años. Esta vez, pese a ser habitual, los festejos quedaron para otra oportunidad dado el estado del cumpleañero tras el ataque que sufrió. Hace una semana, su nombre circulaba por los medios y redes sociales, no por su labor de toda una vida en el fútbol amateur del Valle Calchaquí, sino por haber sido brutalmente golpeado tras un partido de fútbol que dirigió con normalidad. El regalo que recibió fue una paliza feroz, que lo dejó sangrando en el suelo y con heridas que tardarán semanas en sanar.
Cardozo es árbitro desde hace más de 30 años, considerado uno de los mejores en impartir justicia. Padre de cinco hijos, abuelo de cuatro nietos y vecino muy conocido en Cachi, reparte su tiempo entre los fines de semana en las canchas y su otro oficio como locutor. "No somos profesionales, pero amamos lo que hacemos", dice con orgullo. Y aunque hace décadas que está acostumbrado a lidiar con insultos, lo que vivió el sábado pasado fue algo completamente distinto.
El partido de la agresión
El hecho ocurrió después de que finalizara un partido entre La Aguada y Cachi Adentro, por la liga amateur de la Asociación Calchaquí Norte de Fútbol. El encuentro se desarrolló sin incidentes graves: Cachi Adentro ganó en primera y en cuarta división. Pero ni la victoria calmó los ánimos. Más tarde, cuando Osvaldo fue a entregar unos cartones de bingo -otra de sus actividades habituales- fue cercado por al menos tres personas. Lo insultaron, lo golpearon en la cara, lo tiraron al suelo y lo patearon.
"Recibí dos trompadas. Una me pegó en el ojo, otra en el pómulo. Me desvanecí. Después vino una patada en la cabeza que me tiró al suelo. Ya no me podía levantar. Me patearon varias veces más. No me dio tiempo ni a defenderme. Me podrían haber matado a patadas, podría no estar contándola y eso duele aún más", relató.
Herido, aturdido y solo, se subió a su moto y manejó los 10 kilómetros que lo separaban de la comisaría. En el trayecto, tuvo que detenerse varias veces: sangraba mucho, sentía mareos, casi no podía ver. "Me hice el fuerte, me subí y me fui. Podría haberme desmayado en el camino, pero llegué", contó en diálogo con El Tribuno, mientras menciona entre lágrimas a su esposa, a sus hijos, a los nietos que lo esperaban en casa sin saber si volvería.
Pedro Viveros, el principal agresor
Cardozo denunció como principal agresor a Pedro Viveros, jugador de primera división de Cachi Adentro. Sufrió la fisura del tabique nasal, un golpe que le afectó la visión en el ojo derecho y la rotura de su prótesis dental. Aún está en tratamiento y deberá seguir con controles médicos en Salta.
"Yo no le debo nada a nadie. Nunca tuve un problema con ese jugador. No entiendo qué les hice. Acá nos conocemos todos. Esto no puede seguir pasando", dijo. Y recordó que no es la primera vez que un hecho así ocurre en la zona: hace un tiempo un hombre murió tras recibir una patada similar. "A mí me salvó Dios. Pero mañana puede ser otro. Basta de mirar para otro lado", sentenció.
"Nadie hace nada"
La violencia en el fútbol amateur del interior salteño tiene una historia larga y triste. Para Osvaldo, ya no alcanza con paradas momentáneas del campeonato o sanciones leves. "Siempre hay problemas con los mismos equipos, pero nadie hace nada. Esta vez voy a ir hasta las últimas consecuencias, en la Justicia y en la Asociación", prometió.
Hoy, convaleciente, Osvaldo se debate entre el mandato de su cuerpo —y el pedido de su familia de que no siga— y el amor por el arbitraje, que lo acompañó toda su vida. "Mi familia no quiere que vuelva, tienen miedo. Pero yo amo esto. Amo el deporte, como amo ser locutor en mi zona. Mientras me dé el cuero, voy a seguir".
A pesar de todo, su dignidad sigue en pie. Osvaldo Cardozo no pide compasión, solo justicia. Su historia no es solo la de un árbitro golpeado: es la de un hombre de 60 años que dedicó su vida a un oficio ingrato y que hoy, con el rostro marcado por la violencia, se niega a rendirse.