inicia sesión o regístrate.
“Después de los 70 hago lo que me gusta”, dice Alberto con una sonrisa tímida desde su pequeño taller en calle Coronel Moldes de Villa Chartas. Se jubiló hace algunos años y eligió no quedarse quieto: volvió a la carpintería, su hobby de toda la vida. “Hace 5 años que estoy con esto y me entretengo. Es lo mío”, contó.
Tiene seis hijos cinco varones y una hija “mi locura”, como la llama y aunque cada uno está en distintos puntos del país, él eligió quedarse en Salta, el lugar donde vive hace 43 años. “Soy cordobés de nacimiento, pero salteño por adopción. Mi lugar en el mundo”, aseguró.
Una caída, una operación y un freno obligado
El último año fue más difícil que de costumbre. Sufrió una caída en una escalera mojada y agravó la artrosis que ya tenía en la cadera izquierda. “Los últimos cinco escalones los bajé sentado”, recuerda entre risas. Pero la situación fue seria: debieron reemplazarle el fémur y la cadera.
La operación se realizó en el IMAC del centro a través del PAMI. “Se portaron muy bien, un poco burocráticos, pero bien”, reconoció. Pasó varios días internado y recién ahora está aprendiendo a caminar nuevamente.
“Yo podría moverme con un bastón, pero el médico me prohibió trabajar un tiempo para evitar una caída que arruine todo”, explicó. Aun así, no pierde el humor ni las ganas de volver al taller.
El domingo en que todo cambió
Mientras lidiaba con la recuperación, los gastos y un alquiler atrasado, decidió aprovechar un domingo tranquilo para trabajar. “No había nadie en la calle”, recuerda. Su monoambiente, que está detrás del taller, tenía todo abierto porque el día estaba lindo.
Fue al baño apenas unos minutos cuando apareció un desconocido. “Me pidió agua, tenía un sobrecito de jugo. Yo le dije que volviera después. Pero cuando vio que me estaba moviendo para salir, pegó un salto y me manoteó las máquinas”, contó.
El ladrón se llevó una caladora, un taladro inalámbrico y hasta una ruleta. “Me vio solo y se aprovechó. Fue un golpe duro. Yo todo lo había comprado a pulmón”, lamentó.
La solidaridad que llegó sin pedirla
Creyó que nunca recuperaría nada. Pero su barrio se enteró lo que le ocurrió. "La gente empezó a ayudarme. Muchísima gente”, dice con emoción. Los vecinos en especial Sany y Dani, los de la esquina de las empanadas organizaron una rifa con premios donados por comerciantes del barrio. El primer premio lo hizo él mismo: una mesa con sillas.
“Gracias a eso pude recuperar todas mis herramientas y ponerme al día con el alquiler”, contó.
Pero no solo recibió ayuda del barrio. “Venían en bicicleta, me dejaban un sobrecito con colaboración. Sin decir nombre, sin nada. Eso es Salta. Muy solidaria la gente”, afirmó.
Un barrio que se cuida entre todos
Alberto vive en un barrio donde el grupo de WhatsApp “Vecinos en alerta” se convirtió en un apoyo imprescindible. “Todos estamos comunicados. Si ven algo raro, avisan. La comisaría de Lola Mora responde en el acto. Así nos cuidamos entre todos”, relató.
Aun así, reconoce que la inseguridad afecta a todos. “Es un barrio hermoso, pero estas cosas pasan. Lo importante es que hay gente buena, muy buena”.
Ganas de vivir, humor y un mensaje para otros adultos mayores
A pesar de los golpes, la operación y los kilos que perdió durante el proceso, Alberto sigue firme. “Mis padres vivieron 100 y 98 años. Yo no pienso ser menos”, dice entre carcajadas. “El secreto debe ser que no tengo vicios”.
A quienes sienten que la edad los frena, les deja un mensaje: “Hay que luchar. No hay que bajar los brazos. Quedarse sin hacer nada es peor”.
Cómo contactarlo para trabajos o restauraciones
Aunque por ahora no puede trabajar hasta recuperarse por completo, sigue recibiendo encargos para más adelante.
Quienes quieran comunicarse con él pueden hacerlo al 387-505-650 o visitarlo en Coronel Moldes 478. Entre la madera, los perfumes del serrín y su gratitud infinita, Alberto ya está listo para volver a lo que ama.