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Caro Figueroa: "Todo nos iría mejor si gobiernos, universidades, empresas y trabajadores se unieran en el esfuerzo"

El abogado y exministro de Trabajo Armando Caro Figueroa acaba de publicar “Del Potosí a la Puna”, una investigación que recorre 250 años de historia laboral, económica y social de Salta. En diálogo con El Tribuno, reflexiona sobre el pasado del movimiento obrero, los desafíos del Norte Grande y la necesidad de construir un verdadero federalismo que supere el centralismo histórico del país.
Domingo, 09 de noviembre de 2025 17:28
Armando Caro Figueroa
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Desde muy joven, Armando Caro Figueroa dedica su vida al derecho laboral, pero, sobre todo, al compromiso político de clara perspectiva social que fue creciendo en el mundo desde el siglo XIX pero que cobró enorme fuerza con el consenso de los países de Occidente que garantizó cierta concordia durante 80 años, luego del ciclo de las dos grandes guerras mundiales. Un orden y una escala de valores que hoy vuelve a tambalear.

Su dedicación al estudio y a su experiencia como asesor de organizaciones sindicales de Argentina y de España, y a su trabajo como secretario y ministro de Trabajo de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa lo han impulsado a escribir una formidable historia del trabajo y las relaciones laborales en nuestra provincia, a lo largo de 250 años. La obra, en dos tomos, se titula Del Potosí a la Puna (Apuntes para una historia de los movimientos obreros, la economía y las instituciones laborales en Salta)

En una entrevista con El Tribuno, contó que en principio "iba a ser una historia del movimiento sindical salteño a lo largo del siglo XX, fue ampliando su horizonte temporal hasta abarcar 250 años de acontecimientos y personajes de nuestra región, y terminó centrado en aspectos del Trabajo, la Producción, las Instituciones del Estado y de la sociedad civil, así como en la relativa novedad de lo que se ha dado en llamar economía popular"

Autor de varios libros en los últimos años, y frecuente columnista de El Tribuno, afirma que "uno de los grandes fracasos de las provincias del Norte Grande fue validar un diseño presuntamente federal que, en rigor de verdad, sucumbió frente a tendencias y practicas unitarias". Y añade, que "el unitarismo de facto condenó a las provincias al deslucido papel de sucursales del poder central".

"Nuestros asuntos irían mejor si contáramos con la participación -científica, independiente y abierta- de nuestras Universidades, además de los representantes de empresas y trabajadores", enfatiza.

Este libro debe ser el primero sobre la historia del trabajo en el Norte argentino. ¿Cuál sería, de un pantallazo, el vínculo que une la evolución del trabajo con la evolución de la región?

Es probable que este libro sea el primero en su género; si bien hay muchos y muy valiosos ensayos sobre la producción y el trabajo, suelen circunscribirse a aspectos muy concretos. En un primer momento, pensé este libro como una historia de las protestas y acciones sindicales en la Salta del siglo XX. Pero pronto me vi tentado a ampliar el horizonte temporal (hay aquí un repaso a 250 años de historia) y a sumar la evolución de la producción local, de sus motores y de sus protagonistas.

El período abarcado incluye el salto que, en el mundo, impuso la revolución industrial. ¿Cómo se refleja esa transformación en Salta?

Como casi todo el mundo sabe, los cambios estructurales tardan en llegar a Salta. Y ni que hablar de las revoluciones. Tardan por razones geográficas, de comunicación y, fundamentalmente, culturales. Hay, a lo largo de décadas, un apreciable rechazo a los cambios; tanto de parte de las élites intelectuales y económicas, como de la tendencialmente menguada "clase trabajadora". Los ricos viajan mucho, invierten poco e innovan lo justo. Los trabajadores -conducidos originariamente por anarquistas- explotaron ante injusticias acumuladas. Pero no lograron imponer transformaciones, si se excluye la revolución de 1949 (protagonizada por una CGT laborista) que se saldó con un cambio menor: el relevo del gobernador Lucio Cornejo. Sin olvidar el activismo de la Inspección del Trabajo que desembarcó en Salta con 180 suboficiales del ejercito reconvertidos en inspectores nacionales. Creo que el impacto más importante vino de la mano del ferrocarril, que los salteños deseamos (el Huaytiquina demoró décadas) pero no supimos cuidar.

Nuestra provincia tiene una larga tradición minera, probablemente inferior a sus posibilidades y recursos. ¿Percibe usted la razón? ¿Pudo haber sido la competencia de Potosí y Chile?

Para llegar a una buena respuesta habría que sumergirse en la obra de Ricardo Alonso. Por lo pronto cabe recordar que entre los siglos XVIII y XIX Salta prosperó en su papel de proveedora de mulas y alimentos a la minería de los países vecinos. Pero para convertirnos en una "provincia minera" nos faltó investigación e inversión. Nos faltaron capitales e infraestructura y la llegada de las técnicas de la llamada nueva minería. 

Durante el siglo XIX, ¿Cuáles son las actividades laborales con mayor demanda y en qué condiciones para el personal se desarrollan?

Sobresale la industria azucarera, con la inauguración del Ingenio Tabacal y la consolidación del San Isidro (dejamos de lado los ingenios radicados en Jujuy y desarrollados por salteños). También la exportación de ganado a pie rumbo a Chile y Bolivia. Uno de los principales problemas con el que tropezaron los ingenios azucareros fue la falta de mano de obra no cualificada para atender las taras de la zafra. Problema que los industriales fueron resolviendo con la adquisición de extensas propiedades (millones de hectáreas, muchas semidesérticas o impracticables) dedicadas a la agricultura y la ganadería casi rudimentarias. Esto permitió una ingeniosa combinación de contratos de arriendo con la actuación de "contratistas" que organizaban (y explotaban) a esta mano de obra sin cualificar y a su familia.

¿Qué características tuvo la actividad rural en Salta luego de la Independencia?

Las guerras de la independencia (el mantenimiento del esfuerzo guerrero de Güemes) y las guerras civiles posteriores sumieron a la región en una profunda crisis. Una crisis que el falso federalismo rosista prolongó en el plano institucional y a través de la emigración forzada de las élites productivas.

En Salta hubo actividad metalúrgica, pero no como industrialización para exportar desde la provincia sino como abastecimiento de maquinaria básica y herramientas para el campo y la minería. ¿Por qué no evolucionó la industria?

No estaban los recursos (capitales, herramientas, mano de obra, mercados, infraestructura) indispensables. El modelo laboral centralista y vertical determinó que las grades y medianas industrias se radicaran en el centro próspero. Allí tuvieron que emigrar los norteños ("cabecitas negras") sin oportunidades locales.

Usted dedica un espacio al escritor radical y gobernador Joaquín Castellanos. ¿Su gestión, interrumpida por una intervención federal, produjo algún cambio social? ¿O fue solo la expresión de una cosmovisión que sí prosperaba en otras latitudes?

Castellanos fue un adelantado a su época. Un intelectual de inmensa cultura que se animó a incursionar en el mundo de la política. El repaso (hecho en el libro) de las principales iniciativas diseñadas por el efímero Gobernador Castellanos muestra el atraso de Salta y la pertinencia de muchas de sus ideas aplicables al mundo del trabajo. Castellanos se enfrentó con Yrigoyen (jefe de su partido) que, en combinación con los poderes fácticos locales) lo derrocaron.

En Salta, el peronismo llegó de la mano de conservadores conversos. Sin embargo, hay sindicalistas como Carlos Xamena y Olivio Ríos que impusieron la impronta sindical. ¿Cómo describirías el rol de ambos?

En realidad, más allá de su extracción social o de su ubicación como productores, el peronismo reclutó sus cuadros directivos dentro del radicalismo yrigoyenista en abierta competencia con quienes se enrolaron en el laborismo o provenían del sindicalismo de orientación cristiana. Xamena (enfermero) y Ríos (obrero telefónico) trasladaron o intentaron trasladar a las instituciones de gobierno lo que podríamos llamar sensibilidad obrera caracterizada por la sobriedad y la común decisión de conservar su lealtad y sus contactos con los sectores sociales de los que provenían y representaban. Xamena puso énfasis en desarticular latifundios y colonizar tierras aptas (en línea con las ideas de Joaquín Castellanos), pero no obtuvo resultados en este empeño. La enorme crisis desatada por el asesinato de Rucci y las lamentables desavenencias dentro del peronismo local, impidieron que las iniciativas favorables a los pobres y excluidos (que unían a Olivio con el gobernador Ragone, cuyas pautas programáticas están escritas en su discurso al asumir como gobernador) pudieran concretarse. Queda patente en el libro que los reformadores sufrieron cárceles, persecuciones y hechos de inaudita violencia (es uno de los lados oscuros de Salta).  

El escenario actual es multiforme. La economía de subsistencia es un refugio insuficiente de familias rurales, la minería es el centro de atención, como las joyas de la abuela, el campo tecnificado exige otro personal, y no puede expandirse por los límites de la legislación ambiental. Fuera del Estado, el comercio y el turismo, ¿cuáles son las alternativas de Salta para el empleo futuro?

Pienso que tenemos, como comunidad, oportunidades impensadas 20 o 30 años atrás. Pero para que estas oportunidades fructifiquen en empleos decentes y en un drástico mejoramiento del bienestar general (del que habla nuestra Constitución) hacen falta ideas y liderazgos que no se visualizan desde este presente cargado de nubarrones. Al menos yo no los visualizo. Habría que pensar en un Nuevo Estado Provincial, en un nuevo rol de nuestra Universidades, en un recambio generacional intenso, en el renacimiento de la solidaridad (un ejército de excluidos sufrientes constituye un compromiso ineludible). Si la pregunta incluye un "cómo comenzar", le diría que necesitamos dotar de eficacia al Norte Grande, federalizar instituciones y competencias hoy en manos del Estado Nacional (la negociación colectiva laboral, por ejemplo. Las reglas del comercio exterior transfronterizo, es otro ejemplo). Necesitamos volver al Ferrocarril, y mejorar nuestras estadísticas para medirnos en términos de convergencia/divergencia. Necesitamos apuestas intelectuales y empresariales que entronquen con las ideas de integración regional de Victorino Solá (1830) y las del GEICOS (1973), dejando atrás quimeras autárquicas.

* El libro Del Potosí a la Puna (Apuntes para una historia de los movimientos obreros, la economía y las instituciones laborales en Salta) está a la venta en Mercado Libre y en las librerías Del profesional y Doce letras.

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