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6 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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La Escuela de Palomitas trabajó la memoria para recordar la Masacre

A 49 años, recordarán a las 11 víctimas del peor crimen del terrorismo de Estado en Salta. Organizaciones de DDHH convocan al acto, en el monolito de Palomitas, parque San Martín, mañana a las 10.30.
Sabado, 05 de julio de 2025 13:17
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La escuela albergue 4433 "Carlos Xamena", del paraje Palomitas se vistió de memoria. Anticipándose al 49 aniversario de la denominada Masacre de Palomitas, la escuela realizó un trabajo pedagógico articulado con la Cátedra Libre de Memoria, Verdad y Justicia en Educación; de Extensión de la Universidad Nacional de Salta.

Un proceso que llevó más de un mes para llegar hasta este 6 de julio. Primero fueron los docentes extensionistas a realizar dos talleres paralelos, uno con los docentes y otro con los chicos.

El 30 de mayo último se realizaron las jornadas que si bien se denominada de capacitación, fue un encuentro de saberes. Es sabido que los contenidos de Verdad, Memoria y Justicia figuran como obligatorios en las cajas curriculares de Educación Primaria. Se abrió entonces un espacio para conocer cómo los docentes estaban trabajando con los chicos en el paraje que tiene la marca del nombre como sinónimo de la masacre en donde, el 6 de julio de 1976, fusilaron a 11 detenidos que habían sido sacados de la cárcel de Villa las Rosas, en Salta, simulando un enfrentamiento en el paraje ubicado a unos 60 km de la capital provincial, por la ruta nacional 9/34.

 

Los actos de mañana están organizados por la Mesa de DDHH de Salta. La misma convoca al acto para recordar y homenajear a los compañeros y compañeras asesinados, el 6 de julio de 1976, en el paraje Palomitas. Este año no irán al paraje ubicado sobre la ruta nacional 9/34. El lugar de convocatoria será en el monolito de Palomitas, del Parque San Martín, desde las 10.30. Integran la Mesa de DDHH las organizaciones Familiares de Detenidos-Desaparecidos por Razones Politicas y Gremiales, Asociación de DDHH Lucrecia Barquet, Asociación de DDHH Coca Gallardo, H.I.J.O.S. Salta. Más la Liga Argentina por los DDHH y Asociación Dr. Miguel Ragone.

 

Hablamos del peor crimen de lesa humanidad cometido en la última dictadura cívico militar en la provincia. Muy difícil para tratar de estos temas con los tres ciclos del Nivel Primario. Sin embargo, hay herramientas pedagógicas que se piensan en colectivo, que se comparten y que luego se utilizan en las aulas. Tenemos que tener en cuenta que la escuela de Palomitas es un plurigrado rural, con una matrícula de 18 niños de Primaria y 3 de Nivel Inicial. La institución cuenta con 2 maestras de grado, que permanecen todo el día, más los docentes de áreas especiales que son 4.

La directora de la institución, Mylena Abán, explicó cómo fue el trabajo que se realizó en estas dos últimas semanas. "Hemos hecho un trabajo hermoso con los chicos, les hemos explicado la actividad que tenían que hacer y también les hemos dado la consigna para que lleguen a la casa. Las consignas fueron enviadas completas, por mensaje, a los padres en el grupo. Mí agradecimiento a los profesores de la Unsa por el trabajo pedagógico realizado con los niños y por traer a nuestra memoria este hecho histórico que marcó la historia de la comunidad", comenzó explicando Abán.

De las actividades quedaron dibujos, cartas, información valiosa que los niños rescataron con sus familias. Tenemos que tener en cuenta que son hijos de generaciones jóvenes que no habían nacido por esos años; tuvieron que buscar la información.

"La consigna para el Primer Ciclo fue que hagan dibujos sobre lo que han visto, sobre lo que es Palomitas; el monolito que tenemos acá en la entrada, que lo conocen todos, como referencia. El Segundo Ciclo han tenido actividades de contar sobre esa jornada o hacer una narración sobre esa jornada de información para ellos. Los más grandes han tenido la actividad de preguntar a las familias, preguntar a los tíos, a los abuelos, qué es lo que saben, qué es lo que pueden contar. Y bueno, como algunos no tenían información para contar, han buscado información. Así que, de todos modos, sea como sea, ha sido productivo", dijo la seño Abán.

Las actividades se pensaron para que trabajen los niños con sus familias sobre un acontecimiento concreto que se produjo en el lugar. Ninguna de las familias se negó a realizar las tareas y las devoluciones fueron satisfactorias; todos realizaron aportes. "Todos trabajaron, pero yo siento de que hay gente que sabe cosas y que no quiere contar", dijo Abán.

"No hablo de las familias de los chicos, no hablo de otra gente que está en la zona. Incluso los chicos siguen con el tema. Hubo chicos que contaron que hablaron con un hombre mayor que el día de masacre, era un niño y andaba hondeando", dijo la docente. 

Cada aporte sirve para la despertar la memoria, para comenzar a perder los miedos. Hay mucha gente que vivió en dictadura y son muchos los que no quieren hablar sobre el tema.

Las tareas en las escuelas se realizan para mantener los hilos de la Memoria, sólo así se podrá seguir tejer el camino hacia la Verdad, para reclamar Justicia.

Las generaciones actuales, y los padres de éstas, no vivieron la dictadura militar, pero la conocen indirectamente a través de relatos y recuerdos. Son estas representaciones del pasado las que constituyen un reflejo del presente. Transmitir estas experiencias del pasado reciente a través de la memoria histórica a las generaciones más jóvenes, considerando una perspectiva teórica y crítica en el marco educacional se transforma en un desafío para todas las comunidades educativas en la Provincia.

Bajo esta perspectiva, surge la pedagogía de la memoria, como un enfoque educativo que busca reflexionar sobre el pasado, especialmente sobre hechos históricos conflictivos o traumáticos, para promover la construcción de una ciudadanía crítica y comprometida con los DDHH. Se centra en la transmisión de experiencias pasadas, no solo como eventos históricos, sino también como aprendizajes para el presente y el futuro, buscando evitar la repetición de errores y promover la no-repetición de la violencia. 

La metodología que utiliza la Cátedra Abierta de Memoria, Verdad y Justicia en Educación, es de la co-construcción de herramientas pedagógicas con los docentes para que las infancias trabajen con las familias en la búsqueda de relatos que recuerden el horror del terrorismo de Estado en Salta.

 

Crónica del horror

La masacre ocurrió el 6 de julio de 1976 y las víctimas fueron Pablo Outes, Celia Leonard de Ávila, Benjamín Leonardo Ávila, Roberto Oglietti, Amaru Luque de Usinger, Rodolfo Usinger, María del Carmen Alonso, Georgina Droz, José Póvolo, Alberto Savransky y Evangelina Botta de Nicolai.

Corrían los primeros meses de la dictadura y el plan sistemático de aniquilamiento de la disidencia política y social combinaba la desaparición de personas con los asesinatos simulados de enfrentamientos. Todo fue preparado para que las ejecuciones parecieran muertes durante un intento de fuga. La misma metodología la utilizarían para otros fusilamientos.

El 5 de julio de 1976, el entonces coronel Carlos Alberto Mulhall remitió al juez federal de Salta un listado con los nombres de 9 personas detenidas en el penal de Villa Las Rosas, Braulio Pérez, que serían trasladadas a la provincia de Córdoba. Al día siguiente, el mismo coronel envía al Director de Institutos Penales listado con los nombres de 11 detenidos, para que sean preparados para su traslado.

A las 19.45 llegó al penal un grupo de militares al mando del capitán Hugo Espeche, que le entregó a Pérez una orden escrita y la lista de los detenidos que debía trasladar. Era evidente que los uniformados eran oficiales del Ejército, pero no llevaban insignias que permitieran determinar sus grados. En cuanto a quiénes eran, salvo en el caso de Espeche era imposible saberlo, porque se llamaban entre sí por apodos.

El capitán Espeche le dio órdenes precisas al jefe del penal: debía sacar de sus puestos a todos los penitenciarios encargados de controlar el acceso a la cárcel, con la excepción de los guardias de los muros. También debía apagar todas las luces del lugar, salvo las de donde estaban los presos que iban a ser trasladados.

Uno tras otro fueron sacados de las celdas, con solo lo puesto. A Celia Leonard de Ávila le quitaron la hija de meses que tenía en sus brazos y se lo entregaron a su hermana Nora, que también estaba presa en el penal.

En medio de la oscuridad, los llevaron por los pasillos hasta el patio y los subieron a un camión con el motor en marcha.

Mientras todo esto ocurría en Villa Las Rosas, a pocos km de ahí un grupo de uniformados realizaba un control de vehículos en la ruta a Güemes. Primero detuvieron un Torino conducido por Héctor Mendilaharzu y poco después a una camioneta Ford F-100 donde viajaban Martín Julio González y su hermano. En los dos casos los hicieron bajar y, apuntándoles con armas largas, les dijeron que eran un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo y que necesitaban los vehículos para una operación de rescate.

Los ataron, los amordazaron y los llevaron a un monte cercano, donde quedaron custodiados durante aproximadamente dos horas, hasta que los dejaron ir. Los tres liberados corrieron a campo traviesa, sin mirar atrás.

Estaba todo listo para montar la escena: los fusilamientos a sangre fría de once personas disfrazados de muertes durante un enfrentamiento entre militares y "subversivos" que intentaban rescatar a los presos.

Lo que siguió fue la ejecución de los once presos. Al día siguiente, el Torino y la F-100 fueron encontrados a la vera del camino. Había vainas servidas por doquier. Las carrocerías tenían muchos impactos de bala y manchas de sangre. En uno de los asientos de la F-100 se encontraron restos de masa encefálica y una falange.

El comunicado de la Guarnición Militar Salta informó sobre un "enfrentamiento con fuerzas subversivas". Era un discurso que se empezaba a repetir y que pronto se convertiría en una sangrienta caricatura: los "subversivos" morían en combate mientras que nunca se contaban bajas entre las "fuerzas legales".

Las investigaciones posteriores dejaron en claro que, en Palomitas, ninguno de los militares que participaron del "enfrentamiento" había recibido heridas y que ninguno de los vehículos que formaban parte del convoy de "traslado" tenía impacto de balas.

Los cuerpos de las víctimas fueron apareciendo, poco a poco, en diferentes lugares, gracias a denuncias de testigos que presenciaron enterramientos de cuerpos humanos llevados en bolsas a cementerios de Salta, Jujuy y Tucumán.

Las autopsias determinaron que, en todos los casos, las víctimas habían sido golpeadas salvajemente y ejecutadas con disparos realizados de arriba hacia abajo, es decir, cuando estaban arrodilladas.

Dos de los cuerpos siguen sin ser encontrados: los de Georgina Graciela Droz y Evangelina Botta de Nicolai.

La maniobra de ocultamiento se cerró con certificados de defunción firmados por un médico llamado Quintín Orué, que no figuraba ni figura en los registros profesionales del país.

 

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