Una multitud inició ayer en Rosario la décimo octava peregrinación a la ciudad bonaerense de San Nicolás, bajo el lema “María, Madre Nuestra: quienes amamos la vida peregrinamos hacia ti”.
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Una multitud inició ayer en Rosario la décimo octava peregrinación a la ciudad bonaerense de San Nicolás, bajo el lema “María, Madre Nuestra: quienes amamos la vida peregrinamos hacia ti”.
Los fieles tenían previsto arribar a las 7 de mañana al tradicional campito, contiguo al templo de la Virgen del Rosario. El arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, oficiará allí una misa concelebrada.
Según los organizadores, más de 200 mil fieles participarán del oficio religioso, que será el anticipo de la celebración que se realizará el domingo 25, cuando se evocará el vigésimo octavo aniversario de la aparición de la Virgen. En horas del mediodía, se expuso la carroza con la imagen de María frente a la iglesia catedral y luego en una caravana de automóviles fue trasladada hasta la intersección de Arijón y Ayacucho, en la zona sur, donde a partir de las 15 se inició la peregrinación que recorrerá los 65 kilómetros. La marcha se detendrá en las localidades y ciudades de Pueblo Esther, Arroyo Seco, Pavón y Villa Constitución.
La peregrinación contaba con más de un millar de colaboradores, entre personal de Defensa Civil de los distintas comunas, policías, médicos del Servicio de Emergencia Sanitaria (SIES), integrantes de la Cruz Roja y jóvenes de distintas parroquias de la diócesis rosarina. El último año, la tradicional muestra de fe fue suspendida por los organizadores en prevención de accidentes, debido al conflicto de los trabajadores de la autopartista Paraná Metal, que habían bloqueado la ruta provincial 21, exnacional 9. Las intenciones de este año incluyen a los jóvenes, los enfermos y todas las misiones particulares y comunitarias.
Por otra parte, se rogará por el despertar de la conciencia a ser discípulos y misioneros, además de pedir por la dignificación del trabajo y en especial por los niños, que muchas veces son explotados y obligados en sus hogares para que trabajen.