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16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La ley de la mafia, en una región al rojo vivo

Sabado, 13 de octubre de 2012 12:31

Otros tres muertos en la frontera norte. Las garras del narcotráfico se hacen sentir cada vez con mayor frecuencia.

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Otros tres muertos en la frontera norte. Las garras del narcotráfico se hacen sentir cada vez con mayor frecuencia.

Siempre circuló la cocaína por Salvador Mazza, pero hasta hace un tiempo los crímenes mafiosos eran esporádicos.

Las muertes de Gonzalo Guzmán y Oscar Aráoz, ocurridas el 12 de julio en el paraje El Arenal, llevaron el sello inequívoco de la venganza mafiosa. Sicarios no identificados aplicaron con ellos la ley de los gángsters.

López, Calleja y Plata, todo parece indicarlo, corrieron la misma suerte. SE conjetura que los tres jóvenes cayeron en una emboscada cuando iban a buscar droga -se habla de 200 kilos de cocaína-, probablemente engañados por sus proveedores, que con sus vidas se habrían cobrado una mejicaneada. Otros piensan que fueron delatados y asesinados, por el mismo motivo de represalia.

La cabeza destrozada de López, apoyada sobre el volante, y la posición de Callejas, como si hubiera intentado una inútil resistencia, brindan la imagen final de una emboscada ejecutada con saña.

Salvador Mazza les brindó ayer una sorda despedida. Allí nadie habla del tema ante los micrófonos, pero muchos creen que los sicarios fueron alertados por un delator, que les marcó el vado donde el auto de los jóvenes debía casi detenerse.

Los asesinos dejaron huellas de las zapatillas y todo indica que llegaron desde territorio boliviano recorriendo el kilómetro que separa la frontera del lugar de la emboscada, y que se fueron por donde vinieron.

Son hipótesis. Lo real son las muertes.

En los velatorios de López y Callejas se respiraba bronca, dolor y miedo. En la humilde vivienda de El Triángulo, la mujer, los hijos y el resto de la familia despidieron a López. Tenía 28 años, era hijo de un respetado agente sanitario de Campo Largo, donde aún vive un hermano y hacia donde se dirigían las víctimas. El muchacho, dicen, había estado detenido en Santa Cruz de la Sierra, donde habría compartido la prisión con Plata. Muchas son las historias que se le atribuyen y el silencio de su familia no ayudó a verificarlas ni a desecharlas. Hace un mes había sido detenido por gendarmes junto con Callejas, en Caraparí, fuertemente armados. Pero quedaron rápidamente en libertad.

Callejas fue velado en la casita familiar del barrio Ferroviario, también en Salvador Mazza. Ayer por la tarde el aire parecía denso por la tensión. La policía asegura que tenía antecedentes por robo calificado. Sus familiares tampoco quisieron hablar sobre la tragedia ni sobre la víctima.

De Plata, de 22 años, poco se conoce, porque era un recién llegado a la zona de Sector 5.

Los tres eran jóvenes y habían sido cooptados por el ambiente de ilegalidad que se acrecienta en la región. En la frontera norte falta seguridad, falta un proyecto de desarrollo y, además, retiraron a la Gendarmería. Hace un mes habían levantado de la quebrada donde ocurrió la masacre un puesto fijo de esa fuerza.

Muchos vecinos en Tartagal o Salvador Mazza atribuyen el auge de la droga a la pobreza y el desempleo. Hay otras razones aparentes. La producción de coca en Bolivia, según Evo Morales, se incrementó un 20 por ciento, mientras que en Colombia viene retrocediendo. La aparición de gángsters colombianos y mexicanos en esta parte del mundo llaman la atención a nivel mundial y The New York Times ya compara a Salvador Mazza con la triple frontera de Ciudad del Este.

Los comerciantes de la región observan el notable crecimiento de la venta de motos pequeñas, convertidas en el vehículo más popular de la frontera. Tan popular, que se las ve circulando por la noche a través de sitios recónditos de los cerros y del monte.

A López, Callejas y Plata los asesinaron en un Fiat Uno nuevo. No es un auto de alta gama, pero desentona con la humildad del barrio El Triángulo. Como también desentonan las camionetas flamantes y poderosas que pululan por los caseríos de las yungas y del Chaco.

En San Martín a nadie se le escapa este fenómeno y todos se preguntan si haber desafectado a la Gendarmería de Salvador Mazza fue un mero error estratégico.

 

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