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Dos enormes guitarras silenciadas por la muerte

Domingo, 30 de diciembre de 2012 17:04

Los artistas fallecidos eran músicos del Chaqueño y Los Nocheros, respectivamente. Las fiestas de fin de año tuvieron un sabor amargo dentro del cancionero popular. El año 2012 comenzó con el folclore de luto. La guitarra de Martín Berrios se había callado para siempre. El talentoso músico de Los Nocheros, de solo 25 años, falleció en diciembre de 2011 en un accidente automovilístico en Jujuy. Era el nene mimado de Rubén, Mario, Alvaro y Kike. “Se hizo querer. Un chico con mucha energía y muy fresco”, aseguró alguna vez Ehizaguirre.

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Los artistas fallecidos eran músicos del Chaqueño y Los Nocheros, respectivamente. Las fiestas de fin de año tuvieron un sabor amargo dentro del cancionero popular. El año 2012 comenzó con el folclore de luto. La guitarra de Martín Berrios se había callado para siempre. El talentoso músico de Los Nocheros, de solo 25 años, falleció en diciembre de 2011 en un accidente automovilístico en Jujuy. Era el nene mimado de Rubén, Mario, Alvaro y Kike. “Se hizo querer. Un chico con mucha energía y muy fresco”, aseguró alguna vez Ehizaguirre.

 

 
Sus “dedos mágicos” no supieron de egoismo y siempre desparramó su sabiduría entre los jóvenes artistas salteños. Era un espejo para muchos. Compartió sobradas horas con Los Izkierdos de la Cueva. Su estilo particular de tocar la guitarra, quedará en la historia del folclore norteño.

 


Pero no fue la única tristeza. Este género popular también lloró el adiós al querido Oscar Chato Bazán, guitarrista del Chaqueño Palavecino, quien a fines de agosto se despidió para un viaje sin retorno. Los acordes placenteros de su guitarra se apagaron en el hospital Juan Fernández, de Buenos Aires, donde el músico se encontraba internado hacía tiempo por una enfermedad terminal.
El Chato Bazán era considerado uno de los mejores guitarristas del país y acompañó desde siempre a Oscar Esperanza Palavecino. Su talento fue abrumador y pese a la oscuridad de los escenarios, siempre brilló con luz propia en el firmamento del folclore.

 

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