¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Los subsidios y el modelo

Jueves, 01 de marzo de 2012 21:41

El reciente ferroviario ocurrido recientemente en la estación Once, en Buenos Aires, en el que fallecieron 51 personas y hubo casi 700 heridos, los conflictos por la entrega de los subterráneos de la Nación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otros temas, nos muestran las debilidades de un servicio público totalmente deficiente que está apoyado en la cantidad de subsidios que recibe esta actividad y que no tienen como prioridad la excelencia y seguridad del servicio sino el lobby que hacen sus directivos para obtener del Gobierno mayor cantidad dinero.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El reciente ferroviario ocurrido recientemente en la estación Once, en Buenos Aires, en el que fallecieron 51 personas y hubo casi 700 heridos, los conflictos por la entrega de los subterráneos de la Nación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otros temas, nos muestran las debilidades de un servicio público totalmente deficiente que está apoyado en la cantidad de subsidios que recibe esta actividad y que no tienen como prioridad la excelencia y seguridad del servicio sino el lobby que hacen sus directivos para obtener del Gobierno mayor cantidad dinero.

Es de destacar que este gobierno está otorgando subsidios para estimular artificialmente el consumo y la producción de bienes o servicios, los objetivos son muchos, como el entregar dinero a empresas privadas prestadoras de servicios públicos para evitar aumentos de sus tarifas, especialmente en épocas de inflación, o la intención de alcanzar metas, como lograr una mayor redistribución de los ingresos, o favorecer a determinadas personas, actividades o zonas del país, entre los más importantes.

La entrega de subsidios en Argentina es una de las mayores erogaciones del total de gastos del Ejecutivo, y la misma va creciendo año a año en porcentajes mayores a los que crece la producción de bienes y servicios que mide el producto bruto interno (PBI) en ese mismo período. Se observa que en el año 2001, los gastos del estado respecto al PBI representaban un 31%, y en el 2011 este porcentaje ascendió al 41%.

Es decir, no es una buena señal para la economía, ya que los subsidios se transforman en mecanismos artificiales para modificar la distribución de los ingresos y dependen de una decisión política y no de las reglas de mercado.

Los incentivos del modelo

Se está discutiendo si las privatizaciones de los noventa fueron buenas o no, con todos los errores o beneficios de ese proceso; ahora, si a las empresas privatizadas prestatarias de servicios públicos (transportes) y proveedoras de energía (gas, electricidad) le sumamos los subsidios otorgados en los últimos años, la mezcla se transforma en explosiva, no es sustentable y difícil de mantener en el tiempo.

Cada vez que se aumentan los subsidios a una empresa, provocamos en esta mayor dependencia con el poder político, alejándola de la realidad económica.

La entrega de subsidios para que no aumenten los precios en un esquema de inflación es una mentira que tiene tres patas, ya que la aceptan los usuarios porque es muy cómodo que no suban los precios, los prestadores porque ante cualquier diferencia en sus costos saben que el Estado acudirá en su ayudad y el Gobierno, ya que es una forma de evitar conflictos sociales al mantener congeladas las tarifas en una época de alta inflación (aunque no lo reconozca); la queja surge cuando ocurren accidentes que cuestan vidas por deficiencias en la prestación de los servicios.

Control y eficiencia

Las 51 vidas que se cobró el último accidente ferroviario, que no fue ni el primero ni el único, es la muestra típica de una realidad que no sorprende a nadie, solo nos despierta, ya que el Gobierno fue prevenido por los organismos de control en varias oportunidades y no se tomaron las medidas para mejorar la prestación de estos servicios.

Con respecto a este accidente, es interesante compartir con ustedes el informe número 430, del 26/02/2012, de Idesa que dice: “La tragedia de Once es un hecho previsible en el marco de las deficientes políticas públicas que se vienen aplicando. El Gobierno priorizó el congelamiento de las tarifas, para lo cual se concentró en distribuir discrecionalmente subsidios y relajó los controles. El resultado obvio es que las empresas concesionarias prioricen congraciarse con los funcionarios que administran los subsidios y descuidaron la calidad y la seguridad de los servicios. Para no repetir errores, es imprescindible sincerar tarifas, focalizar los subsidios en las familias más humildes y reconstruir el sector público para que regule y controle con profesionalidad y objetividad”

Subsidios y déficit fiscal

Hasta ahora, el “modelo subsidios” funcionó bien, pero ya nuestra economía está mostrando algunos síntomas de desaceleración del crecimiento, esto traerá aparejado menor recaudación y por supuesto el Gobierno dispondrá de menores recursos para gastar.

Menor crecimiento, baja en el precio de los productos que exportamos, recesión en los EEUU y Europa son algunas de las variables analizadas desde el Ejecutivo que significarán menor recaudación; la reacción fue lógica, reducir los subsidios al transporte, la luz, el agua, el gas. Son medidas antipopulares pero el costo siempre es menor que entrar en un proceso hiperinflacionario, ocasionado por el exceso del gasto público financiado mayormente con emisión monetaria.

Para profundizar el modelo

Hoy el Gobierno está interviniendo fuertemente en la actividad económica, el control de cambios, la limitación a las importaciones, la fijación de precios de bienes y servicios públicos, los aumentos o disminuciones de subsidios son algunas de las medidas adoptadas últimamente para preservar el “modelo”, que entiendo buscan solamente controlar la salida de divisas y evitar que el Gobierno gaste más de lo que recauda, por las características de las disposiciones observamos que son coyunturales y no estratégicas de desarrollo.

Si a este esquema de subsidios le sumamos la crisis energética ocasionada por la falta de inversiones y los precios controlados por el Gobierno vemos que en un “modelo” que pretende ser de desarrollo productivo y competitivo, el abastecimiento y el precio de la energía pasa a ser otra incógnita muy difícil de resolver en el mediano plazo.

Será este el momento para replantear la entrega de subsidios a los que realmente los necesitan y despertar en muchos beneficiarios de planes la tan mentada cultura del trabajo que, en muchos casos, la necesitamos.

Temas de la nota

PUBLICIDAD