Para ser el mejor siempre hay que hacer sacrificios y los hay de diferentes tipos. Pero con el correr del tiempo la palabra sacrificio se transforma y lo que antes costaba mucho se volvió felicidad. Les sucede a muchos deportistas que para triunfar necesitan dejar la comodidad del hogar para introducirse en un ámbito desconocido, sin caras conocidas, pero que comparten el mismo sueño. Le pasó al tenista salteño Matías Castro, que a los 15 años se instaló en Chaco para cumplir su objetivo deportivo: estar entre los 500 del ranking ATP y jugar Roland Garros.
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Para ser el mejor siempre hay que hacer sacrificios y los hay de diferentes tipos. Pero con el correr del tiempo la palabra sacrificio se transforma y lo que antes costaba mucho se volvió felicidad. Les sucede a muchos deportistas que para triunfar necesitan dejar la comodidad del hogar para introducirse en un ámbito desconocido, sin caras conocidas, pero que comparten el mismo sueño. Le pasó al tenista salteño Matías Castro, que a los 15 años se instaló en Chaco para cumplir su objetivo deportivo: estar entre los 500 del ranking ATP y jugar Roland Garros.
Matías nació el 21 de octubre de 1987, tiene 24 años y desde 2009 esta rankeado en el circuito profesional, el mismo donde están Djokovic, Nadal, Federer y donde estuvo su ídolo Gustavo Guga Kuerten. Para llegar a ese lugar tuvo que recorrer “medio mundo”, jugar cientos de torneos, viajar y la lista sigue. “Yo me dedico al tenis y soy feliz haciendo lo que hago”, señaló Matías a El Tribuno.Recibió su primera raqueta a los 5 años y comenzó a jugar en el Sporting Club. Jugó hasta que se cansó y siguió jugando, un poco siguiendo a su padre, Cristian, que también se dedicó al tenis, y otro poco por deseo personal. Diez años después se presentó el gran dilema: Buenos Aires o Chaco. “Mi papá me dijo: "A qué te vas a ir a Buenos Aires solo!' y fue la respuesta que necesité. Me fui a Chaco a ser entrenado por Rubén Ré. Me costó muchísimo superarlo, irme de la casa y vivir en un cuarto sin las mismas comodidades. Pero allí entrenaba con Leonardo Mayer, Edgardo Massa y eso apaciguaba el estar lejos de mi familia”, contó.
El fruto de su trabajo llegó en 2008. El 22 de septiembre de ese año su nombre apareció en el puesto 1.734 del mundo. Su campaña desde ese momento fue en ascenso y llegó el 12 de octubre de 2009 al puesto 975, su mejor ranking en el ATP. Hoy es el 1.316 del mundo, con 3 puntos y 11 torneos jugados.
“No soy ningún tocado por la varita mágica, pero sí me considero una persona que dejó todo por el tenis, porque realmente me apasiona, y si tengo que levantarme a las 5 de la mañana y acostarme a la medianoche, esté en Salta o en Africa lo voy hacer. Hacer esto me da tanta felicidad y al mismo tiempo siento que progreso cada día y maduro en todo sentido”, confesó el salteño.
“Quiero estar lo mas rápido entre los 500 del mundo y jugar Roland Garros y para ello tengo debo seguir entrenando muchísimo más. Tengo un buen equipo de trabajo y una familia que me banca mucho y realmente hago lo que siempre soñé desde chico y si sigo así, en algún momento Dios me va a dar la oportunidad de jugar los torneos grandes”, contó este “salteño de corazón” que tuvo que irse a Chaco “porque era el único camino para llegar al tenis profesional”. Hoy está en Salta descansando, situación que se da por tres días y que se repite cuatro veces al año.