El transporte público y los centros educativos permanecían inactivos ayer en Karachi, en el sur de Pakistán, en previsión de que se produzcan más disturbios tras los hechos registrados desde el martes que dejaron al menos 14 personas muertas a causa de la violenta ola de protestas.
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El transporte público y los centros educativos permanecían inactivos ayer en Karachi, en el sur de Pakistán, en previsión de que se produzcan más disturbios tras los hechos registrados desde el martes que dejaron al menos 14 personas muertas a causa de la violenta ola de protestas.
“La ciudad está bajo control de las fuerzas de seguridad”, aseguró el portavoz policial Qasmi Ahmed, citado por Europa Press, admitiendo que las calles de la mayor urbe del país están casi desiertas.
La muerte de un militante del Partido Awami (ANP), ligado a la población pastún, reavivó los enfrentamientos que brotaron unos días antes a causa del asesinato de un miembro de otro de los partidos con peso regional, el Muttahida Quami Movement (MQM).
Tras el fallecimiento de su militante, el MQM llamó a una “jornada de duelo” que desembocó el martes en violentos combates callejeros que dejaron ocho muertos y 40 heridos.
Karachi es el motor económico de Pakistán, pero también es escenario de una guerra con tintes étnicos, políticos y criminales.