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Luz amarilla en la balanza comercial

Domingo, 01 de abril de 2012 15:24
El escenario planteado por el Gobierno, más allá de las protestas externas, también genera rechazo interno.

El cierre selectivo de las importaciones, dispuesto por el Gobierno, marca una sintonía con los desaciertos que viene realizando, pero más que nada también demuestra una preocupación, porque, a excepción del Indec, algunos indicadores vienen arrojando resultados negativos. La gente se preguntará por qué a veces se avanza en la dirección contraria a la que impone el mundo, por qué mientras otros países buscan nuevos mercados para sus productos, Argentina lo cierra cada día más. Tal vez alcanzaría con decir que un reciente ranking de un organismo multilateral ubica al país entre los más proteccionistas. Más allá del rótulo y de las protestas generalizadas de numerosos países, a raíz de las trabas a las importaciones, existen números que llevaron a la Argentina a implementar la polémica normativa. A partir de 2002 (ver infografía) el saldo de la balanza comercial (diferencia entre exportaciones e importaciones) empezó a disminuir precisamente por un sostenido aumento de las importaciones (compras del exterior o sea dólares que se van). En ese año las importaciones alcanzaron casi US$ 9.000 millones, con un saldo de la balanza comercial favorable de US$ 16.661 millones. A lo largo de los años, si bien aumentaron notablemente las exportaciones, también lo hicieron las compras al exterior y, de esta manera, en el 2011 las importaciones alcanzaron los US$ 73.624 millones con un sustancial merma en el saldo de la balanza, que alcanzó los US$ 10.647 millones, es decir que en todo el período de los Kirchner (primero Néstor y luego Cristina de Kirchner) se achicó el saldo favorable de la balanza en casi US$ 6.000 millones, curiosamente una cifra que el Gobierno, con la limitación de las importaciones, espera rápidamente recuperar.

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El escenario planteado por el Gobierno, más allá de las protestas externas, también genera rechazo interno.

El cierre selectivo de las importaciones, dispuesto por el Gobierno, marca una sintonía con los desaciertos que viene realizando, pero más que nada también demuestra una preocupación, porque, a excepción del Indec, algunos indicadores vienen arrojando resultados negativos. La gente se preguntará por qué a veces se avanza en la dirección contraria a la que impone el mundo, por qué mientras otros países buscan nuevos mercados para sus productos, Argentina lo cierra cada día más. Tal vez alcanzaría con decir que un reciente ranking de un organismo multilateral ubica al país entre los más proteccionistas. Más allá del rótulo y de las protestas generalizadas de numerosos países, a raíz de las trabas a las importaciones, existen números que llevaron a la Argentina a implementar la polémica normativa. A partir de 2002 (ver infografía) el saldo de la balanza comercial (diferencia entre exportaciones e importaciones) empezó a disminuir precisamente por un sostenido aumento de las importaciones (compras del exterior o sea dólares que se van). En ese año las importaciones alcanzaron casi US$ 9.000 millones, con un saldo de la balanza comercial favorable de US$ 16.661 millones. A lo largo de los años, si bien aumentaron notablemente las exportaciones, también lo hicieron las compras al exterior y, de esta manera, en el 2011 las importaciones alcanzaron los US$ 73.624 millones con un sustancial merma en el saldo de la balanza, que alcanzó los US$ 10.647 millones, es decir que en todo el período de los Kirchner (primero Néstor y luego Cristina de Kirchner) se achicó el saldo favorable de la balanza en casi US$ 6.000 millones, curiosamente una cifra que el Gobierno, con la limitación de las importaciones, espera rápidamente recuperar.

Precisamente el Indec informó que las exportaciones del año pasado aumentaron un 24% a US$ 84.271 millones y que las importaciones se elevaron 31%, a US$ 73.624 millones. Una diferencia clara que se evidenció en los meses previos consistió en que los precios de los productos que vende la Argentina subieron menos que los de los artículos que compra, provocando lo que los economistas denominan “deterioro de los términos del intercambio”.

No obstante el escenario planteado por el Gobierno, más allá de las protestas externas, también genera preocupación en el aspecto interno. Consultada sobre este tema la despachante de Aduana Selva Miriam Aquilano, diferenció para el futuro dos sectores por la situación. Los mayores beneficiarios serán los que importen insumos, tecnología, bienes de producción o de capital (los que se utilizan para producir otros bienes), partes, accesorios, directamente relacionados con estos bienes, y que a su vez estos se importen directamente por los usuarios (ojo con los intermediarios, revendedores y distribuidores) para que no haya costos adicionales, porque estos se trasladan a la cadena e influyen sobre el precio final, etc. Hay que tener en cuenta este escenario porque estos bienes representan cerca del 70% de las importaciones

Por su parte, quienes sufrirán el impacto serán los importadores de bienes de consumo porque “únicamente se autorizará la importación de aquellos que no se produzcan en el país o que no alcancen para cubrir la demanda del mercado interno”.

De ahí la preocupación del Gobierno nacional por agudizar los controles sobre las importaciones, que siguieron a los establecidos para la compra de divisas por parte de los residentes, más aún dada la inquietud por el impacto de la sequía sobre los excedentes exportables esperados de cereales y oleaginosas y sus derivados.

 

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