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La AMT quiere dar de baja la licencia del taxi

Viernes, 04 de mayo de 2012 21:58

Osvaldo Raymundo Laci (46), el propietario del taxi Fiat Siena 2008 que manejaba Guillermo José Jaúregui, el hombre acusado de haber violado a una ciudadana suiza al interior del vehículo el sábado pasado, realizó sendas presentaciones ante el Poder Judicial -para que le entreguen su herramienta de trabajo- y la presidenta de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT), Adriana Pérez, para que de por concluidas sus inconstitucionales amenazas de dar de baja la licencia de la unidad, arguyendo haberle hecho daño a la provincia y su industria turística.
“Yo qué tengo que ver con lo que ocurrió la noche del sábado 28 de abril entre este chico, al que llamamos Guille y la joven europea”, se quejó, desesperado, junto a su abogado, Santiago Pedroza.
Paralelamente, realizó un relato de cómo contrató a Jaúregui para que trabajara el taxi los jueves, viernes y sábados entre las 19 y las 7 de los días siguientes. “Lo conocí como hace tres meses cuando él me preguntó si no sabía de alguien que necesitara un chofer. Charlamos, nos conocimos y cuando supe que no fumaba, no bebía ni se drogaba, le propuse que lo hiciera para mi. Jamás tuve un problema. Es una persona muy seria y responsable. El domingo 29, cuando me llevó el auto, a las 7, a mi casa, en Villa Los Sauces, yo lo trasladé a él hasta la suya, en el barrio 9 de Julio. Estaba feliz. ‘Me enamoré’, me dijo mientras no paraba de enviarle un mensaje tras otra a su novia. ‘Es suiza, preciosa, bellísima, lástima que se va a su país esta noche’, me contó. Luego de ello, me miró con cara de tristeza y dijo: ‘No sé que pasa pero no me contesta ni los mensajes ni las llamadas. Es raro porque estábamos rebién’”, relató Laci.
“Esa misma mañana fui a la terminal, donde trabajamos habitualmente pero estaba llena de taxis, así es que me fui a trabajar por afuera. Debía hacerlo sí o sí porque el dos de mayo debía pagar una de las cinco cuotas que debo del auto. Tenía $700 en el bolsillo y debía completar $1.300. Por la noche lo llamé para ver si iba a salir a trabajar ese día, a lo que me respondió que sí, pero que no lo haría entre el lunes 30 y el martes 1º de mayo. Como siempre, lo pasé a buscar esa noche y él me fue a entregar el vehículo cerca de las 8, pero antes me preguntó si me compraba El Tribuno, a lo que le dije que sí. Llegó a mi casa, me lo pidió para ver el Cartonazo y lo llevé. Las calles estaban vacías, así es que regresé a mi casa, donde me esperaba mi papá, que vive a cinco cuadras y decidimos hacer una picadita con bifes y un arrocito. A eso de las 10.30, leí lo del taxista denunciado por haber violado a una joven suiza y me llamó la atención. Coincidía mucho todo lo escrito con lo que me había contado. No pasaron muchos minutos más cuando él me llamó, cosa que no hacía jamás porque es muy ahorrativo y solo mandaba mensajes. ‘Pasó algo con el auto’, me dijo. El, recién había leído lo mismo que yo. Estaba destruido. No sabía por qué ella lo había denunciado. Yo había visto las fotos que él me había mostrado y tampoco lo podía creer. De todos modos, salí a trabajar y lo hice hasta las 23. Cuando volví, me secuestraron el auto y me llevaron a la Brigada”.

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Osvaldo Raymundo Laci (46), el propietario del taxi Fiat Siena 2008 que manejaba Guillermo José Jaúregui, el hombre acusado de haber violado a una ciudadana suiza al interior del vehículo el sábado pasado, realizó sendas presentaciones ante el Poder Judicial -para que le entreguen su herramienta de trabajo- y la presidenta de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT), Adriana Pérez, para que de por concluidas sus inconstitucionales amenazas de dar de baja la licencia de la unidad, arguyendo haberle hecho daño a la provincia y su industria turística.
“Yo qué tengo que ver con lo que ocurrió la noche del sábado 28 de abril entre este chico, al que llamamos Guille y la joven europea”, se quejó, desesperado, junto a su abogado, Santiago Pedroza.
Paralelamente, realizó un relato de cómo contrató a Jaúregui para que trabajara el taxi los jueves, viernes y sábados entre las 19 y las 7 de los días siguientes. “Lo conocí como hace tres meses cuando él me preguntó si no sabía de alguien que necesitara un chofer. Charlamos, nos conocimos y cuando supe que no fumaba, no bebía ni se drogaba, le propuse que lo hiciera para mi. Jamás tuve un problema. Es una persona muy seria y responsable. El domingo 29, cuando me llevó el auto, a las 7, a mi casa, en Villa Los Sauces, yo lo trasladé a él hasta la suya, en el barrio 9 de Julio. Estaba feliz. ‘Me enamoré’, me dijo mientras no paraba de enviarle un mensaje tras otra a su novia. ‘Es suiza, preciosa, bellísima, lástima que se va a su país esta noche’, me contó. Luego de ello, me miró con cara de tristeza y dijo: ‘No sé que pasa pero no me contesta ni los mensajes ni las llamadas. Es raro porque estábamos rebién’”, relató Laci.
“Esa misma mañana fui a la terminal, donde trabajamos habitualmente pero estaba llena de taxis, así es que me fui a trabajar por afuera. Debía hacerlo sí o sí porque el dos de mayo debía pagar una de las cinco cuotas que debo del auto. Tenía $700 en el bolsillo y debía completar $1.300. Por la noche lo llamé para ver si iba a salir a trabajar ese día, a lo que me respondió que sí, pero que no lo haría entre el lunes 30 y el martes 1º de mayo. Como siempre, lo pasé a buscar esa noche y él me fue a entregar el vehículo cerca de las 8, pero antes me preguntó si me compraba El Tribuno, a lo que le dije que sí. Llegó a mi casa, me lo pidió para ver el Cartonazo y lo llevé. Las calles estaban vacías, así es que regresé a mi casa, donde me esperaba mi papá, que vive a cinco cuadras y decidimos hacer una picadita con bifes y un arrocito. A eso de las 10.30, leí lo del taxista denunciado por haber violado a una joven suiza y me llamó la atención. Coincidía mucho todo lo escrito con lo que me había contado. No pasaron muchos minutos más cuando él me llamó, cosa que no hacía jamás porque es muy ahorrativo y solo mandaba mensajes. ‘Pasó algo con el auto’, me dijo. El, recién había leído lo mismo que yo. Estaba destruido. No sabía por qué ella lo había denunciado. Yo había visto las fotos que él me había mostrado y tampoco lo podía creer. De todos modos, salí a trabajar y lo hice hasta las 23. Cuando volví, me secuestraron el auto y me llevaron a la Brigada”.

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