¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Caída o crónica de una deserción anunciada

Sabado, 09 de junio de 2012 23:57

Sus sueños de grandeza al abrigo del poder quedaron truncos. Hasta hace pocos días, Daniel Reposo soñaba con un relato épico que lo tenía por protagonista, en el que era el hombre que, desde la Procuración General de la Nación, salvaba a su amigo Amado Boudou de las garras de los poderosos grupos económicos concentrados que querían arrancarlo de la vicepresidencia. Pero en su ilusión, su obsecuencia o su fanatismo, incurrió en el mismo error que Boudou: no cuidó los detalles, y la suma de errores terminaron por enviarlo al ostracismo político, del que difícilmente pueda volver.

No hay que olvidar que la candidatura de Reposo no se produjo accidentalmente o en un momento de cambio generacional, sino en medio de un descomunal escándalo institucional por las denuncias contra el vicepresidente de supuesto tráfico de influencias a favor de inversores “fantasma”, que se quedaron con la eximprenta Ciccone Calcográfica y un contrato para imprimir billetes por 150 millones de dólares. Cuando el avance de la Justicia en la investigación puso en jaque a Amado Boudou, su reacción fue virulenta. Lanzó una andanada de denuncias que, entre otros, tuvieron como destinatario al exprocurador Esteban Righi, a quien a su vez acusó de tráfico de influencias. A diferencia de Boudou, que se atornilló al cargo, Righi renunció para allanar la investigación judicial, y dejó vacante un puesto clave: el de jefe de los fiscales, capaz de, con maniobras espúreas, bloquear cualquier investigación judicial.

No sorprendió entonces que la Presidenta, que desde los gestos apoyó implícitamente a su vicepresidente, propusiera para el cargo a un hombre del riñón de Boudou.

Daniel Reposo estuvo, desde un principio, muy lejos de reunir los méritos profesionales para ocupar un cargo de semejante envergadura. Abogado egresado de la UBA, su paso por la administración pública reconocía casi una única virtud: el acompañamiento personal y comprometido al vicepresidente en su ascenso político.
Entre 1986 y 1992, se desempeñó como asesor letrado en la Sindicatura General de empresas públicas y, al año siguiente, fue subgerente institucional de la Sindicatura General de la Nación. En 2007, ingresó en el círculo más cercano de Amado Boudou, quien por entonces era titular de la Anses, y ocupó primero la Gerencia de Prestaciones y luego fue titular de la Unidad de Auditoría Interna en el organismo previsional. En noviembre de 2009, el entonces ya exministro de Economía logró designarlo titular de la Sindicatura General de la Nación (Sigen), el órgano de control interno del PEN.

Reposo también es síndico titular en Papel Prensa. Uno de sus roles más recordados es el de haber tapado las cámaras que grababan una asamblea de directorio en la que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, apareció con guantes de box e impidió una votación. Por éste y otros episodios, Reposo fue denunciado penalmente por los accionistas privados de Papel Prensa, los diarios Clarín y La Nación.

Apenas conocida su postulación, aparecieron señales que despertaron la alarma de la prensa y la oposición. La primera, fueron sus manifestaciones públicas a través de Facebook y Twitter en apoyo al vicepresidente. “Ayer fuimos testigos de un modelo de militante y de generosidad con Boudou anteponiendo el proyecto y el modelo por sobre sus intereses”, escribió en su cuenta en Twitter en mayo de 2011, cuando quedó definida la fórmula presidencial. Y no se quedó allí. En Facebook escribió: “Para seguir haciendo justicia social! Cristina- Amado”. Fue el 10 de diciembre último, desde el Congreso, en la asunción de ambos. Consultado sobre esas definiciones, no tuvo empacho en decir que “no hay procurador que no esté consustanciado con un proyecto político”.

Apenas su currículum ingresó en el Senado, en el que debía efectuarse el proceso de aprobación del candidato, aparecieron nuevos datos preocupantes. En forma intencional o no, varios datos de sus actividades faltaban a la verdad. Reposo, por ejemplo, aseguraba haber disertado junto al extitular de la ONU, Ban Ki-moon, durante unas jornadas realizadas en Buenos Aires. Pero desde las oficinas del organismo internacional se encargaron de aclarar que esa supuesta disertación de Reposo nunca existió y que, a lo sumo, el titular de la Sigen había participado como asistente, pero nunca como disertante. Ante el escándalo que generó la noticia, Reposo replicó que se había tratado simplemente de un “error de tipeo”.

Para su desgracia, los errores de tipeo siguieron apareciendo y su imagen pública entró en un tobogán sin freno, que terminó por dejarlo “fuera de juego”.
 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Sus sueños de grandeza al abrigo del poder quedaron truncos. Hasta hace pocos días, Daniel Reposo soñaba con un relato épico que lo tenía por protagonista, en el que era el hombre que, desde la Procuración General de la Nación, salvaba a su amigo Amado Boudou de las garras de los poderosos grupos económicos concentrados que querían arrancarlo de la vicepresidencia. Pero en su ilusión, su obsecuencia o su fanatismo, incurrió en el mismo error que Boudou: no cuidó los detalles, y la suma de errores terminaron por enviarlo al ostracismo político, del que difícilmente pueda volver.

No hay que olvidar que la candidatura de Reposo no se produjo accidentalmente o en un momento de cambio generacional, sino en medio de un descomunal escándalo institucional por las denuncias contra el vicepresidente de supuesto tráfico de influencias a favor de inversores “fantasma”, que se quedaron con la eximprenta Ciccone Calcográfica y un contrato para imprimir billetes por 150 millones de dólares. Cuando el avance de la Justicia en la investigación puso en jaque a Amado Boudou, su reacción fue virulenta. Lanzó una andanada de denuncias que, entre otros, tuvieron como destinatario al exprocurador Esteban Righi, a quien a su vez acusó de tráfico de influencias. A diferencia de Boudou, que se atornilló al cargo, Righi renunció para allanar la investigación judicial, y dejó vacante un puesto clave: el de jefe de los fiscales, capaz de, con maniobras espúreas, bloquear cualquier investigación judicial.

No sorprendió entonces que la Presidenta, que desde los gestos apoyó implícitamente a su vicepresidente, propusiera para el cargo a un hombre del riñón de Boudou.

Daniel Reposo estuvo, desde un principio, muy lejos de reunir los méritos profesionales para ocupar un cargo de semejante envergadura. Abogado egresado de la UBA, su paso por la administración pública reconocía casi una única virtud: el acompañamiento personal y comprometido al vicepresidente en su ascenso político.
Entre 1986 y 1992, se desempeñó como asesor letrado en la Sindicatura General de empresas públicas y, al año siguiente, fue subgerente institucional de la Sindicatura General de la Nación. En 2007, ingresó en el círculo más cercano de Amado Boudou, quien por entonces era titular de la Anses, y ocupó primero la Gerencia de Prestaciones y luego fue titular de la Unidad de Auditoría Interna en el organismo previsional. En noviembre de 2009, el entonces ya exministro de Economía logró designarlo titular de la Sindicatura General de la Nación (Sigen), el órgano de control interno del PEN.

Reposo también es síndico titular en Papel Prensa. Uno de sus roles más recordados es el de haber tapado las cámaras que grababan una asamblea de directorio en la que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, apareció con guantes de box e impidió una votación. Por éste y otros episodios, Reposo fue denunciado penalmente por los accionistas privados de Papel Prensa, los diarios Clarín y La Nación.

Apenas conocida su postulación, aparecieron señales que despertaron la alarma de la prensa y la oposición. La primera, fueron sus manifestaciones públicas a través de Facebook y Twitter en apoyo al vicepresidente. “Ayer fuimos testigos de un modelo de militante y de generosidad con Boudou anteponiendo el proyecto y el modelo por sobre sus intereses”, escribió en su cuenta en Twitter en mayo de 2011, cuando quedó definida la fórmula presidencial. Y no se quedó allí. En Facebook escribió: “Para seguir haciendo justicia social! Cristina- Amado”. Fue el 10 de diciembre último, desde el Congreso, en la asunción de ambos. Consultado sobre esas definiciones, no tuvo empacho en decir que “no hay procurador que no esté consustanciado con un proyecto político”.

Apenas su currículum ingresó en el Senado, en el que debía efectuarse el proceso de aprobación del candidato, aparecieron nuevos datos preocupantes. En forma intencional o no, varios datos de sus actividades faltaban a la verdad. Reposo, por ejemplo, aseguraba haber disertado junto al extitular de la ONU, Ban Ki-moon, durante unas jornadas realizadas en Buenos Aires. Pero desde las oficinas del organismo internacional se encargaron de aclarar que esa supuesta disertación de Reposo nunca existió y que, a lo sumo, el titular de la Sigen había participado como asistente, pero nunca como disertante. Ante el escándalo que generó la noticia, Reposo replicó que se había tratado simplemente de un “error de tipeo”.

Para su desgracia, los errores de tipeo siguieron apareciendo y su imagen pública entró en un tobogán sin freno, que terminó por dejarlo “fuera de juego”.
 

Temas de la nota

PUBLICIDAD