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La misteriosa desaparición del último Indiana Jones

Sabado, 21 de julio de 2012 23:05
 Rastreos. Muchas expediciones fueron a buscar respuestas de lo que pudo haberle pasado a Fawcett, pero ninguna tuvo éxito.

Después de una década de investigar varios documentos pero fundamentalmente el enigmático Manuscrito 512, que relata la existencia de una ciudad magnífica en el centro del Matto Grosso brasileño, el coronel Percival (Percy) Harrison Fawcett, aprestó sus elementos de exploración y con su hijo de sólo 22 años y otro científico, se internaron en la selva amazónica para buscar la “Ciudad Z”, como él llamó a su objetivo, pero nunca más se supo de ellos. Las 13 expediciones que fueron en su búsqueda, en décadas posteriores, corrieron igual suerte. Esto alimentó leyendas de todo tipo, con más o menos fantasías pero todas fascinantes.

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 Rastreos. Muchas expediciones fueron a buscar respuestas de lo que pudo haberle pasado a Fawcett, pero ninguna tuvo éxito.

Después de una década de investigar varios documentos pero fundamentalmente el enigmático Manuscrito 512, que relata la existencia de una ciudad magnífica en el centro del Matto Grosso brasileño, el coronel Percival (Percy) Harrison Fawcett, aprestó sus elementos de exploración y con su hijo de sólo 22 años y otro científico, se internaron en la selva amazónica para buscar la “Ciudad Z”, como él llamó a su objetivo, pero nunca más se supo de ellos. Las 13 expediciones que fueron en su búsqueda, en décadas posteriores, corrieron igual suerte. Esto alimentó leyendas de todo tipo, con más o menos fantasías pero todas fascinantes.

Un explorador audaz

Percy Harrison Fawcett, fue en sí mismo un personaje. Explorador, topógrafo, militar brillante vinculado al servicio secreto británico, experto en fenómenos psíquicos y cultor del teosofismo. Fue, además, amigo de importantes escritores como Rider Haggard (Las minas del rey Salomón) y Arthur Conan Doyle, quien escribió calificadas novelas, entre ellas la saga de Sherlock Holmes y El mundo perdido, que se basó en los relatos de los viajes de Fawcett.

Nació en Torquay, Inglaterra en 1867. Su padre, Edward, nacido en la India y miembro de la Royal Geographical Society, de espíritu aventurero, fue quien le inculcó el interés por las hazañas y exploraciones. Su hermano mayor, Edward Douglas, (1866-1960) era alpinista, ocultista oriental y escritor de novelas populares de aventuras. Percy, en 1886, estuvo en Africa trabajando para el Servicio Secreto Británico. Ese año se casó y fue padre de su primogénito, en 1903. En 1906 realizó la primera de las siete expediciones que haría a Sudamérica, hasta 1924. Parte del éxito de sus emprendimientos, además de sus conocimientos y su fortaleza física, fue el buen trato con los nativos, lo que le permitía avanzar hacia lo desconocido.

Era un verdadero Indiana Jones, que, en 1913, se incorporó como voluntario al ejército, al estallar la I Guerra Mundial. Estuvo en el frente de Flandes y encabezó una brigada de artillería. Terminado el conflicto, se fue a Brasil, para estudiar su fauna arqueología.

Manuscrito 512

No está claro cómo es que llega a sus manos el Manuscrito 512, un documento escrito en portugués que data del siglo XVIII, supuestamente dejado por un explorador anterior, que él lo cita como Francisco Raposo. Según su relato, Raposo habría divisado la ciudad perdida, alrededor de 1753 y redactado la cónica que da cuenta de la misteriosa urbe enclavada en la profundidad de la jungla. Muchos creen que Raposo no existió y el verdadero autor del texto fue Joao da Silva Guimaraes, un audaz bandeirante brasileño que, coincidentemente, desapareció en la jungla en 1764 para no volver a saberse nada de él. Se cree también que el propio Fawcett inventó a Francisco Raposo para despistar a posibles interesados en la búsqueda de su objetivo.

La última expedición

En su postrera expedición, en 1925, marchó con su hijo Jack, que ya tenía 22 años y un amigo de la infancia, Raleigh Rimell. Fawcett se ocupó, como siempre, personalmente, de todos y cada uno de los elementos que necesitaba: conservas alimenticias, armas, bengalas y, por supuesto, un sextante y una brújula para determinar latitud y longitud. Llegaron a Río de Janeiro en febrero de ese año y se lanzaron a la conquista del Matto Grosso. Hasta mayo siguieron enviando telegramas en forma regular, a sus familias, pero luego, desde un lugar llamado Cavalho Morto, despacharon el último mensaje, enviado con los guías, que fueron despachados de vuelta, para continuar sin ellos. En ese momento, sus dos compañeros, Jack y Raleigh estaban enfermos, sin embargo, el viejo Fawcett se internó igualmente en la espesura.

Una ciudad en el medio de la selva

Hasta la fecha nadie ha podido conocer con seguridad lo que le pasó a Fawcett, quien por ese año tenía 58 años, y a sus acompañantes. Aunque sí, es vox pópuli que sus coequipers murieron antes que él. El británico conocía cuáles eran los riesgos que conllevaba internarse en la selva.
El tenía conocimiento de la presencia de tribus muy violentas y caníbales, pero nada de eso lo atemorizó para lograr su objetivo: llegar a la “Ciudad “Z” y así le describía a su familia en cartas: “Nuestro objetivo principal está en un valle rodeado de montañas. Tiene unas diez millas de ancho y se encuentra sobre un promontorio que está al centro. Se llega hasta allí por una carretera de piedras. Las casas son bajas y sin ventanas y hay un templo piramidal. Los habitantes son numerosos, mantienen animales domésticos y poseen minas bien desarrolladas en las colinas circundantes. No muy lejos se encuentra una segunda ciudad, pero la gente de ella pertenece a una casta inferior a los habitantes de ‘Z’”.
¿Lo descrito respondía a su imaginación? Es un misterio.
 

Las versiones

Hay relatos que aseguran que Fawcett había encontrado la ciudad y que se había convertido en el jefe de una de las tribus que cohabitaban en la ignota urbe.
Algunos viajeros dijeron haberlo visto e incluso apareció un niño rubio, al que se lo presentaba como hijo del inglés con una nativa noble, pero después se comprobó que el chico era albino y que la historia no era más que un absoluto fraude.
 

INSTRUCCIONES

Percy Fawcett había dejado instrucciones precisas a su familia. Exigía que en caso de no volver a la civilización, no lo buscaran ya que los expedicionarios podrían tener su mismo fin, como ocurrió 13 veces..
 

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