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Comer sano y hacer ejercicios, otra clave para disfrutar el verano

Domingo, 06 de enero de 2013 12:44
Las actividades físicas siguen siendo recomendables realizarlas a primera hora de la mañana o cuando cae el sol.

El verano es la estación ideal para hacer ejercicios, comer sano y variado para lograr rebajar los hasta cinco kilos que muchas personas suman luego de las ingestas compartidas durante las festividades de Navidad y Año Nuevo.

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Las actividades físicas siguen siendo recomendables realizarlas a primera hora de la mañana o cuando cae el sol.

El verano es la estación ideal para hacer ejercicios, comer sano y variado para lograr rebajar los hasta cinco kilos que muchas personas suman luego de las ingestas compartidas durante las festividades de Navidad y Año Nuevo.

“Pueden haberse incorporado entre 8.000 y 16.000 calorías, con lo cual no es sorprendente que una persona adulta llegue a aumentar unos cinco kilos durante esos días”, señaló el médico Silvio Schraier, presidente de la Fundación Argentina de Nutrición (FAN).

Para iniciar la dieta posfestejos, el especialista en nutrición recomendó “priorizar la ingesta de agua, té, caldos, tostadas o galletitas de agua, algún pequeño trozo de queso light y jugos de frutas naturales”.

Paulatinamente, indicó, hay que incorporar “pollo hervido o asado, puré de zapallo, de zanahoria, verduras de hoja, legumbres, papa, batata, tomate, choclo, palmitos, además de licuados y ensaladas de fruta sin el agregado de azúcar”.

Según el especialista, para reordenar la dieta “ayuda mucho ser organizado y programar mejor lo que se va a comer durante el día”.

En las vacaciones, dijo, la mayoría de las personas reducen el ritmo de actividad que tienen durante el resto del año, por lo que suele disponerse de más tiempo para ir al supermercado y elegir mejor los alimentos “en lugar de acumular comidas congeladas rebozadas y recurrir a los deliverys, poco saludables”.

El titular de la FAN explicó que un hombre de peso normal, según el tamaño de su cuerpo, “debería consumir entre 2.000 y 2.500 calorías al día, y una mujer, entre 1.500 y 2.000. Para bajar de peso, esos hombres deberían ingerir cerca de 1.500 calorías y las mujeres 1.200”.

Para contribuir al descenso de peso “existe una estrategia complementaria que consiste en la incorporación de suplementos dietarios, que han demostrado eficacia y seguridad”, aconsejó el médico.

Uno de esos suplementos es “el ácido linoleico conjugado (CLA) original, una sustancia de origen natural con evidencia científica que avala sus beneficios en el marco de un plan nutricional destinado a alcanzar un peso saludable”.

Schraier explicó “El CLA disminuye la grasa que se acumula y, junto con el ejercicio, reemplaza parte de esas grasas transformándolas en músculo”.

A estas recomendaciones alimenticias sumó ideas para optimizar o iniciar actividades físicas, “que son recomendables realizar a primera hora de la mañana o cuando cae el sol, para evitar los golpes de calor”.

La ingesta de líquidos antes, durante y después del ejercicio y “no salir en ayunas, porque está comprobado que así se pierde masa muscular y no grasa”, son otras de la sugerencias médicas.

Schraier aseguró que “cualquier ejercicio aeróbico es útil: caminar, correr, trotar, nadar, bailar, andar en bicicleta. Es ideal hacerlo entre 30 y 60 minutos por día, seis a siete días por semana”. Esta rutina es la sugerida, ya que los músculos “no tienen memoria, por lo que no sirve hacer muchas horas pocas veces por semana; por ejemplo, el domingo, que tengo más tiempo, camino 6 horas seguidas: es inútil”, aseveró.

 ¿La fructosa nos está engordando?

Una investigación reciente sugiere que la fructosa, un azúcar simple que se halla de forma natural en la fruta y que se añade a muchos otros alimentos como parte del jarabe de maíz rico en fructosa, no reduce el apetito y podría hacer que la gente coma más, en comparación con otro azúcar simple, la glucosa.

Tanto la glucosa como la fructosa son azúcares simples que se incluyen en partes iguales en el azúcar de mesa. En el nuevo estudio, unos escáneres cerebrales sugieren que suceden cosas distintas en el cerebro, dependiendo de cuál azúcar se consuma.

Investigadores de la Universidad de Yale observaron cambios relacionados con el apetito en el flujo sanguíneo de la región hipotalámica de los cerebros de veinte adultos sanos después de que comieron glucosa o fructosa. Cuando las personas consumieron glucosa, los niveles de las hormonas que tienen que ver con sentirse llenos eran altos.

Al contrario, cuando los participantes consumieron una bebida con fructosa, mostraron aumentos más pequeños en unas hormonas asociadas con la saciedad.

El Dr. Jonathan Purnell, de la Universidad de Oregon, señaló que los hallazgos replican los de estudios anteriores con animales, pero “esto no prueba que la fructosa sea la causa de la epidemia de obesidad, solo que es un posible factor contribuyente junto con muchos otros factores ambientales y genéticos”.
 

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