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“Francisco se parece mucho a Juan Pablo II”

Miércoles, 23 de octubre de 2013 08:46

Guillermo Karcher conoce como pocos al máximo representante de la Iglesia Católica en el Vaticano. Su condición de argentino le jugó, sin dudas, a su favor. Con él, el papa Francisco encara la organización de las celebraciones litúrgicas -Karcher forma parte de los 12 sacerdotes que integran el equipo de ceremonial- pero también el día a día en el hotel que tiene la Santa Sede, detrás de la Basílica de San Pedro, donde Bergoglio decidió residir, en lugar del Vaticano.

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Guillermo Karcher conoce como pocos al máximo representante de la Iglesia Católica en el Vaticano. Su condición de argentino le jugó, sin dudas, a su favor. Con él, el papa Francisco encara la organización de las celebraciones litúrgicas -Karcher forma parte de los 12 sacerdotes que integran el equipo de ceremonial- pero también el día a día en el hotel que tiene la Santa Sede, detrás de la Basílica de San Pedro, donde Bergoglio decidió residir, en lugar del Vaticano.

En una entrevista con el canal TN, confió detalles de la cotidianidad del Papa, de cómo cambió la Iglesia con su llegada y recordó qué sentimientos lo envolvieron cuando escuchó el nombre de Jorge Bergoglio aquel 13 de marzo pasado. el tuvo el honor de sostenerle el micrófono a Francisco ese día en el que fue elegido como Sumo Pontífice.

El cura que toma mate con el Papa, podría definirse a Karcher, porque es precisamente con él con quien comparte esa tradicional infusión argentina. “Cuando yo llego, está tomando mate; no lo hace todos los días, pero toma mate”, contó el sacerdote que, entre otras actividades, lo pone al tanto de los hechos que suceden en la Argentina.

La rutina del Papa, según precisó, arranca a las 5 de la madrugada cuando se levanta. A las 7 ofrece la misa, luego saluda a todas las personas que se le acercan y terminado ese intercambio recién ahí se va a desayunar. Francisco cena entre las 8 y las 8.30, completó.
“Francisco se parece mucho a Juan Pablo II”, afirmó con ahínco y abundó en su explicación: “Por su modo, muy humano, de tratar a las personas, de querer conocer la realidad del que tiene adelante, de acercarse a la gente. Le gusta la espontaneidad, que no es indisciplina ni desorden, sino querer que las cosas se hagan como él las siente”, añadió.

Para Karcher, Francisco está físicamente bien. “Yo lo veo realmente bien”, insistió al tiempo que recordó una anécdota, que da cuenta una vez más del sello distintivo de Bergoglio. “Los sacerdotes lo saludamos en el rito de la obediencia (en la elección del Papa) y nos arrodillamos ante él, pero a mí no me dejó arrodillarme. Cuando me vio, me agarró de las manos, me levantó y me dijo: Qué tal y tu madre”.

Al rememorar ese 13 de marzo, un día histórico para la Argentina, Karcher no evitó hondar en detalles y tampoco pudo esquivar su emoción: “Yo tenía a Bergoglio en mi corazón. Era la hinchada, pero no se podía decir en el cónclave”.
“Afuera estábamos los 12 ceremoniales rezando y sentí los aplausos cuando se eligió al Papa y tuve una intuición. Después escuché Francisco y cuando lo vi vestido de blanco fue una tremenda emoción ... Cómo me temblaron las piernas, fue una cosa impresionante, muy muy lindo. Enseguida empecé a pensar acá cambia todo, porque yo lo conocía. Dije: llegó la hora del obispo de la gente, de la calle”.
 

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