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Música para curar el alma y aprender a volar

Viernes, 22 de noviembre de 2013 02:17

Un pichón le preguntó a su papá cómo es que podía volar tan alto. Le contestó que practicaba mucho, que así se podía volar cada vez mejor. Luego le preguntó cómo hacía para cantar tan bien y le dio la misma respuesta. “Parte del aprendizaje consiste en practicar mucho”, le dijo el pájaro al pichón. “Hoy nosotros estamos acá para aprender a cantar y a volar”, decía después de narrar esa fábula Richard Frostick apenas comenzaba la clase en una pequeña sala del Hogar Escuela Carmen Puch de Gemes.

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Un pichón le preguntó a su papá cómo es que podía volar tan alto. Le contestó que practicaba mucho, que así se podía volar cada vez mejor. Luego le preguntó cómo hacía para cantar tan bien y le dio la misma respuesta. “Parte del aprendizaje consiste en practicar mucho”, le dijo el pájaro al pichón. “Hoy nosotros estamos acá para aprender a cantar y a volar”, decía después de narrar esa fábula Richard Frostick apenas comenzaba la clase en una pequeña sala del Hogar Escuela Carmen Puch de Gemes.

Cantar y volar. La metáfora resume el objetivo del programa World Voice (que se traduce al español como Voces del Mundo) y que, en muchos países, brinda a miles de personas la posibilidad de aprender a cantar con excelentes profesores. Es organizado por el British Council (Concejo Británico).

Hay que subir unos cuantos escalones. En el primer piso de esa vieja escuela de nuestra ciudad está la sala de lectura que, desde el lunes, se ha convertido en un lugar en el que se respira música. Se la vive. Se la siente. Se vuela a través de ella. Hoy, en el Día de la Música, culmina ese trabajo intensivo con un acto en el que tocará la Orquesta Sinfónica del Hogar Escuela, dirigida por Carolina Pineda.

El profe Richard está parado en el medio. Los chicos están todos alrededor suyo “sentados como cantantes”, erguidos, quietos y muy atentos a todo lo que él les dice. Les habla en inglés y una traductora facilita la comunicación. Cuando hacen música, se rompe la barrera del idioma. Ellos lo imitan y él, con sonrisas, les hace saber que lo están haciendo muy bien.

“Los chicos argentinos tienen un encanto particular pero también son un poco tímidos. Poquito a poquito se dejan llevar y yo estoy absolutamente encantado con ellos. En esta escuela en particular hay chicos que necesitan un poco más de apoyo. Yo, personalmente, disfruto mucho de estar estos días dando estas clases aquí”, dijo.

En Argentina es la primera vez que se realiza esta experiencia y Salta fue la provincia elegida para comenzar. Acá, World Voice fue coordinado por Cecilia Buján, quien también dirige un coro en el marco del Plan de Coros y Orquestas Infantiles y Juveniles impulsado por el gobierno nacional, que se llama El Milagro, en barrio Ciudad del Milagro. “Elegimos Salta por su riqueza cultural y porque muestra mucho de nuestra cultura nacional”, dijo Ayelén Borgatti, miembro del British Council.

Dejar los miedos, abrir las alas

Lo primero que hay que hacer es perder el miedo. Frostick dice que cuando uno canta por primera vez, sobretodo si lo hace en público, en lo único que piensa es en no pasar vergenza, en no hacer el ridículo por el temor a que se rían de uno.

“Al cantar tiene que haber confianza. Cuando uno le pide a alguien que cante le está pidiendo que se abra. Normalmente los animales esconden sus pulmones. Sabés que un animal no confía en vos cuando está rígido... Las personas son iguales. Cuando cantás estás mostrando las partes más vulnerables de tu alma”, explicó.

Frostick dice que cuando uno canta el alma de una persona se vuelve visible. Hablar, en cambio, deja recovecos oscuros en donde es posible esconder algunos sentimientos. “Uno, a través del diálogo, puede usar inteligentes formas de significar un sentimiento, omitirlo o disfrazarlo. Cuando escuchás la voz de alguien que siente lo que está cantando, escuchás también un poco de su alma”, dice.

Es por eso que la música cura. Así, también, se aprende a volar.

En las clases se trabaja además la interculturalidad. Durante las mañanas, el maestro Richard los chicos aprenden canciones africanas, por solo citar un ejemplo. De cada canción aprenden su historia, la historia del lugar en el que fue compuesta, entre otros interesantes datos.

De nuestra provincia, a su vez, Frostick se lleva un poco de todo lo nuestro. “Soy de Salta y hago falta”, la copla, es una de las canciones que aprenderán otros chicos, de algún lugar muy alejado, alguna vez.

Acercar la música

Richard Frostick es cantante profesional. Hace 20 años, en el norte de Londres, donde vive, se dio cuenta que habían muchos niños que querían cantar y hacer música pero no tenían los recursos para hacerlo. Entonces decidió abrir un centro de canto para los chicos y todas aquellas personas que deseen concurrir a sus clases.

El centro de canto se volvió muy famoso y Richard, con el tiempo, empezó a trabajar en distintos lugares del mundo. Hace 15 años el Concejo de Inglaterra lo invitó a trabajar en Croacia. También trabajó enseñando pedagogía. Esta experiencia, contó, lo hizo estar en contacto con muchos docentes de los que también aprendió muchas cosas. El les enseñaba pero también aprendía de ellos.

También lo invitaron a participar en proyectos similares en Portugal y en otros países. En el Reino Unido y en Brasil, India, Etiopía, Senegal, entre otros. El próximo año llevará música y entusiasmo por aprenderla a Jordania y China. También, muy probablemente, a Chile.

World Voice se replicará en otras provincias argentinas y se prevé, en marzo, una nueva actividad en Salta. Esta vez, destinada a docentes.

“¿Y qué es lo que más disfrutás de tu trabajo?”, le preguntó El Tribuno a Richard. “¿Tenés tres horas para que te lo cuente?”, respondió él, riendo. “No puedo creer que hago lo que hago. Para mí este es el mejor trabajo del mundo. Viajo por muchos países conociendo colegas con mucha experiencia como Cecilia (Buján), así que es un privilegio para mí hacer esto. Sobretodo por los chicos, mis chicos, que son increíbles en todo el mundo. En todos lados son maravillosos. Y si la sociedad te ve haciendo algo bueno por sus chicos, la sociedad te ama”, expresó. “Y no te puedo poner en palabras lo mucho que admiro el trabajo que se hace en esta escuela, es fantástico como los cuidan, se ocupan de ellos y los aman”, dijo Richard para concluir. Entre el lunes y hoy, también el se ocupó de ellos. Se ocupó de darles algunas herramientas para que aprendan a volar.

Un día para festejar

Hoy, a partir de las 9, en el Hogar Escuela, habrá distintas actividades para celebrar el Día de la Música. Actuará la Orquesta del Hogar Escuela y se realizará el cierre del programa World Voice organizado por British Council. Además se realizará la entrega de premios del “44§ Concurso de Arte Mundial” celebrado en Taiwán- Taipéi. Este año, participaron diez alumnos y cuatro de ellos recibieron menciones especiales y una mención de plata para el alumno Alexander Rodríguez Santos.

Estos premios corresponden al Proyecto que presentaron los alumnos del Hogar Escuela, titulado “60 años de pie” en conmemoración de los sesenta años de la institución.

 

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