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Máxima Reina: siempre sonriente, la princesa se prepara para su gran desafío

Domingo, 03 de febrero de 2013 01:01

Desde hace 11 años, la vida de la joven mujer nacida en la Ciudad de Buenos Aires, hija de una familia que se cuenta dentro de los cuadros aristocráticos del país, licenciada en Economía y parte de los equipos de trabajo para los bancos HSBC y Deutsche Bank en Nueva York, pasó de ser una total incógnita a convertirse en la mujer más seguida en la Argentina. Es que Máxima Zorreguieta había conquistado el corazón del hijo mayor de la casa de Orange-Nassau, los reyes de Holanda. Hoy, a los 42 años y luego de una década de matrimonio y con tres hijas mujeres, Máxima se convierte en la reina consorte de los Países Bajos.

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Desde hace 11 años, la vida de la joven mujer nacida en la Ciudad de Buenos Aires, hija de una familia que se cuenta dentro de los cuadros aristocráticos del país, licenciada en Economía y parte de los equipos de trabajo para los bancos HSBC y Deutsche Bank en Nueva York, pasó de ser una total incógnita a convertirse en la mujer más seguida en la Argentina. Es que Máxima Zorreguieta había conquistado el corazón del hijo mayor de la casa de Orange-Nassau, los reyes de Holanda. Hoy, a los 42 años y luego de una década de matrimonio y con tres hijas mujeres, Máxima se convierte en la reina consorte de los Países Bajos.

Sonriente, elegante, protocolarmente correcta, sencilla y con cara de gente común, la joven argentina supo conquistar el corazón de los holandeses y darle a la reina Beatriz la tranquilidad que necesitaba: la continuidad de una de las casas reales más prestigiosas y ricas de Europa.

Según los rumores de algunos medios amarillistas de Holanda, la vida que llevaba el príncipe Guillermo Alejandro hacía temer que la reina pudiera abdicar a su favor. Sin embargo, las cosas cambiaron luego de la llegada de Máxima.

Profesional y dedicada, esta mujer supo combinar las tareas de madre con las de miembro de la Casa Real.

Para Máxima el protocolo es su mejor aliado. Para la reina Beatriz, el código es la solución para que su labor tenga ritmo y estructura. Máxima lo ha interiorizado a la perfección. Sonríe, está suelta y no tiene problemas. Conoce su lugar en todo momento.

Los puntos claves, resueltos

Cuando se casó con el príncipe Guillermo Alejandro, el Parlamento holandés le exigió a Máxima que su padre, Jorge Zorreguieta, exsecretario de Agricultura durante el gobierno dictatorial de Jorge Rafael Videla, no asistiera a la ceremonia. El Gobierno holandés cuestionaba sus nexos con la dictadura. Sin remilgos, Máxima cumplió con el pedido. Su padre mantuvo el silencio y vio el casamiento de su hija desde Buenos Aires.

Luego de aquel primer escollo, los nexos entre ambas familias se dieron con total normalidad. Los padres de Máxima han asistido a los bautismos de sus nietas e incluso a la gran fiesta que la casa de Orange organizó para los 40 de su hija.

Hace unos días, luego de que la reina Beatriz abdicara en favor de su hijo, los cuestionamientos sobre la presencia de su padre para la ceremonia de coronación del próximo 30 de abril volvieron a sobrevolar sobre Máxima. Sin vuelta y sin que nadie le anticipara las reglas que ya conoce de la política holandesa, Máxima aclaró que su padre no asistirá a la ceremonia. Es así como esta mujer sabe mantener su lugar y dar las respuestas adecuadas en el momento justo. Hace unos meses, el nivel de popularidad de la pareja había caído cuando se supo que habían comprado una casa en Mozambique en plena crisis. Cuando las críticas arreciaron, vendieron la propiedad por un precio simbólico. Luego se supo que habían girado una parte del pago a un agente inmobiliario con cuenta corriente en la isla de Jersey, un paraíso fiscal en el Canal de la Mancha. Los Orange pagaron sus impuestos, pero la impresión dada no era buena.

Vendida la casa de Mozambique y pasada la tormenta, un año después compraron una villa de tres viviendas, piscina y playa y embarcadero privados en Grecia. Situada en la península del Peloponeso, pagaron 4,5 millones de euros. Esta vez, la ciudadanía no se alteró y el Parlamento lo consideró “un asunto privado”.

Así también considera el pueblo holandés las ruidosas notas de algunos medios que sacaron a la luz el parentesco de la princesa con una bailarina de caño. Para todos, la noticia no llegó a mayores. A Holanda no le importó y a los argentinos apenas les duró el interés unos cuantos días. Pero para no darle paz también se publicó una nota que hablaba de los problemas alimenticios que tendría la menor de sus hermanas, Inés. El absurdo de las notas fue su propia muerte. Máxima una vez más salió ilesa de esta lluvia de comentarios que incluso llegaron a poner foco sobre la relación que tendría con su madre.

El pasado y el futuro

Las raíces de la familia Zorreguieta en la Argentina se remontan a 1790. El tatarabuelo de Zorreguieta, José Antonio de Sorreguieta y Oyarzábal (luego el apellido se escribió con Z), nacido en Tolosa (Guipúzcoa), emigró a Salta por aquellas épocas. Tras varias generaciones de senadores, ministros y funcionarios locales, el apellido familiar se convirtió en uno de los más prominentes de la sociedad salteña. Jorge Zorreguieta nació en Buenos Aires en 1926 y se crió en el seno de esa familia de clase media acomodada. Allí, antes de entrar en política creó su propio negocio aduanero, tuvo un puesto en la Sociedad Rural Argentina y el control de Las Escobas, una finca de 400 hectáreas, propiedad de su primera esposa, Marta López Gil. En 1968, Zorreguieta dejó a su esposa, con quien ya tenía tres hijos y se unió a María del Carmen Cerruti, una jovencita 16 años menor que él e hija de un amigo. Con María del Carmen tuvo a Máxima y a otros dos hijos.

Hoy sus padres siguen viviendo en el departamento de toda la vida en Recoleta. Jorge Zorreguieta viaja de vez en cuando en colectivo para reunirse con sus amigos del Jockey Club, María del Carmen hace las compras en el súper como cualquier otra mujer. Su hija, lejos de aquellas actividades comunes, se prepara para después de la coronación retomar sus labores de asesora de Naciones Unidas en la promoción de microcréditos y como enlace entre la propia organización internacional y el G-20. También seguirá dictando la Cátedra Príncipe Claus y ayudando a las mujeres inmigrantes y promocionando las iniciativas sociales del Fondo de Orange. Seguramente lo hará a la perfección, con alguno que otro tropiezo que, ya está visto, no detienen a Máxima.

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