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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Francisco pidió por la paz del mundo y el fin de la trata

Martes, 02 de abril de 2013 00:43

Con la plaza de San Pedro colmada, Jorge Bergoglio celebró ayer su primera misa de Domingo de Pascuas como Papa. Lejos de su Buenos Aires querido, pero rodeado de afec­tos y admiración, Francisco oró por la paz del mundo.

El papa pidió la paz para el mundo, “aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, he­
rido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, y desgarra do por la violencia ligada al tráfico de
drogas”.

Francisco denunció que el egoísmo se ve también en la trata de personas, “que es la esclavitud más extendida
en este siglo XXI”. “Paz a todo el mundo, desgarrado asimismo por la explotación inicua de los recursos naturales. Que Jesús resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación”, agregó.

Por Siria y Corea

En su mensaje, el papa Bergoglio imploró la paz para Siria y la penín­sula coreana, donde se viven momentos de tensión y preocupación internacional después de que Corea del Norte se haya declarado en “estado de guerra” contra Corea del Sur. Ante unas 250.000 personas que llenaron en una mañana soleada, aunque con algunas nubes, la plaza de San Pedro y las calles anexas, el obispo de Roma expresó su satisfacción por haber comenzado su ponti­ficado con la Semana Santa “y poder anunciaros: ¡Cristo ha resucitado!”.

“Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta bue­
na nueva: Jesús ha resucitado, hay es­ peranza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha
vencido el amor, ha triunfado la mi­sericordia”, afirmó.

El pontífice subrayó que la resu­rrección de Cristo significa que el amor de Dios es más fuerte que el
mal y la muerte misma, y que la Pas­cua es el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la liber­
tad del amor y la bondad. En su oración también recordó a Oriente Medio y pidió paz entre israelíes y palestinos, “que tienen dificul­tades -dijo- para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, para poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo”.
 

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Con la plaza de San Pedro colmada, Jorge Bergoglio celebró ayer su primera misa de Domingo de Pascuas como Papa. Lejos de su Buenos Aires querido, pero rodeado de afec­tos y admiración, Francisco oró por la paz del mundo.

El papa pidió la paz para el mundo, “aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, he­
rido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, y desgarra do por la violencia ligada al tráfico de
drogas”.

Francisco denunció que el egoísmo se ve también en la trata de personas, “que es la esclavitud más extendida
en este siglo XXI”. “Paz a todo el mundo, desgarrado asimismo por la explotación inicua de los recursos naturales. Que Jesús resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación”, agregó.

Por Siria y Corea

En su mensaje, el papa Bergoglio imploró la paz para Siria y la penín­sula coreana, donde se viven momentos de tensión y preocupación internacional después de que Corea del Norte se haya declarado en “estado de guerra” contra Corea del Sur. Ante unas 250.000 personas que llenaron en una mañana soleada, aunque con algunas nubes, la plaza de San Pedro y las calles anexas, el obispo de Roma expresó su satisfacción por haber comenzado su ponti­ficado con la Semana Santa “y poder anunciaros: ¡Cristo ha resucitado!”.

“Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta bue­
na nueva: Jesús ha resucitado, hay es­ peranza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha
vencido el amor, ha triunfado la mi­sericordia”, afirmó.

El pontífice subrayó que la resu­rrección de Cristo significa que el amor de Dios es más fuerte que el
mal y la muerte misma, y que la Pas­cua es el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la liber­
tad del amor y la bondad. En su oración también recordó a Oriente Medio y pidió paz entre israelíes y palestinos, “que tienen dificul­tades -dijo- para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, para poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo”.
 

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