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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Una inundación que puso a prueba a tres líderes clave

Miércoles, 03 de abril de 2013 23:40

Hubo actitudes frívolas, cambios de estrategia de un día para el otro, falta de reacción en el momento indicado, improvisación en los rescates, pases de factura desubicados y -en algunos casos- hasta sobreactuación. La tragedia inconmensurable de estos días dejó al descubierto hasta qué punto los principales dirigentes de la Argentina, todos ellos presidenciables para 2015, están preparados para afrontar un hecho de semejantes e impredecibles consecuencias para la gente.

Cristina Kirchner buscó ayer mostrarse activa, presente y con altas dosis de humanismo. La postura fue totalmente diferente a la que había exhibido durante la jornada del lunes en la Capital, y también muy distinta de la que tuvo con las tragedias de Cromañón y Once, donde se le criticó duramente su pasividad y falta de reflejos.

La Presidenta no solo fue al lugar de los hechos personalmente, cosa que no hizo en ninguno de los otros tres casos, sino que también se reunió con el gobernador Daniel Scioli, con quien no dialogaba ni siquiera sobre el conflicto docente que tiene paralizada la educación en el distrito más poblado de la Argentina. El cambio de estrategia, en buena hora, dejó atrás un desconcierto inicial muy marcado: Cristina ni siquiera se había solidarizado con las víctimas de la inundación porteña, pese a haber hablado en cadena nacional por el tema Malvinas, donde sí homenajeó a un militante de La Cámpora fallecido en el sur.

A la Presidenta no le pasó desapercibido que ni Mauricio Macri ni Daniel Scioli, dos de los rivales principales del kirchnerismo para las presidenciales, estaban afrontando políticamente quizá el momento más dramático de sus gestiones. Al igual que ocurrió con el alud de Tartagal, donde tuvo barro hasta las rodillas, Cristina quiso mostrar una faceta mucho más humana de la que exhibe habitualmente, donde habló cara a cara con varios vecinos y hasta respondió preguntas del periodismo, cosa casi inédita para ella. Está claro que los reproches por supuesta frivolidad por parte de la jefa de Estado molestan y mucho en los principales despachos de la Casa Rosada.

Más allá de los positivos giros dados ayer por Cristina, varias cosas quedaron flotando en el aire. Si bien se anunció un duelo nacional por tres días, ¿por qué no se hizo lo mismo al ocurrir la masacre de Once, que dejó 51 muertos? ¿Por qué el Gobierno no difundió algún tipo de repudio a las declaraciones de Julio de Vido, el poderoso ministro que mientras se conocían los estragos ocurridos en Capital, salió a denostar a Macri en un burdo intento de utilización política? ¿Qué pasó todos estos años en donde no se facilitó el acceso a un crédito del Banco Mundial para que los porteños encaren una obra clave para este tipo de casos?

Daniel Scioli

El exmotonauta, quien ya había procesado lo ocurrido horas antes en Capital Federal y tuvo más tiempo para armar su estrategia, tuvo una rápida reacción a la hora de comunicar la envergadura que estaba teniendo la inundación, pero no así a la hora de prestar asistencia a los damnificados. Al igual que pasó en suelo porteño, los servicios de rescate se vieron totalmente colapsados y la asistencia psicológica para los afectados brilló por su ausencia. Hubo gente que pasó más de doce horas a la intemperie en La Plata y ni siquiera se la ayudó con una frazada para que pase un poco mejor la noche.

Scioli, al anunciar que los muertos serían aún más de los difundidos oficialmente, intentó mostrar que no escondía información y que era plenamente consciente de los daños de la inundación. El mandatario bonaerense, firme candidato para suceder a Cristina, no quiso repetir la torpeza que tuvo el macrismo al esconderse inicialmente de la prensa que cubría la noticia.

La reunión que tuvo Scioli con Cristina también fue toda una señal política: ambos necesitaban desinstalar que las diferencias electorales estaban por encima de los problemas de la gestión. De ahora en más, difícil será entender por qué no se sientan a una mesa más seguido a hablar de temas que los dividen y que importan mucho a la gente. Ejemplos sobran: la coparticipación federal, la ayuda nacional a la Provincia y el combate contra la inseguridad.

Mauricio Macri

El macrismo tuvo, otra vez, grotescas dificultades para hacerse cargo de la inundación. No solo comunicó mal, sino que todos los mecanismos de asistencia a las víctimas -al igual que pasó en La Plata- anduvieron pésimo. Que Macri haya estado en Brasil de vacaciones no es algo para criticar por sí mismo, lo repudiable es que no haya quedado un equipo con instrucciones claras sobre cómo actuar en casos como los del lunes. Eso, desde ya, llama poderosamente la atención, ya que este tipo de tragedias no son nuevas en absoluto para el expresidente de Boca. Es algo reiterado: cada vez que llueve mucho en Capital Federal la situación es trágica y sale a la luz una notoria improvisación por parte de los funcionarios.

La defensa del macrismo es siempre la misma: atacar al Gobierno nacional por la falta de fondos para obras, destacar el buen trabajo del SAME y avisar que este tipo de tragedias ocurrirán indefectiblemente. Sin embargo, Macri no dijo cómo hará la Ciudad para acelerar los subsidios a los afectados, que en muchos casos todavía están pendientes hace meses. El jefe de Gobierno aumentó últimamente un mil por ciento el ABL y quiere subir más del 200 por ciento el subte: ante la opinión pública semejantes incrementos no se están viendo colocados en obras determinantes para la calidad de vida de los porteños. De nada sirve un Metrobús si la gente no va a poder salir de su casa por la lluvia.

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Hubo actitudes frívolas, cambios de estrategia de un día para el otro, falta de reacción en el momento indicado, improvisación en los rescates, pases de factura desubicados y -en algunos casos- hasta sobreactuación. La tragedia inconmensurable de estos días dejó al descubierto hasta qué punto los principales dirigentes de la Argentina, todos ellos presidenciables para 2015, están preparados para afrontar un hecho de semejantes e impredecibles consecuencias para la gente.

Cristina Kirchner buscó ayer mostrarse activa, presente y con altas dosis de humanismo. La postura fue totalmente diferente a la que había exhibido durante la jornada del lunes en la Capital, y también muy distinta de la que tuvo con las tragedias de Cromañón y Once, donde se le criticó duramente su pasividad y falta de reflejos.

La Presidenta no solo fue al lugar de los hechos personalmente, cosa que no hizo en ninguno de los otros tres casos, sino que también se reunió con el gobernador Daniel Scioli, con quien no dialogaba ni siquiera sobre el conflicto docente que tiene paralizada la educación en el distrito más poblado de la Argentina. El cambio de estrategia, en buena hora, dejó atrás un desconcierto inicial muy marcado: Cristina ni siquiera se había solidarizado con las víctimas de la inundación porteña, pese a haber hablado en cadena nacional por el tema Malvinas, donde sí homenajeó a un militante de La Cámpora fallecido en el sur.

A la Presidenta no le pasó desapercibido que ni Mauricio Macri ni Daniel Scioli, dos de los rivales principales del kirchnerismo para las presidenciales, estaban afrontando políticamente quizá el momento más dramático de sus gestiones. Al igual que ocurrió con el alud de Tartagal, donde tuvo barro hasta las rodillas, Cristina quiso mostrar una faceta mucho más humana de la que exhibe habitualmente, donde habló cara a cara con varios vecinos y hasta respondió preguntas del periodismo, cosa casi inédita para ella. Está claro que los reproches por supuesta frivolidad por parte de la jefa de Estado molestan y mucho en los principales despachos de la Casa Rosada.

Más allá de los positivos giros dados ayer por Cristina, varias cosas quedaron flotando en el aire. Si bien se anunció un duelo nacional por tres días, ¿por qué no se hizo lo mismo al ocurrir la masacre de Once, que dejó 51 muertos? ¿Por qué el Gobierno no difundió algún tipo de repudio a las declaraciones de Julio de Vido, el poderoso ministro que mientras se conocían los estragos ocurridos en Capital, salió a denostar a Macri en un burdo intento de utilización política? ¿Qué pasó todos estos años en donde no se facilitó el acceso a un crédito del Banco Mundial para que los porteños encaren una obra clave para este tipo de casos?

Daniel Scioli

El exmotonauta, quien ya había procesado lo ocurrido horas antes en Capital Federal y tuvo más tiempo para armar su estrategia, tuvo una rápida reacción a la hora de comunicar la envergadura que estaba teniendo la inundación, pero no así a la hora de prestar asistencia a los damnificados. Al igual que pasó en suelo porteño, los servicios de rescate se vieron totalmente colapsados y la asistencia psicológica para los afectados brilló por su ausencia. Hubo gente que pasó más de doce horas a la intemperie en La Plata y ni siquiera se la ayudó con una frazada para que pase un poco mejor la noche.

Scioli, al anunciar que los muertos serían aún más de los difundidos oficialmente, intentó mostrar que no escondía información y que era plenamente consciente de los daños de la inundación. El mandatario bonaerense, firme candidato para suceder a Cristina, no quiso repetir la torpeza que tuvo el macrismo al esconderse inicialmente de la prensa que cubría la noticia.

La reunión que tuvo Scioli con Cristina también fue toda una señal política: ambos necesitaban desinstalar que las diferencias electorales estaban por encima de los problemas de la gestión. De ahora en más, difícil será entender por qué no se sientan a una mesa más seguido a hablar de temas que los dividen y que importan mucho a la gente. Ejemplos sobran: la coparticipación federal, la ayuda nacional a la Provincia y el combate contra la inseguridad.

Mauricio Macri

El macrismo tuvo, otra vez, grotescas dificultades para hacerse cargo de la inundación. No solo comunicó mal, sino que todos los mecanismos de asistencia a las víctimas -al igual que pasó en La Plata- anduvieron pésimo. Que Macri haya estado en Brasil de vacaciones no es algo para criticar por sí mismo, lo repudiable es que no haya quedado un equipo con instrucciones claras sobre cómo actuar en casos como los del lunes. Eso, desde ya, llama poderosamente la atención, ya que este tipo de tragedias no son nuevas en absoluto para el expresidente de Boca. Es algo reiterado: cada vez que llueve mucho en Capital Federal la situación es trágica y sale a la luz una notoria improvisación por parte de los funcionarios.

La defensa del macrismo es siempre la misma: atacar al Gobierno nacional por la falta de fondos para obras, destacar el buen trabajo del SAME y avisar que este tipo de tragedias ocurrirán indefectiblemente. Sin embargo, Macri no dijo cómo hará la Ciudad para acelerar los subsidios a los afectados, que en muchos casos todavía están pendientes hace meses. El jefe de Gobierno aumentó últimamente un mil por ciento el ABL y quiere subir más del 200 por ciento el subte: ante la opinión pública semejantes incrementos no se están viendo colocados en obras determinantes para la calidad de vida de los porteños. De nada sirve un Metrobús si la gente no va a poder salir de su casa por la lluvia.

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