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La increíble historia de los tres abuelos criminales de González

Jueves, 30 de mayo de 2013 12:44

Los tres detenidos por el crimen de la pequeña Claudia Judith tenían algo en común además de un dudoso parentesco: la ingesta desmedida de bebidas alcohólicas, junto a terceras personas.

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Los tres detenidos por el crimen de la pequeña Claudia Judith tenían algo en común además de un dudoso parentesco: la ingesta desmedida de bebidas alcohólicas, junto a terceras personas.

Los vecinos aseguraron ayer a El Tribuno que en ese domicilio “no duraban las mujeres ni los parientes”. Las prácticas de los tres terminaban por correr a quienes de vez en cuando los visitaban, aseguraron varios de sus vecinos.

Aun así, uno de ellos dijo que “jamás podíamos imaginar un final así. Ahora que sabemos que las comparaciones de los materiales genéticos hallados sobre la intimidad de Claudia Judith echaron por tierra de manera irrefutable y contundente la coartada de este trío, nos sentimos un poco más seguros”, reflexionó.

Claudia Judith Palma, de nueve años, fue ultrajada y asesinada en un domicilio de calle Hipólito Yrigoyen de Joaquín V. González, el 18 de mayo, entre las 19 y las 22, después de que su madre denunciara su desaparición y hallara la bicicleta de la pequeña a solo metros del domicilio de los abuelos perversos.

Los ADN comparativos dieron positivo para José Insaurralde (47) y Rubén Soria (84).

En tanto, el casi septuagenario Ramón Leiva (67) prosigue imputado y detenido por los mismos delitos, aunque su grado de participación en el crimen aún se está investigando.

A pesar de las diferencias de edad y del ensañamiento con una nena indefensa, los tres son abuelos.

El ADN de los “abuelos perversos” fue hallado en la intimidad de los restos de la pequeña niña y en los respectivos hisopados vaginal y anal realizados por los investigadores.

El juez de Instrucción de Metán, Mario Dilascio, tras los resultados de los estudios genéticos, y con un alto porcentaje de certeza, tomará declaración a una ronda de testigos y, seguramente, reconstruirá el perfil sociocultural del que parece ser el grupo delictivo más monstruoso que haya pisado el departamento Anta.

El Tribuno entrevistó la noche del martes, poco después de la última marcha, a diversos vecinos de la casa que salieron de sus domicilios cuando la turba de manifestantes se hallaba a un tris de incendiar la vivienda de los acusados.

Un joven aseguró que, de un tiempo a la fecha, se reunían a beber de lunes a lunes, sin solución de continuidad. “Tenían un raro grado de parentesco”, dijo. “Uno, creo, era suegro del "Chaqueño', en tanto el otro parece ser sobrino del más veterano de los tres, aunque nunca se aclaró bien el tema”, dijo. El muchacho relató que los más viejos casi no salían y era el llamado “Chaqueño” quien “se encargaba de la compra de bebidas”, dijo. “Hace un tiempo, la esposa del "Chaqueño' estuvo con sus hijos habitando la casa, pero poco después las desavenencias y vaya saber qué otras cosas la alejaron del lugar”, relató. “Quedaron nuevamente los tres y los tres se fueron juntos a la cárcel por el mismo deli to”, reflexionó.

No habrá más marchas

Frente al altar de la iglesia Santo Domingo los padres de Claudia Judith informaron, a través de un familiar, que no habrá en el futuro más marchas, que la del martes, coincidente con la última misa de la novena en su memoria rezada por el cura párroco de la iglesia mayor de la ciudad, “produjo el milagro del esclarecimiento”.

El cura párroco, en diálogo con El Tribuno, aseguró que “las pruebas los incriminan a los acusados de manera tajante y las coartadas de los perversos abuelos ya cayeron a la tierra, por eso vamos a hacer un compás de espera hasta la condena final, vamos a dejar que trabajen los poderes públicos y a la vez vamos a dejar en paz el alma de Judith, mártir del pueblo. Alma generosa que dio su vida para que esta feligresía comprenda que no hay diferencias entre los cristianos, que la aflicción de sus padres fue la de todo el pueblo y que el repudio del pueblo trascendió las fronteras y se hizo un clamor de justicia que hoy nos enorgullece, y todo esto se hizo prácticamente en paz”, reflexionó.

Los vecinos

Una gonzaleña aseguró que podían esperar cualquier cosa del más joven de los tres detenidos, pero de los mayores era simplemente impensable.

“Ayer -dijo- corrió por el pueblo la versión de que a Rubén Soria (84), por su edad, le correspondería la prisión domiciliaria. Esa posibilidad fue la que lanzó a casi mil personas, después de la marcha pacífica, hacia la “casa del horror”’, la que se salvó de ser quemada por las súplicas del padre de la pequeña Judith, Fabián Palma.

En tanto, en las cercanías del templo mayor, un grupo de ciudadanos dijo: “Después del caso Judith, nada será igual. Su martirio despertó la conciencia del pueblo, nos unió y a la vez le mostró al Gobierno provincial que aún existimos”.
 

 

 

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