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La Corte demostró su independencia del poder político

Martes, 18 de junio de 2013 22:25

El fallo de la CSJN dice a las ciudades y al mundo que la Argentina es y seguirá siendo una república democrática, por mucho que se empeñen quienes propician un cambio de régimen para instalar una suerte de autocracia de pobre linaje.

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El fallo de la CSJN dice a las ciudades y al mundo que la Argentina es y seguirá siendo una república democrática, por mucho que se empeñen quienes propician un cambio de régimen para instalar una suerte de autocracia de pobre linaje.

Los integrantes de nuestro más alto tribunal, resistiendo a presiones brutales, han demostrado su independencia intelectual y su coraje cívico.
De esta manera han marcado un camino que ojalá recorran muchos jueces inferiores sometidos a idénticas presiones que lastiman a la república y amenazan los derechos de todos.
Hay que destacar también el papel de millones de ciudadanos que, movilizados en las calles y en las redes sociales, impidieron que el Gobierno utilizara el último y feroz recurso de aumentar el número de miembros de la CSJN o remover a algunos señalados por su independencia.
Un protagonismo compartido por los Colegios de Abogados y por cientos de intelectuales que salieron a explicar el funcionamiento de las instituciones de la Constitución Nacional, desmintiendo a quienes invocaron la mayoría legislativa como fuerza capaz de desconocer a las mayorías constituyentes que aprobaron nuestra Carta Magna.

Un corto trecho

Pienso que entre la democracia plebiscitaria y el autoritarismo hay un corto trecho. En realidad, nuestra democracia constitucional es una democracia de mayorías, pero también de minorías, en el sentido de que ninguna mayoría está habilitada para desconocer los principios republicanos ni para avanzar contra los derechos de cualquier minoría.
Quisiera añadir que el honor político de Salta quedó a salvo gracias al voto de nuestro ilustre comprovinciano Carlos S. Fayt, que conformó la mayoría de jueces y sufrió el penoso discurso discriminatorio de la Presidenta de la República.
Nuestras mejores tradiciones provincianas, ignoradas por los diputados nacionales que eligieron la obsecuencia y la “militancia” en demérito de la Constitución, fueron también reivindicadas por las dos grandes movilizaciones ante la Legislatura provincial. Sendas manifestaciones
desdeñadas por el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, que piensa que esto de la defensa de las instituciones de la República no es algo que preocupe ni deba preocupar a los salteños.
Deploro, finalmente, que el Gobierno de la Nación haya tensado la cuerda hasta extremos tan insospechados como peligrosos.
A partir del histórico fallo que celebro me encantaría encontrar en la mayoría que gobierna, palabras y actos encaminados a la reconciliación y a la revalorización de la Constitución: bajo su paraguas cabemos todos. Por fuera nos esperan años de discordia y atraso.

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