¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

¿Alguien sabe qué pasa?

Viernes, 21 de junio de 2013 20:36

Cuando los medios de comunicación comenzaron a hacer referencia a las manifestaciones del pasado lunes, los reportajes se centraron en las tarifas del transporte público como la motivación principal, si no la única, de las protestas y del descontento popular. Sin embargo, cada vez es más evidente que el precio del transporte era solo la punta del iceberg.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Cuando los medios de comunicación comenzaron a hacer referencia a las manifestaciones del pasado lunes, los reportajes se centraron en las tarifas del transporte público como la motivación principal, si no la única, de las protestas y del descontento popular. Sin embargo, cada vez es más evidente que el precio del transporte era solo la punta del iceberg.

Dada la limitada cobertura dedicada por los medios a las manifestaciones, y la todavía menos detallada información sobre las peticiones de los protestantes, los televidentes recurrieron rápidamente a las redes sociales para conectarse con sus familiares y amigos en el extranjero para conocer los avances. Facebook, Twitter y YouTube contaban una historia completamente diferente.

A través de esas fuentes, los extranjeros tuvieron acceso a las voces y las perspectivas de los propios manifestantes.

A pesar de que la subida del precio del transporte afectó directamente a los más pobres y la clase trabajadora, pronto se esclareció que los ciudadanos más jóvenes, los estudiantes, también estaban entre los manifestantes. Y la naturaleza masiva de las protestas y la diversidad demográfica de sus participantes llamó la atención en todo el mundo acerca de las preocupaciones de los brasileños, que demostraron ser mucho mayores que el costo del transporte.

Cada vez más, los medios de comunicación y las redes sociales han trasladado las demandas de los manifestantes en cuanto a mejoras en sistema de salud, educación y transporte, así como el fin del gasto temerario por parte del Gobierno y la corrupción que durante tanto tiempo han plagado el sistema.

Parecido a Chile

Ahora, Brasil cada vez se parece más a Chile, cuyo éxito económico y fiscal de la última década está siendo ensombrecido por el movimiento de protesta en ese país, constante a pesar de algunos períodos de calma y resurgimiento, desde 2011, sobre todo de los estudiantes.

Y, mientras que el Gobierno ha invertido 14.000 millones de dólares en las infraestructuras del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, aumentaba la impaciencia de los ciudadanos por la reticencia de las autoridades a emplear ese dinero en ayudar a una población necesitada desesperadamente de mejores escuelas y un sistema de ayudas sociales.

En cierto modo, quizás Brasil sea víctima de su propio éxito económico. Parece que los brasileños que se han echado a las calles a favor del cambio no piden más que un gobierno que emplee sus recursos para proporcionar a sus ciudadanos los servicios que tanto les faltan.

Los manifestantes han dejado claras sus preocupaciones y su presencia en el escenario internacional crece cada día.

Cumplir las expectativas

Ahora, el mundo espera con curiosidad para ver cómo responderá la presidenta Rousseff. Con suerte, podrá movilizar a su propio gobierno y sus amplios recursos para cumplir y gestionar las expectativas de la población brasileña.

Lo que ella sabe sin duda -y lo que muchas veces olvidan los que convocan a las manifestaciones- es que el cambio político y social es inevitablemente un proceso constante.

Temas de la nota

PUBLICIDAD