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Canal bioceánico, pero argentino

Domingo, 23 de junio de 2013 20:16

En la columna del 10 de junio pasado me refería a la “Alianza del Pacífico” y a la necesidad de que nuestra región sea parte integrante.

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En la columna del 10 de junio pasado me refería a la “Alianza del Pacífico” y a la necesidad de que nuestra región sea parte integrante.

Paralelamente, asistíamos al anuncio de que Nicaragua concretaba un acuerdo para la construcción del canal que, por su territorio, uniría el Atlántico con el Pacífico.

­Otro “canal de Panamá”!; esta vez chino. 

Es imposible evitar sentir una desazón ante nuestras fabulosas posibilidades. ­

Fabulosamente desaprovechadas!. Nuestro canal

Los argentinos tenemos el mayor y magnífico “canal” del mundo.

Me refiero al Corredor bioceánico: Atlántico - Río de la Plata- Paraná- Bermejo (“El Grande”) - Ferrocarril Belgrano- Pacífico y conexiones con Bolivia, Paraguay Brasil.

Se trata de una conectividad regional que fuera motivo de innumerables intentos, desde Juan Díaz de Solís -que ingresó al Río de la Plata convencido que lo llevaría a China-, hasta los registros firmes de navegación del Bermejo que datan de 1780, con la primera del franciscano Francisco Murillo. También hay antecedentes en 1789 del salteño Francisco Gabino Arias, y en 1790 del también salteño Adrián Fernández Cornejo, quien realizó un pormenorizado diario de navegación desde el Tarija hasta el Plata.

Es preciso mencionar a Don Natalio Roldán, fundador de la “Compañía de Navegación del Río Bermejo”. Los navíos que surcaron sus aguas fueron los vaporcitos “Yerba”, “El Mataco”, “El Gran Chaco”, “El Sol Argentino”, “Gobernador Leguizamón”. Oficiales de EEUU a bordo del “Alpha” llegaron cerca de Orán. Uno de los últimos fue el “Vapor Cornejo”.

El 9 de julio de 1911 el Ing. Julio Henry inauguró el Servicio de Navegación del Bermejo con 5 chatas motoras, 6 chatas comunes, 7 remolcadores, y dos pontones, cubriendo durante 34 años (hasta 1944) una navegación regular.

Decisión fatal

Indudablemente hubo una decisión imperial de evitar progrese nuestra conexión fluvial con el Pacífico. Ello atentaría contra el programado drenaje de materias primas hacia la ciudad porteña atlántica.

Esta decisión aniquiló las posibilidades de progreso genuino de millones de hectáreas y pueblos que hoy, realmente y no figurativamente, mueren de hambre y desnutrición, a los que se les agrega una política de tenebroso ecoterrorismo de intocabilidad de la naturaleza, condenándolos a una vida casi cavernícola, en desmedro de aplicar la creatividad humana para una transformación en progreso equilibrado y sustentables de los pueblos.

La navegación del Bermejo, su conectividad de salida al Pacífico, la integración con Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile; el aprovechamiento en riego de una superficie inimaginable, es una decisiva prioridad geopolítica que las distintas “comisiones” encargadas de innumerables “estudios”, mantienen en cómplice suspenso defraudándonos sin contemplación.

Bermejo, el gran desafío

Tal es el título de la publicación del Ing. Walter Luna, que merece especial atención.

Fue presentada por el diputado nacional Eduardo Barrionuevo en 1994, refutando totalmente a los “entendidos cipayos” sostenedores de que “nada se puede hacer ya que los sedimentos acarreados por el río Iruya impiden todo proyecto de navegabilidad y/o canalización”.

Nicaragua tendrá su canal.

­Nosotros seguimos deliberando!

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