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El secreto de las caderas de Jagger, a los 70

Sabado, 27 de julio de 2013 01:10

Es difícil asimilar que los Rolling Stones tienen casi cinco décadas sobre el escenario cuando Mick Jagger está en escena, desbordando energía con 70 años (recién cumplidos). El líder y vocalista recorre varios kilómetros en cada show: micrófono en alto, sacos de piel y lentejuelas sobre los hombros, las piernas delgadas que parecen a punto de desprenderse y que pocas veces se mueven al ritmo de sus propios brazos.

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Es difícil asimilar que los Rolling Stones tienen casi cinco décadas sobre el escenario cuando Mick Jagger está en escena, desbordando energía con 70 años (recién cumplidos). El líder y vocalista recorre varios kilómetros en cada show: micrófono en alto, sacos de piel y lentejuelas sobre los hombros, las piernas delgadas que parecen a punto de desprenderse y que pocas veces se mueven al ritmo de sus propios brazos.

Jagger baila mucho: hay que verlo. En vivo, es un derroche de ímpetu difícil de explicar. El hombre podría estar recogiendo su jubilación mensual, jugando con sus cuatro nietos, visitando a alguno de sus siete hijos, mirando el criquet que lo apasiona. O gastándose parte de los US$ 290 millones que se estima constituyen su fortuna. Pero no: está de gira con los Stones, su banda desde 1962.

Sus caderas, parece, esconden parte del secreto de esta fama de larga data.

Cuando a comienzos de la década del 60 comenzó a rodar con la banda cofundada junto con su amigo de la niñez Keith Richards, Jagger no sabía bailar. Con la consagración que les trajo su primer trabajo, “Satisfaction” (1965), los británicos comenzaron a dar forma a su estilo escénico. Y Jagger -lo ha reconocido en el pasado- nutrió su performance tanto del baile clásico de Rudolf Nureyev como de la potencia seductora de Tina Turner. Fue la morena quien le enseñó qué hacer con el cuerpo.

Basta darse una vuelta por YouTube para hacer historia: está ese bamboleo de brazos, el zigzagueo de torso que empieza en los omóplatos y baja hasta las piernas; ese pavoneo algo pedante, las corridas de espalda encorvada y mirada desafiante, las rodillas que parecen siempre a punto de dislocarse. Las miradas más críticas apuntan que Jagger no baila, se sacude. Como sea, lo que Mick hizo, más abiertamente que otros intérpretes de su tiempo, fue mostrarse como era, sin importarle nada. En ello radica su enigmático atractivo.

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