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Los gitanos de Salta se defienden de la xenofobia

Domingo, 28 de julio de 2013 12:33

El barrio Santa Victoria fue uno de los puntos elegidos por la comunidad gitana que se instaló en esta capital hace más de 40 años, “cuando estos terrenos eran descampados”, dijeron sus integrantes a El Tribuno.

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El barrio Santa Victoria fue uno de los puntos elegidos por la comunidad gitana que se instaló en esta capital hace más de 40 años, “cuando estos terrenos eran descampados”, dijeron sus integrantes a El Tribuno.

Tardó muy poco tiempo en llegar la discriminación hacia ellos, quienes fueron tratados de estafadores y como una amenaza constante en la sociedad, debido a sus supuestos poderes para maldecir a quienes se atrevan a no cooperar.

Hoy, cuatro décadas después, lamentablemente siguen siendo tratados de la misma manera por mucha gente.

“Algunas cosas cambiaron y otras no. Hay personas que sí nos discriminan por no ser civiles”, aseguraron los miembros de la familia Juan, cuyo apellido es el único radicado en esta capital.

Los integrantes de la comunidad tratan de civiles o criollos al resto de la población y se diferencian por hablar entre ellos en el idioma de Hungría, lugar de donde llegaron sus antepasados.

“Mucha gente denuncia mentiras y no sé qué es lo que quieren. Nosotros no somos personas malas. Es más, a mucha gente criolla la hemos ayudado cuando pudimos hacerlo”, contaron.

Al respecto, Laura, una joven gitanas, dijo que una vecina, identificada como Claudia Albarracín, la denunció hace aproximadamente un mes por un hecho de violencia.

“Esta persona ingresó a mi casa a los gritos y me agarró sin motivo alguno. Después dijo que junto a mi prima Sofía la golpeamos. Eso es mentira porque ese día mi prima no estaba en mi casa y yo si me defendí cuando ella me atacó y la insultó a mi mamá, quien recién había llegado todo dolorida del hospital, luego de una enfermedad muy grave que tuvo”.

Tiempo atrás, en abril de 2012, Sofía sufrió la desfiguración de su rostro por parte de Diego Escobar, en una disputa de terrenos, que casi termina con la vida de la joven, que por ese entonces tenía 33 años.

El corte se lo hizo con un cuchillo tipo sierrita -según consta en la denuncia policial-, el hecho ocurrió en la intersección de los pasajes Santa Victoria y La Poma, cuando la joven había salido a la vía pública a buscar al mayor de sus dos hijos, José Armando.

“Ese hombre quiere quedarse con toda la propiedad y me quiere matar”, sentenció la agredida, quien debió ser trasladada al hospital San Bernardo, donde se le practicó una microcirugía facial.

Pocos meses después del hecho, la propia víctima le confió a este matutino que se sintió discriminada por la Justicia por ser integrante de la comunidad gitana.

“Me discriminan porque soy gitana y nadie me escucha. Sobre todo soy mujer y madre. Necesito que la ley se cumpla. Este hombre no amenaza en vano. El cumple sus amenazas. Me cortó el rostro con salvajismo y las secuelas me quedarán por más cirugías que me haga”, finalizó la mujer, quien llegará a un juicio contra Escobar próximamente a raíz del ataque.

  “Los chicos tienen beneficios”

“Ey, amigo, ¿qué es eso que tenés ahí?”, le dicen los más jóvenes de la comunidad gitana al reportero gráfico de El Tribuno. “­Ah, es una cámara de fotos! Sacáme una y mandámela al Facebook”, piden con sinceridad.

“La nueva generación tiene más beneficios de lo que teníamos nosotros y está bien que así sea”, dice Sofía Juan a este matutino, mientras observa a los chicos que posan para el disparo fotográfico y esperan que esa imagen que los inmortaliza sea subida a la red social.

“Está bueno que ellos se mezclen con los criollos porque de esa forma no van a ser discriminados. Sin embargo, hay otras cosas que me gustaría que cambien como el machismo gitano”.

Al ser consultada por ese punto, Sofía Juan responde que “ellos (por los hombres) son quienes sí pueden mezclarse y tener relaciones amorosas con personas que no necesariamente tienen que ser de su comunidad.

“Las mujeres no podemos casarnos con ellos. Hace 20 años, no nos dejaban ni charlar con criollos, pero de a poco todo va cambiando”.

La mujer hizo referencia también a los atuendos, y comentó: “De a poco nuestra vestimenta va desapareciendo y sí, por ahí nos duele que ese tipo de costumbres se vayan”.

A los pocos metros de la mesa donde un equipo periodístico de El Tribuno dialoga con los integrantes de la comunidad, un canal de cable muestra las imágenes del papa Francisco en Brasil y reflexionan: “La verdad que todo eso es muy emocionante”. Ellos, al igual que muchos, son creyentes. Ellos, como muchos, también son personas de bien.

Un sayo que ahora cuesta mucho sacar

Son muchos los años que lleva la comunidad gitana asentada en el territorio salteño, y si bien el número de sus miembros es amplio, lamentablemente algunos de ellos estuvieron involucrados en delitos, es por ello que muchos son catalogados como “timadores”.

Utilizando sus encantos y su habilidad para llamar la atención de las personas, les arrebatan joyas, dinero, celulares y en otros casos de mayor gravedad desvalijaron casas bajo la modalidad de “dormidoras”.

Los hechos, que son aislados, tomaron relevancia al conocerse denuncias policiales y el testimonio de los propios protagonistas.

Si bien no es bueno generalizar ni categorizar a todos los miembros de esta comunidad, que tiene bases en todo el mundo, es una realidad incuestionable que algunos de ellos están relacionados con hechos delictivos.

Llamativamente, la mayoría de los gitanos que estuvo involucrada en casos de este tipo son mujeres y no suelen actuar solas, más bien lo hacen en grupos.

Las denuncias que dan cuenta de engaños tienen como factor común el clásico “cuento del tío”. Práctica en la cual bellas mujeres con pañuelos que sostienen sus cabellos, sandalias de taco alto y coloridos vestidos recorren las calles de la ciudad a pie o en ostentosas camionetas buscando a sus presas.

Cuando las identifican se ofrecen a leerles la mano y en un descuido les sacan anillos, joyas o dinero.

Los miembros de la comunidad gitana, en diálogo con El Tribuno, señalaron que muchas veces les cuesta establecer relaciones con las personas fuera de su círculo, porque les tienen miedo.

“Los criollos (como ellos llaman al común de la gente), nos tienen miedo, creen que todos somos engañadores, pero eso no es cierto, de igual maneras huyen de nosotros y en muchos casos nos discriminan. Nos tocó vivir situaciones muy complicadas a lo largo de nuestra vida”, señalaron

Las clásicas “dormidoras”

Entre los delitos que fueron comprobados a manos de miembros de la comunidad gitana, uno que llamó mucho la atención por la modalidad utilizada es el de las “dormidoras”.

Son numerosos los casos pero uno de ellos cobró mayor relevancia, ya que una mujer que pertenece a la comunidad fue procesada tras haber “dormido” a un vecino para robarle dinero y joyas.

El hecho ocurrió en abril del 2011 y es el único en el que una mujer de la comunidad fue procesada por un hecho bajo la modalidad de “dormidora.

En aquella oportunidad la mujer sedujo a su vecino, con el cual concurrió a un motel. Allí le colocó un somnífero en la bebida que le provocó un sueño profundo, oportunidad que aprovechó para robarle.

Cabe destacar que el robo bajo la modalidad de “dormidora” no es utilizado únicamente por gitanas. Son numerosos los casos registrados en los cuales estuvieron involucradas mujeres que nada tienen que ver con la comunidad gitana.

Muchos de los casos ocurrieron en locales de comidas ubicados a lo largo de la avenida San martín.

Otro dato llamativo es que las víctimas de estos tipos de robos en su mayoría son hombres mayores, y las mujeres con sus encantos se encargan de hacerlos tomar bebidas alcohólicas con las que finalmente mezclan un somnífero que los pone en total indefensión y es cuando aprovechan para dar el golpe.

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