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La novela de los pases, el ?culebrón? del invierno

Viernes, 05 de julio de 2013 12:27

La intensa novela que ofrece el mercado de pases y que entrega diariamente este intrínseco proceso de aletargamiento competitivo, en el cual los equipos se deshacen, arman y rearman hasta el inicio del torneo Argentino A, cuenta con argumentos narrativos para todos los gustos: suspenso, drama, comedia y acción.

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La intensa novela que ofrece el mercado de pases y que entrega diariamente este intrínseco proceso de aletargamiento competitivo, en el cual los equipos se deshacen, arman y rearman hasta el inicio del torneo Argentino A, cuenta con argumentos narrativos para todos los gustos: suspenso, drama, comedia y acción.

Por un lado, en este “culebrón” de todas las tardes no puede faltar la ciclotimia, la inestabilidad, la especulación y el temor a la pérdida del puesto laboral, que sacan a relucir el desgaste de ciertos códigos o valores, como ser el valor mismo y el peso específico de la palabra: Jugadores que necesitan trabajar y hacerse valer por sus servicios, como su mismo derecho lo impone, pero cuyo afán los lleva a especular, coquetear y jugar a dos puntas, dándoles el sí al equipo “prioridad” y, paralelamente, acercándose peligrosamente a mejores postores que acechan en el camino.

Pero si la palabra carece de valor, tampoco parece tener rígida validez jurídica el mismo contrato que se establece para delimitar compromisos y obligaciones entre el empleador y el contratado. Estos, en algunos casos, llegan a deshacerse o romperse de un plumazo -como sucedió con el vínculo que firmó Leandro Zárate con Juventud y que en cuestión de horas quedó sin efecto, o como el que unía a Osvaldo Young con el albo y luego quedó en la nada-.

Por otro lado, en esta novela con actores divergentes y cargados de atractivo, emerge el dirigente salteño. Este suele equivocarse en algunas gestiones y en ocasiones parece no asesorarse sobre la condición de cada jugador antes de contratarlo. Sus yerros no varían demasiado a los de algunos futbolistas, que omiten blanquear su situación contractual con su club saliente para negociar abiertamente con otra institución más seductora. Son los casos paradigmáticos de Matías Guerra y de Osvaldo Young, que negociaron sus transferencias pasando por arriba de sus entidades vinculantes, cuando había un contrato de por medio.

La falta de comunicación entre las patas que sostienen una negociación también es una constante en el compendio de desaciertos y de la búsqueda acelerada de nombres en un proyecto a corto plazo. La especulación no es exclusiva del jugador. El directivo también lo hace a la hora de definir una continuidad o una adquisición. Las cotizaciones suben como la espuma, más aún tras un torneo individual medianamente exitoso. Y el responsable del manejo del fútbol no se comunica con el jugador para brindarle una confirmación, hasta tanto encuentre -o no- una mejor alternativa en el mercado, más austera y redituable, para no provocar un desbarajuste en el presupuesto, algo que también perjudica a un trabajador nómade y “golondrina” que debe conseguir trabajo y adecuar su vida a una geografía determinada. En este sentido, Adrián Aranda recibió el “ok” para jugar en Juventud sin la convicción plena de la otra parte de contratarlo, para luego descartarlo. O el caso de Ramiro Jorge, que fue oficializado como refuerzo en Central Norte aun antes de contar con el consentimiento del flamante DT Gustavo Coleoni, es un claro ejemplo de falta de comunicación.

Pero también el periodismo y las redes sociales, dada su función específica de informar, brindan a su mercado un irrefrenable flujo informativo que provoca distorsiones varias, minuto a minuto. Y dentro del variado caudal de novedades, las aseveraciones falsas o apresuradas, el caso omiso a una sola “campana” sin recurrir a la fuente o los famosos “potenciales”, suelen agregarle otro condimento deformatorio al novelesco mercado de pases en el que están inmersos los tres equipos salteños que compiten en el Argentino A.

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