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16 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Florencia Acuña, tiene 16 años y sirve el desayuno a los indigentes del centro

Jueves, 22 de agosto de 2013 01:38

En “El libro de los abrazos” Eduardo Galeano asegura que cada persona brilla con luz propia. Que “Hay gente de fuego sereno / que ni se entera del viento, / y gente de fuego loco / que llena el aire de chispas. / Algunos fuegos, fuegos bobos / no alumbran ni queman; / pero otros arden la vida con tantas ganas / que no se puede mirarlos sin parpadear, / y quien se acerca, se enciende”.

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En “El libro de los abrazos” Eduardo Galeano asegura que cada persona brilla con luz propia. Que “Hay gente de fuego sereno / que ni se entera del viento, / y gente de fuego loco / que llena el aire de chispas. / Algunos fuegos, fuegos bobos / no alumbran ni queman; / pero otros arden la vida con tantas ganas / que no se puede mirarlos sin parpadear, / y quien se acerca, se enciende”.

Sin sospecharlo, Galeano habla de Florencia Acuña, una adolescente salteña de 16 años, recién cumplidos, dueña de un espíritu encendido de solidaridad que, con un café y una sonrisa, contagia su fuego interno.

Ella no quiere decir “caridad”. Prefiere “solidaridad”, por lo horizontal de la palabra que, más allá de las categorías del lenguaje, en su vida es un verbo cotidiano.

Mientras muchos chicos de 13 a 19 años no le encuentran sentido a los días, otros descubren en el prójimo un camino. Desde hace un año, todos los lunes, miércoles y viernes, Florencia se levanta apenas despunta el alba a preparar café y pan para unos 50 indigentes que viven en las calles del microcentro salteño. Mientras el mundo les da la espalda, Florencia y algunos voluntarios que se sumaron a la causa, les sirven el desayuno en el parque San Martín y en la plaza 9 de Julio. Y eso es más que dar el desayuno. Es devolverles la fe en la humanidad; causa perdida en el laberinto de la indiferencia.

“Yo siento amor por los indigentes. La vida no es pura fiesta, también es mirar al prójimo y darse cuenta que nos necesitan”, dice convencida.

Nació el 30 de junio de 1997. Cursa la secundaria en el colegio Aráoz y vive en la zona Sur de la ciudad de Salta con su mamá, Evelyn, quién apoya sus iniciativas con orgullo. “Siempre tuve la inquietud de ayudar a la gente, especialmente a los ancianos y a los niños. Decidí un día comenzar esta misión y salí a la calle con un termo de café y un poco de pan que le saqué a mi mamá. Ese día hacía frío y salté de la cama”, cuenta Florencia y agrega: “Tenía unos ahorritos de tortas y comidas que hago para vender, y los invertí en ayudar”.

Con pudor dice: “No quería que nadie supiera esto pero entendí que sola no puedo con todos los gastos y con todas las personas que necesitan ayuda; por eso abrí la página de Facebook Gotas de calor, y los chicos de Buena Vibra, que tienen un programa de radio, me ayudaron a promocionar”. Y aclara: “De la mediatización de la solidaridad me molesta que muchos dicen: qué bueno, qué lindo y no hacen nada más”.

Otros diez chicos colaboran con el plan de Florencia, pero se precisan más voluntarios y donaciones para servir el desayuno todos los días.

Encariñada con los callejeros, cuenta que “los del parque San Martín no tienen casa. Son unos 20. La mayoría tiene problemas con el alcohol y las drogas, y a todos les falta afecto. En los días más fríos los encontré congelados, se robaban entre ellos las colchonetas y los cartones. Se peleaban por los lugares más resguardados. Es duro, pero no hay que dar vuelta la cara”.

Los individualiza y valora: “me dan mucho cariño, me hago amiga con facilidad. Richard, un ciego que tocaba la armónica en la puerta de la San Juan es un gran amigo que se fue a Mendoza. Lo extraño un montón. Marcial es un chileno que trabajaba en una mina. Rubén es chef; a José le quedan cuatro materias para ser abogado; el alemán no habla y hay que respetar su mundo. Hay peruanos y bolivianos, muchos albañiles muy buenos que terminaron así”.

Y tiene sueños. “Me encantaría conseguir un galpón con un baño y una cocina para poner colchones y que duerman ahí. Quiero tener mi fundación y rehabilitarlos para que tengan otra oportunidad. Lo triste es que están ahí y parece que nadie los ve. Hacen falta políticas que los tengan en cuenta”.

“Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las con ciencias de los hombres” (Eduardo Galeano).

Un llamado a los corazones generosos

Lo que es poco para algunos, es mucho para otros. Por eso Florencia confía en los corazones que podrá conmover con este llamado. Anhela poder servir el desayuno todos los días y dar un almuerzo los sábados a los indigentes, pero su prioridad ahora es festejar el Día del Niño en el barrio Floresta, este domingo 25.

“El evento incluirá almuerzo, juegos y payasos por la tarde, golosinas y chocolatada para finalizar el día. Pueden colaborar ayudando a preparar el almuerzo, pintarnos un poco y ser los payasitos de los niños. También con golosinas y presencia en la fiesta”, proyecta entusiamada. Para que se cumpla el deseo es necesario reunir juguetes, gaseosas, caramelos, globos y todo lo que uno pueda imaginar que haría sonreir a los niños. Florencia recibe donaciones en ampliación del barrio Intersindical, block 14, departamento 8; y también se la puede llamar al teléfono: 0387-155 213347.

 

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