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Florencia Acuña es una adolescente de 16 años que dedica gran parte de su tiempo a servirles el desayuno a los indigentes del centro capitalino y a otras obras de beneficencia. Se hizo conocida cuando El Tribuno publicó el 22 de agosto su historia de vida. Quién la leyó se conmovió y muchos le ofrecieron colaboración para que su fuego no se apague. Sin embargo, un despiadado la llamó al número de teléfono que publicó para recibir donaciones y no sólo estafó su buena fe, sino que le robó un celular de alta gama que su mamá aún está pagando con esfuerzo. Desesperada, sintiéndose ingenua, llamó a El Tribuno para contar lo ocurrido. “Lo fundamental es que la gente sepa que ya tengo el chip nuevo con el mismo número y le pido disculpas si este hombre molestó a alguien en mi nombre. Yo les agradezco a todos los que me ayudaron y les pido que no se cansen de hacer el bien. De esto aprendí con lágrimas que no tengo que ser tan confiada”.
Y contó: “Me llamó un tal Martín García, dijo que era de la Fundación Pancitas Felices, que quería ayudarme con donaciones y necesitaba que nos juntemos. Que tenía bolsones de mercadería de la Tupac Amaru de Jujuy para darme. Entonces nos encontramos el miércoles por la mañana en el centro. Simuló que tenía que hablar con el abogado Pedroza, que no estaba, entonces fuimos a las oficinas de ATE, me dijo, a hablar con el secretario a quien recuerdo bien, y le dijo que me tenía que entregar donaciones”. Continuó: “Luego fuimos a Luz y Fuerza sobre la Pellegrini, habló con alguien y me dijo que mañana (por ayer) volviera a buscar bolsones. Salimos y como dijo que es chef y hace catering, tenía un evento y me pidió que lo acompañara a su casa para darme tres órdenes de compra en Comodín por $200”.
Agrega: “Nos tomamos un remis hasta Olavarría y San Luis y, como supuestamente le habían robado la mochila en el colectivo antes de vernos, lo pague yo. Caminando fuimos al pasaje La Caldera y ahí me pidió que esperara en la vereda, que buscaba las órdenes y salía. Se llevó mi celular porque iba a ver si tenía un cargador. Esperé 20 minutos, no salía, toqué la puerta y me dijo una señora que no vivía ningún Martín ahí. Me quería morir”. Florencia teme que este hombre pueda hacerle daño porque no cree que sea un simple ladrón de celulares. Lo describió: “Tendrá entre 30 y 35 años. Es gordo, de 1,65 de altura, tes oscura, estaba con gorro negro y todo vestido de negro. Un poco narigón, sin barba ni bigotes. Esperamos que la Policía lo encuentre”. Flor ya radicó la denuncia en la comisaría de Villa Chartas.
Como tiene inagotable ternura, a pesar de todo, estaba cocinando unas tartas en su casa con Rubén, un indigente de 55 años que es cocinero y vive en el parque. “Es que a la tarde lo voy a llevar al doctor porque tiene unas llagas en los pies”, contó.