No contaban con mi ida
Un vendaval adolorido se desató en México cuando Raúl López Dóriga, el periodista decano de Televisa, la gigantesca cadena Televisiva mexicana que fue "casa" de Gómez Bolaño, confirmó que al fin, con 85 años, se iba ese gran productor, guionista, compositor musical, director, libretista y actor de cine, radio, teatro y televisión. Su genialidad hizo que el director de cine Agustín Delgado, quien consideraba a Roberto Gómez Bolaños un genio, le pusiera el mote de "Chespirito", diminutivo castellanizado de "Shakespeare".
Este hincha de Boca y del América, aunque era hijo de la secretaria Elsa Bolaños Cacho y del dibujante de humor Francisco Gómez Linares, comprendió como nadie la infancia atormentada por la pobreza y el hambre de América Latina. Quizás por eso sus guiones perfectos, encajaban en las casas más humildes del continente alegrando con las desventuras de ese niño que fue su máxima creación, el Chavo del 8, junto a su mundo de arrabal y su "vecindad", esos conventillos que serpentean los barrios pobres de México.
Pero antes de El Chavo, Gómez Bolaños creó a "El Chapulín Colorado", un súper héroe inocente con un martillo de goma como única arma. También al "Dr. Chapatin", "Chaparrón Bonaparte", "El Chómpiras" y tantos otros, todos personajes que atrapaban al público porque tenían su manifestación en la realidad: ¿quién no tiene un amigo con un apodo que haga referencia al mundo de este creador mexicano? Sin proponérselo, Gómez Bolaños supo ingresar en el corazón de lo que los estudiosos llaman "lo popular" y lo hizo a través de los ojos de un niño. Como debe ser.
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No contaban con mi ida
Un vendaval adolorido se desató en México cuando Raúl López Dóriga, el periodista decano de Televisa, la gigantesca cadena Televisiva mexicana que fue "casa" de Gómez Bolaño, confirmó que al fin, con 85 años, se iba ese gran productor, guionista, compositor musical, director, libretista y actor de cine, radio, teatro y televisión. Su genialidad hizo que el director de cine Agustín Delgado, quien consideraba a Roberto Gómez Bolaños un genio, le pusiera el mote de "Chespirito", diminutivo castellanizado de "Shakespeare".
Este hincha de Boca y del América, aunque era hijo de la secretaria Elsa Bolaños Cacho y del dibujante de humor Francisco Gómez Linares, comprendió como nadie la infancia atormentada por la pobreza y el hambre de América Latina. Quizás por eso sus guiones perfectos, encajaban en las casas más humildes del continente alegrando con las desventuras de ese niño que fue su máxima creación, el Chavo del 8, junto a su mundo de arrabal y su "vecindad", esos conventillos que serpentean los barrios pobres de México.
Pero antes de El Chavo, Gómez Bolaños creó a "El Chapulín Colorado", un súper héroe inocente con un martillo de goma como única arma. También al "Dr. Chapatin", "Chaparrón Bonaparte", "El Chómpiras" y tantos otros, todos personajes que atrapaban al público porque tenían su manifestación en la realidad: ¿quién no tiene un amigo con un apodo que haga referencia al mundo de este creador mexicano? Sin proponérselo, Gómez Bolaños supo ingresar en el corazón de lo que los estudiosos llaman "lo popular" y lo hizo a través de los ojos de un niño. Como debe ser.