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De Pekín a Washington

Miércoles, 14 de mayo de 2014 02:04

Los chinos, durante las dos últimas décadas nos dieron y nos siguen dando muchas sorpresas. Algunas hasta superan la imaginación. Es que China, asentada como la segunda potencia económica del mundo, tiene un inédito avance del producto bruto interno (PBI) que desconcierta a los economistas del orbe.

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Los chinos, durante las dos últimas décadas nos dieron y nos siguen dando muchas sorpresas. Algunas hasta superan la imaginación. Es que China, asentada como la segunda potencia económica del mundo, tiene un inédito avance del producto bruto interno (PBI) que desconcierta a los economistas del orbe.

Según el Banco Mundial, los chinos ya producen el 87 por ciento del PBI de los Estados Unidos, lo cual significa que lo superará en muy pocos años. Recordemos que los norteamericanos están catalogados como la primera potencia desde 1872.

Pero esta realidad China no la admite públicamente, porque eso los obligaría a cambiar en diversos aspectos referidos a: 1) Mayores aportes a las Naciones Unidas; 2) Más responsabilidad en cuanto al calentamiento global; 3) Cumplimiento real de los derechos humanos; 4) Mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

 

Parece una utopía, pero no está tan lejano. Acostumbrados a obras majestuosas, los chinos planean la construcción de un tren de alta velocidad que los una por tierra con los Estados Unidos. La ruta propuesta empezaría en el noreste de China y se ejecutaría a través de Siberia. Pasaría a través de un túnel por debajo del Océano Pacífico, en el Mar de Bering, luego entraría a Alaska y Canadá, para finalmente llegar a Washington, en los Estados Unidos.

La travesía por debajo del mar representaría una proeza de la ingeniería, porque tendrá 200 kilómetros de extensión. Es decir, cuatro veces el tamaño del túnel del Canal de La Mancha que une Inglaterra con Francia.

El proyecto se denomina “Línea China, Rusia, más América”. Muchos especialistas ponen en duda la posibilidad de concretar esta gigantesca obra, pero el gobierno asegura que la tecnología ya existe. De hecho será utilizada, dentro de poco, en un tramo para unir la provincia de Fujian, en el sureste del país, con Taiwán.

Este llamativo y futurista viaje entre China y Estados Unidos durará dos días, totalizando 13.000 kilómetros, es decir 3.712 más que el famoso Transiberiano que une Moscú con Vladivostok.

Los trenes de alta velocidad están extendidos por todo Europa Occidental, incluyendo los países escandinavos. Pero también en China, donde hay más de diez mil kilómetros de vías que posibilitan este logro.

Este cronista puede dar fe de ello, lo cual se reflejó en una nota publicada en El Tribuno titulada “El encanto de viajar en tren por China”, donde se expuso que el recorrido de Pekín a Shanghái, de 1.318 kilómetros, lo hace en 4 horas 45 minutos. Una abismal diferencia si calculamos que en una distancia similar entre Buenos Aires con Tucumán, el ferrocarril Mitre tarda 25 horas.

Pero no es solo la velocidad lo que debe remarcarse en los trenes chinos, sino también su puntualidad obsesiva, ya que parten un minuto antes del horario establecido. El confort en primera clase es similar a la misma categoría en el avión, la atención de las azafatas es impecable y siempre viajan totalmente ocupados.

Recordemos que se denomina Tren Bala a todos aquellos que desarrollen una velocidad superior a los 220 km/h. En nuestra región hubo dos recientes fracasos, que ni siquiera se iniciaron: el anuncio en la Argentina para unir Buenos Aires con Córdoba, y el de Brasil que uniría San Pablo con Río de Janeiro, que estaba previsto para antes del Campeonato Mundial de Fútbol.

La financiación

China es el país con la mayor cantidad de reservas de la tierra con tres billones de dólares, pero hasta ahora no dijeron nada sobre cómo se financiaría este faraónico proyecto. Eso sí, tengamos en cuenta que solamente en América Latina invirtieron en los últimos años 30 mil millones de la divisa estadounidense.

Recordemos también que en Shanghái funciona el único tren comercial que levita, que une el aeropuerto de esa ciudad con el centro, alcanzando una velocidad máxima de 450 km/h, realizado con la ayuda de la alemana Siemens.

Para entender lo extensa que será la línea ferroviaria que mencionamos al comienzo, la cual acercaría a las dos primeras potencias del mundo, pongamos un ejemplo: desde Ezeiza al aeropuerto de Barajas en Madrid, un avión recorre exactamente 10.045 kilómetros.

Defensa del TGV

Francia es pionera en la construcción de los trenes de gran velocidad, precisamente el TGV. Alstom, la fábrica gala encargada de construir estas máquinas, que llegan hasta los 575 km/h en la ruta que une París con Frankfurt, es motivo de una gran polémica entre franceses y norteamericanos.

Es que Alstom, por problemas financieros, estaba dispuesta a venderse a la General Electric, pero se encontró con un obstáculo impensado: el gobierno francés se opuso a esa operación porque asegura que “es una cuestión de Estado”. El ministro de Economía, con un rechazo que no dejó dudas, dijo que “Alstom es un símbolo de nuestra potencia industrial y del ingenio francés”. Finalmente, la venta quedó sin efecto.

El lector advertirá, fácilmente, el valor que los países del Hemisferio Norte otorgan a sus ferrocarriles, que no solo son mantenidos, sino que aumentan permanentemente sus rutas. Mientras tanto, entre nosotros los proyectos como el del Belgrano Cargas, una vieja frustración para Salta y todo el NOA, vive de las ilusiones. Y pensar que es una salida fácil, directa y económica hacia los puertos chilenos de Antofagasta e Iquique, para la exportación de los productos hacia países como China. Un observador neutral se preguntaría por qué esta desidia cuando el tren terminado con gran costo en 1948, duerme desde hace años esperando que alguien lo utilice.

 

 

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