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Sospechosa glásnost, del gauchito Urtubey

Domingo, 06 de julio de 2014 12:42

Algunas personas no se resisten a imitar las acciones de otras, aunque las circunstancias y el contexto no tengan nada que ver con el hecho original. ­Y así nomás les va!

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Algunas personas no se resisten a imitar las acciones de otras, aunque las circunstancias y el contexto no tengan nada que ver con el hecho original. ­Y así nomás les va!

Los niños suelen ser propensos a las imitaciones. En una época en la que los chicos leían y hasta pedían a los padres que les leyeran un cuento antes de dormir (doy fe de que esos días existieron y no son producto de mi fantasía), los chicos, digo, trataban de imitar, en ocasiones con resultados nada felices, a los héroes de aquellas ficciones infantiles.

En mi adolescencia, un vecinito, ocho años tendría él, seguidor del Capitán Maravilla, o Marvel, y de sus aventuras, creyó poder volar como su héroe. Casi cuatro meses estuvo enyesado.

Pero me estoy yendo del asunto, volvamos. Hay personas, adultas, que gustan de las imitaciones. El gauchito gobernador podría ser una de ellas.

Preocupado, tal vez, por las críticas generalizadas y por el descontento ciudadano que tuvieron y tienen como blanco las turbias y escandalosas adjudicaciones del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV), decidió hacer algo para disimular la mancha.

Como se conoce, familiares, amigos y funcionarios de su Gobierno se beneficiaron con la entrega de esas casas. Y no solamente eso. Hay más, pero dejémoslo ahí por ahora.

En el microestadio Delmi, durante el acto de conmemoración del vigésimo cuarto aniversario de la muerte del expresidente Juan Perón, explicó de qué se trataba el “algo” mencionado.

Dijo que a partir de ese anuncio se televisarán los sorteos del IPV para transparentar las entregas.

De paso anunció que será creada una oficina de control ciudadano, y de yapa la construcción de 1.300 viviendas en todo el territorio provincial.

Y aquí vamos. Para muchos salteños esta tardía búsqueda de transparencia no sería otra cosa que una imitación, un remedo, burdo como todo remedo, de la “glásnost” (liberación, apertura, transparencia) encarada en la desaparecida Unión Soviética por Mijail Gorvachov. No es la hora ni el escenario. Y menos es el ejecutor.

Bien. Así que tenemos que el gauchito Utubey se ha propuesto, empujado por los efectos de sus propias desprolijidades, y por la indignación del pueblo, hacer borrón y cuenta nueva.

De hoy en más todo será limpio y claro, ¿verdad? Y las suciedades y opacidades anteriores, ¿quedarán para tema de conversación de las abuelitas? ¿Lo pasado, pisado?

Pocos, o nadie digamos, creen ya en los cuentos de hadas. Ni los chicos de antes creían.

Transparencia, ¿eh? Bien, esperemos hasta la próxima salpicadura.

 

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