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David Albarracín: Me convertí en niño y tuve miedo al ver el video

Miércoles, 19 de agosto de 2015 00:30
TRAGEDIA DE GUACHIPAS | David Albarracín, hermano de uno de los rescatistas 
Eran las 2 de la madrugada del 1 de agosto de 2015, Día de la Pachamama. David Albarracín, hermano de Martín Albarracín, uno de los cuatro brigadistas muertos en Guachipas, volvió a intentarlo. Y esta vez no solo aparecieron fotos y archivos musicales, sino también videos. El joven estudiante de Enfermería, de 22 años, relató que tembló como un niño al ver la filmación del infierno en el que perdieron la vida su hermano, Mauricio Valdez, Víctor Ferreyra y Matías Vilte.
La familia Albarracín había recuperado el achicharrado celular de Martín pocos días después del trágico 28 de octubre de 2014. Solo quedó intacta la tarjeta de memoria. Durante nueve meses, David la insertó en su celular y en una computadora de escritorio. En las primeras oportunidades aparecieron fotos y archivos musicales. Sin embargo, sentía que su hermano le había dejado algo más. Semanas antes de ese 1 de agosto, David se enteró de que el fiscal Gabriel Portal había archivado la causa de la muerte de los brigadistas. El dictamen lo indignó. Y volvió a pensar en el celular. Esta vez vio un módem telefónico, con entrada USB, e insertó la memoria. Desde ese momento todo cambió.
Durante nueve meses buscaste en la memoria archivos...
Tres días después de la muerte, mi papá retiró el teléfono de la Policía de Guachipas. El equipo estaba totalmente quemado, solo la memoria quedó intacta e íntegra. Tuve una sensación especial. Coloqué la memoria en mi teléfono y había música y fotos antiguas de Defensa Civil. Yo esperaba encontrar algo más. Luego hice lo mismo con una computadora de escritorio. Con el tiempo aparecieron las últimas imágenes. Una de ellas es la que publicó El Tribuno (David se refiere a las fotografías que fueron capturadas antes de ingresar a la zona del incendio). Los videos no salían. No me resignaba, sentía que mi hermano no me podía haber dejado con las manos vacías. No se podía haber ido sin dejar una señal.
Tras probar sin éxito en un celular y en una computadora, ¿cómo aparecieron entonces lo videos?
Aunque parezca tonto, esperaba algo de mi hermano. Quizá cualquiera me podría decir que los muertos no hablan, pero él siempre me enseñó muchas cosas. Y desde el cielo Martín me sigue enseñando. Finalmente, ese primero de agosto encontré los videos. Me dirán que soy una persona que cree en supersticiones, pero en la búsqueda de ese día aparecieron. Veníamos de momentos críticos. Mi papá me había dicho que la causa se había cerrado por falta de pruebas. Eso revivió mi impotencia. Entonces ocurrió lo del primero de agosto. A las dos de la mañana conecté la memoria a un módem que también tiene entrada USB. Y en ese momento la barra espaciadora me dejaba seguir bajando y vi los videos.
¿Cómo reaccionaste?
Al mirar el video del final trágico, sentí miedo. Como estudiante de enfermería, uno está preparado y ve cosas. Pero esta vez me convertí en un niño y sentí miedo. Ver a cuatro personas morir, sus últimos segundos de vida... no se compara a nada. Sentí el dolor que padecieron mi hermano, Vilte, Valdez y Ferreyra. Ahora sé que Martín me dejó esto para defender a las cuatro familias.

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Eran las 2 de la madrugada del 1 de agosto de 2015, Día de la Pachamama. David Albarracín, hermano de Martín Albarracín, uno de los cuatro brigadistas muertos en Guachipas, volvió a intentarlo. Y esta vez no solo aparecieron fotos y archivos musicales, sino también videos. El joven estudiante de Enfermería, de 22 años, relató que tembló como un niño al ver la filmación del infierno en el que perdieron la vida su hermano, Mauricio Valdez, Víctor Ferreyra y Matías Vilte.
La familia Albarracín había recuperado el achicharrado celular de Martín pocos días después del trágico 28 de octubre de 2014. Solo quedó intacta la tarjeta de memoria. Durante nueve meses, David la insertó en su celular y en una computadora de escritorio. En las primeras oportunidades aparecieron fotos y archivos musicales. Sin embargo, sentía que su hermano le había dejado algo más. Semanas antes de ese 1 de agosto, David se enteró de que el fiscal Gabriel Portal había archivado la causa de la muerte de los brigadistas. El dictamen lo indignó. Y volvió a pensar en el celular. Esta vez vio un módem telefónico, con entrada USB, e insertó la memoria. Desde ese momento todo cambió.
Durante nueve meses buscaste en la memoria archivos...
Tres días después de la muerte, mi papá retiró el teléfono de la Policía de Guachipas. El equipo estaba totalmente quemado, solo la memoria quedó intacta e íntegra. Tuve una sensación especial. Coloqué la memoria en mi teléfono y había música y fotos antiguas de Defensa Civil. Yo esperaba encontrar algo más. Luego hice lo mismo con una computadora de escritorio. Con el tiempo aparecieron las últimas imágenes. Una de ellas es la que publicó El Tribuno (David se refiere a las fotografías que fueron capturadas antes de ingresar a la zona del incendio). Los videos no salían. No me resignaba, sentía que mi hermano no me podía haber dejado con las manos vacías. No se podía haber ido sin dejar una señal.
Tras probar sin éxito en un celular y en una computadora, ¿cómo aparecieron entonces lo videos?
Aunque parezca tonto, esperaba algo de mi hermano. Quizá cualquiera me podría decir que los muertos no hablan, pero él siempre me enseñó muchas cosas. Y desde el cielo Martín me sigue enseñando. Finalmente, ese primero de agosto encontré los videos. Me dirán que soy una persona que cree en supersticiones, pero en la búsqueda de ese día aparecieron. Veníamos de momentos críticos. Mi papá me había dicho que la causa se había cerrado por falta de pruebas. Eso revivió mi impotencia. Entonces ocurrió lo del primero de agosto. A las dos de la mañana conecté la memoria a un módem que también tiene entrada USB. Y en ese momento la barra espaciadora me dejaba seguir bajando y vi los videos.
¿Cómo reaccionaste?
Al mirar el video del final trágico, sentí miedo. Como estudiante de enfermería, uno está preparado y ve cosas. Pero esta vez me convertí en un niño y sentí miedo. Ver a cuatro personas morir, sus últimos segundos de vida... no se compara a nada. Sentí el dolor que padecieron mi hermano, Vilte, Valdez y Ferreyra. Ahora sé que Martín me dejó esto para defender a las cuatro familias.

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