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Creo que la incertidumbre es el estado natural del poeta

Lunes, 19 de diciembre de 2016 20:23
Carlos Juárez Aldazábal, escritor salteño. 
Carlos Juárez Aldazábal es un escritor salteño que apenas supera las cuatro décadas pero detenta una carrera literaria de largo trecho. Este año se cumplen veinte de la edición de "La soberbia del monje", su primer libro. En su prólogo, Santiago Sylvester afirma que fusiona la reflexión con lo inexplicable, lo trascendente y lo cotidiano. Algunas de esas obsesiones literarias iniciales insisten, al igual que lo incierto: "Creo que las obsesiones de ese primer libro persisten. Quizá la escritura y, especialmente la escritura de poesía, no sea más que una repetición de las obsesiones iniciales, aunque con distintas máscaras. La novedad pasa a ser el modo en que esas obsesiones se traducen a texto. Creo que la incertidumbre es el estado natural del poeta porque no hay certezas ni caminos seguros cuando de creación se trata", explica Aldazábal.
Zigzagueando entre el pasado y la actualidad, el autor se refiere a su trabajo más reciente, que oficia casi como un volumen de "Poesía completa", aunque algunas páginas quedaron fuera del material. "'Las visitas de siempre' es un libro que reúne completos mis tres primeros poemarios de tono autobiográfico (en el medio hay uno que responde a lo que yo llamo 'poesía antropológica'), publicados en la Argentina, junto a algunos poemas inéditos, especialmente textos de homenaje a poetas fallecidos: esas presencias ausentes que son las lecturas de los poetas que ya no están, pero que siguen estando en sus palabras. No es mi 'trabajo' más reciente, sino más bien un rescate de ediciones que ya no circulan. Una búsqueda de nuevos lectores para viejos textos", revela.
En "Las visitas de siempre" menciona a Olga Orozco y Bustriazo Ortiz, entre otros. Entonces, reflexiona acerca de relevancia que tienen esos visitantes en su proceso creativo y menciona además a otros autores que lo convocan en la intensidad del hoy: "Hay tantos. En ese mismo libro, de manera implícita o explícita, están Raúl González Tuñón y Amelia Biagioni, por mencionar dos nombres de la poesía nacional, y muchos salteños, como Manuel Castilla, Miguel Ángel Pérez, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jesús Ramón Vera, Carlos Hugo Aparicio o Ariel Petrocelli. Como estoy leyendo constantemente, esas visitas se multiplican y se expanden. Por suerte, muchos de esos 'visitantes' están vivos y la lectura se vuelve conversación, una tradición que los poetas salteños mantenemos y cultivamos", subraya, con énfasis en la salteñidad.
Aldazábal no solo se destaca como escritor y poeta, además es gestor cultural y dirige la editorial independiente "El suri porfiado". Desde ese rol, analiza los desafíos de esa industria cultural en la actualidad y revela cuál es su criterio al momento de publicar: "No sé mucho de desafíos industriales porque el proyecto de El suri fue algo que armamos entre varios poetas de distintas provincias con el propósito de darle visibilidad a la poesía que nos interesaba. Y en ese punto pienso que la editorial cumplió y sigue cumpliendo su objetivo. El criterio de selección siempre ha sido el mismo: que sea buena poesía, ya se trate de un rescate (pienso, de las publicaciones recientes, en el "Pedro Orillas" de Aparicio), de un poeta vivo consagrado (Alberto Szpunberg o Leopoldo Castilla) o de voces emergentes, como podría ser la poeta catamarqueña Celina Galera o el cubano residente en Salta Idangel Betancourt", describe.
Diversos libros suyos se han publicado fuera del país; él mismo reside en Buenos Aires lejos de su Salta natal. Se refiere entonces a esa doble extranjería y a las implicancias que tiene el hecho de que su voz cruce fronteras: "Bueno, efectivamente, mis dos últimos libros se publicaron fuera del país. Uno de ellos, 'Piedra al pecho' , se publicó en España y en Bolivia. Otro, 'Camerata carioca', está por editarse en México y Brasil y a eso hay que sumar un viejo título, 'Nadie enduela su voz como plegaria' , que acaba de reeditarse en Colombia. Pero Salta, aunque esté hablando de Río de Janeiro o de Tierra del Fuego, siempre aparece en mi poesía. Del mismo modo en que están presentes muchas de las tradiciones de la poesía nacional. No es algo de lo que yo sea consciente al momento de la escritura, pero sí es algo que surge cuando voy a leer en algún festival al que me invitan. Y eso está bueno, que esa marca de pertenencia siga indeleble, se viva donde se viva. Es una expresión que tiene que ver con la tonada, con la entonación, con el ritmo. Un modo de oralidad que aparece, ya se trate de una copla o de un poema en verso libre", relata.
Por otra parte, como lector, poeta y editor, sobre las calificaciones poéticas, detalla: "Cada vez descreo más de los diagnósticos y de las estadísticas cuando de poesía se trata. En la poesía argentina hubo y hay -aunque por suerte están en retirada- personas que con el dedito decían quién era poeta y quién no. Pero la realidad cultural del presente, vertiginosa y mediada por las nuevas tecnologías, hace que los deditos canonizantes no funcionen del todo bien. Y eso está bueno".
Finalmente, al rememorar una antigua arte poética, donde escribió "el poema nos tritura la aorta con pirañas", analiza esa pulsión antropófaga del verso, su continuidad o no en su poesía: "Quizá toda poesía sea antropófaga, como lo estableció la vanguardia brasileña en aquel famoso manifiesto. Creo que está bueno cuando la poesía tiene una actitud antropológica, de curiosidad frente a lo propio y frente a lo ajeno, una actitud antropófaga de crear en la deglución. Desde ese punto de vista, la pulsión, inevitablemente, persiste".

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Carlos Juárez Aldazábal es un escritor salteño que apenas supera las cuatro décadas pero detenta una carrera literaria de largo trecho. Este año se cumplen veinte de la edición de "La soberbia del monje", su primer libro. En su prólogo, Santiago Sylvester afirma que fusiona la reflexión con lo inexplicable, lo trascendente y lo cotidiano. Algunas de esas obsesiones literarias iniciales insisten, al igual que lo incierto: "Creo que las obsesiones de ese primer libro persisten. Quizá la escritura y, especialmente la escritura de poesía, no sea más que una repetición de las obsesiones iniciales, aunque con distintas máscaras. La novedad pasa a ser el modo en que esas obsesiones se traducen a texto. Creo que la incertidumbre es el estado natural del poeta porque no hay certezas ni caminos seguros cuando de creación se trata", explica Aldazábal.
Zigzagueando entre el pasado y la actualidad, el autor se refiere a su trabajo más reciente, que oficia casi como un volumen de "Poesía completa", aunque algunas páginas quedaron fuera del material. "'Las visitas de siempre' es un libro que reúne completos mis tres primeros poemarios de tono autobiográfico (en el medio hay uno que responde a lo que yo llamo 'poesía antropológica'), publicados en la Argentina, junto a algunos poemas inéditos, especialmente textos de homenaje a poetas fallecidos: esas presencias ausentes que son las lecturas de los poetas que ya no están, pero que siguen estando en sus palabras. No es mi 'trabajo' más reciente, sino más bien un rescate de ediciones que ya no circulan. Una búsqueda de nuevos lectores para viejos textos", revela.
En "Las visitas de siempre" menciona a Olga Orozco y Bustriazo Ortiz, entre otros. Entonces, reflexiona acerca de relevancia que tienen esos visitantes en su proceso creativo y menciona además a otros autores que lo convocan en la intensidad del hoy: "Hay tantos. En ese mismo libro, de manera implícita o explícita, están Raúl González Tuñón y Amelia Biagioni, por mencionar dos nombres de la poesía nacional, y muchos salteños, como Manuel Castilla, Miguel Ángel Pérez, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jesús Ramón Vera, Carlos Hugo Aparicio o Ariel Petrocelli. Como estoy leyendo constantemente, esas visitas se multiplican y se expanden. Por suerte, muchos de esos 'visitantes' están vivos y la lectura se vuelve conversación, una tradición que los poetas salteños mantenemos y cultivamos", subraya, con énfasis en la salteñidad.
Aldazábal no solo se destaca como escritor y poeta, además es gestor cultural y dirige la editorial independiente "El suri porfiado". Desde ese rol, analiza los desafíos de esa industria cultural en la actualidad y revela cuál es su criterio al momento de publicar: "No sé mucho de desafíos industriales porque el proyecto de El suri fue algo que armamos entre varios poetas de distintas provincias con el propósito de darle visibilidad a la poesía que nos interesaba. Y en ese punto pienso que la editorial cumplió y sigue cumpliendo su objetivo. El criterio de selección siempre ha sido el mismo: que sea buena poesía, ya se trate de un rescate (pienso, de las publicaciones recientes, en el "Pedro Orillas" de Aparicio), de un poeta vivo consagrado (Alberto Szpunberg o Leopoldo Castilla) o de voces emergentes, como podría ser la poeta catamarqueña Celina Galera o el cubano residente en Salta Idangel Betancourt", describe.
Diversos libros suyos se han publicado fuera del país; él mismo reside en Buenos Aires lejos de su Salta natal. Se refiere entonces a esa doble extranjería y a las implicancias que tiene el hecho de que su voz cruce fronteras: "Bueno, efectivamente, mis dos últimos libros se publicaron fuera del país. Uno de ellos, 'Piedra al pecho' , se publicó en España y en Bolivia. Otro, 'Camerata carioca', está por editarse en México y Brasil y a eso hay que sumar un viejo título, 'Nadie enduela su voz como plegaria' , que acaba de reeditarse en Colombia. Pero Salta, aunque esté hablando de Río de Janeiro o de Tierra del Fuego, siempre aparece en mi poesía. Del mismo modo en que están presentes muchas de las tradiciones de la poesía nacional. No es algo de lo que yo sea consciente al momento de la escritura, pero sí es algo que surge cuando voy a leer en algún festival al que me invitan. Y eso está bueno, que esa marca de pertenencia siga indeleble, se viva donde se viva. Es una expresión que tiene que ver con la tonada, con la entonación, con el ritmo. Un modo de oralidad que aparece, ya se trate de una copla o de un poema en verso libre", relata.
Por otra parte, como lector, poeta y editor, sobre las calificaciones poéticas, detalla: "Cada vez descreo más de los diagnósticos y de las estadísticas cuando de poesía se trata. En la poesía argentina hubo y hay -aunque por suerte están en retirada- personas que con el dedito decían quién era poeta y quién no. Pero la realidad cultural del presente, vertiginosa y mediada por las nuevas tecnologías, hace que los deditos canonizantes no funcionen del todo bien. Y eso está bueno".
Finalmente, al rememorar una antigua arte poética, donde escribió "el poema nos tritura la aorta con pirañas", analiza esa pulsión antropófaga del verso, su continuidad o no en su poesía: "Quizá toda poesía sea antropófaga, como lo estableció la vanguardia brasileña en aquel famoso manifiesto. Creo que está bueno cuando la poesía tiene una actitud antropológica, de curiosidad frente a lo propio y frente a lo ajeno, una actitud antropófaga de crear en la deglución. Desde ese punto de vista, la pulsión, inevitablemente, persiste".

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